En mi libro El Fabricante de Sueños, Winston Churchill tiene un apartado especial. En las primeras páginas resalto un discurso dado a la nación tras la exitosa Operación Dinamo o Milagro de Dunquerque, que tuvo lugar a finales de 1940.
Esto mismo es lo que debemos de hacer las gentes de bien, ante la gran amenaza que representan los frentes liberales que nos quieren arrebatar hasta el sueño de nuestros hijos. Disney es un mega conglomerado propietario de: Abc, Espn, Marvel, Pixar, Lucasfilm, Fox Entertainment, National Geographic, Touchstone Pictures y docenas de otras empresas. Tiene un valor de 67 mil millones de dólares para sus accionistas por la razón principal de que puede usar música e imágenes de manera confiable para atraer e influir en los niños y sus padres. Y están bien la corriente principal del entretenimiento estadounidense. Ha moldeado las ideas y sentimientos de varias generaciones sobre infancia, paternidad, maternidad, familia, romance, temor, rebelión, engaño, magia, política, raza, asesinatos y mucho más. Disney le ha enseñado a usted, y quiere enseñar a sus hijos mucho más.
En 1940 la Alemania nazi, planifico la invasión de Gran Bretaña, metiendo el miedo en el cuerpo a toda Europa no solo a los ingleses, el demonio se estaba colando por sus puertas y era real. El principal objetivo de la Luftwaffe era desanimar a la población, pero no contaban con la pétrea moral británica, intacta a pesar de los bombardeos constantes y la psicosis de una invasión inmediata.
A pesar de los fantasmas en la orilla, hubo una pauta que marco la resistencia: sangre, sudor y lágrimas, y la R.A.F, Royal Air, que acabo con la mitad de la flota aérea del mariscal Herman Goering.
Nosotros somos la R.A.F, esa resistencia que enfrentan sus miedos con fe y valentía hasta la victoria final y como Churchill diremos:
Disney lleva muchísimos años influenciando y engañando subliminalmente, y los medios de comunicación conservadores han comparado el comportamiento de Disney con el “child grooming” [o engaño pederasta]. Se trata de un término groseramente insuficiente para aquella práctica despreciable en la que un adulto crea confianza y una conexión emocional con un menor de edad con el fin de manipularlo, explotarlo, abusarlo y finalmente violarlo.
Influenciar, insensibilizar, abusar, programar, desinhibir y destruir la pureza y la inocencia de los menores es un crimen horrendo. No hay nada en ello que los beneficie: todo es para la enfermiza satisfacción de los adultos enfermizos. Debemos de estar motivados como los grandes pilotos de la RAF a defender nuestra identidad. Esos pilotos de la RAF se lanzaban contra los enjambres de bombarderos y cazas alemanes. Vaciaban sus municiones y combustible en un combate aéreo giratorio y de piruetas. Saltaban en paracaídas o en aterrizaje forzado dirigían sus aviones impactados, o aterrizaban en pistas dañadas, esquivando los cráteres de las bombas. Luego, volvían a subir. ¡Esta es nuestra guerra!, y debemos librarla porque no estamos solos.
Winston Churchill, emitio un discurso a la Cámara de los Comunes del Parlamento del Reino Unido: This was their finest hour, en castellano, Esta fue su hora más gloriosa, donde enarbola estas fantásticas palabras que deberiamos hacer nuestras si queremos ganar esta batalla:
El 24 de agosto de 1940 cayeron sobre Londres más de 300 toneladas de alto poder explosivo y miles de bombas incendiarias, así durante siete horas seguidas. Por lo tanto, enarbolemos la bandera de la justicia, de la libertad que fortalece nuestra identidad cristiana, hasta la victoria final. El apóstol Pablo escribió en 2 Corintios 4:8-9: “Estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos”. Debemos tener una moral alta en esta guerra, incluso en circunstancias muy difíciles. El pueblo británico dio un maravilloso ejemplo a este respecto. Estos bombardeos “no lograron quebrantar su espíritu ni poner fin a su voluntad de luchar”. ¿Lo van hacer estos liberales depravados?