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Trudeau declara la guerra a los fertilizantes y sigue los pasos de Sri Lanka

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En Canadá, los líderes de los Gobiernos provinciales y las organizaciones que representan a los agricultores se han mostrado contrarios a los planes del primer ministro, Justin Trudeau, de reducir las emisiones de fertilizantes un 30 %, según informa The Toronto Sun. Justin Trudeau promueve la medida enmarcándola en la lucha contra el cambio climático.

Se realizó una reunión el pasado día 22 con los sectores involucrados para intentar llegar a un acuerdo, sin embargo los agricultores no quedaron conformes porque los planes de la reducción de la emisión de fertilizantes siguen adelante.

El Gobierno federal intenta imponer la reducción de las emisiones de óxido nitroso de los fertilizantes diciendo que es un gas de efecto invernadero que contribuye al cambio climático, pero los agricultores explican que la reducción de las emisiones no se puede realizar sin disminuir el uso de fertilizantes.

«Las provincias se sintieron decepcionadas por la falta de flexibilidad y consulta con respecto al objetivo federal», señaló tras la reunión la miembro del parlamento Lisa Thompson, de Ontario.

Varios Gobiernos provinciales y organizaciones de agricultores han solicitado que las reducciones de emisiones de fertilizantes se midan por la cantidad de alimentos que se producen versus la cantidad de fertilizante utilizados. Pero Trudeau exige una reducción absoluta de las emisiones: esto podría ocasionar que hayan menos alimentos, según los detractores de esta medida.

Las investigaciones sobre la agricultura ecológica

Según el experto en política medioambiental Bjorn Lomborg, «las investigaciones demuestran de forma concluyente que la agricultura ecológica produce menos alimentos por hectárea que la convencional. Además, la agricultura ecológica obliga a los agricultores a rotar la tierra fuera de la producción para destinarla a pastos, barbecho o cultivos de cobertura, lo que reduce su eficacia».

«Los desarrollos ecológicos producen entre una cuarta parte y la mitad de alimentos que la agricultura convencional, basada en la ciencia».

Los efectos ecológicos y económicos de un cambio hacia la agricultura orgánica pueden ser desastrosos. De acuerdo con el profesor Lomborg, «los agricultores ecológicos necesitarían mucha más tierra para alimentar al mismo número de personas que hoy, posiblemente casi el doble de superficie. Dado que la agricultura utiliza el 40% de la tierra libre de hielo, el cambio a lo orgánico significaría la destrucción de grandes franjas de la naturaleza para una producción menos eficaz».

El caso de Sri Lanka

Hay países que ya han aplicado políticas ecologistas antes que Canadá, con resultados catastróficos. Un ejemplo notable y reciente es Sri Lanka. Uno de los ingredientes que contribuyeron al colapso de esta nación asiática fue la decisión de imponer la agricultura orgánica. El ya expresidente Mahinda Rajapaksa justificó su decisión con estas palabras: “El Gobierno debe garantizar el derecho de la gente a una dieta no tóxica, que produzca un ciudadano sano y productivo”. Desgraciadamente, su política de erradicación de fertilizantes fue un éxito: su uso ha desaparecido en gran medida. Y las consecuencias no se han hecho esperar: cuatro de cada cinco habitantes de Sri Lanka pasa hambre.

Sri Lanka, que había sido autosuficiente en la producción de arroz, finalmente ha tenido que importarlo por un valor de 450 millones de dólares. La caída en la producción también diezmó las exportaciones agrícolas, lo que ha incidido en el aumento de la deuda externa.

Voz Media

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