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Analisis

La modernidad líquida de Zygmun Baugman y Woody Allen

«Un hombre se despierta y descubre que su loro ha sido nombrado subsecretario de agricultura. Los celos le consumen y se pega un tiro, pero desgraciadamente la pistola es de ésas de las que vale una banderita que pone -Bang- La banderita le saca un ojo, pero sobrevive».

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Estas palabras pertenecen a un diario secreto de Woody Allen, que se publicará póstumamente o, después de su muerte, lo que suceda primero. (Cuentos sin plumas, de wooddy Allen)

Esta absurdez es lo que estamos viviendo en nuestra época contemporánea. Un sinsentido cubista como el cuadro de Picasso «mujer desnuda en la cama» que se acaba de subastar y vender por 67 millones de dólares en la casa Sotheby’s de Nueva York.

El ejército del caos y de lo absurdo campa a sus anchas como una panda guerrillera, pistola en mano, no se esconden y se amplían abiertamente en el campo de batalla, preparado para combatir sin miedo ni pudor en las fronteras vulnerables de la sociedad. Gracias a Dios, esto no ocurre en sociedades como Rusia, Japón, Corea, la del sur… en occidente necesitamos que Trump vuelva a ocupar la Casa Blanca. Tal vez, Europa despierte, pero, no lo creo, ya que vive bajo opiáceos muy intensos.

En medio de todo este caos mundial, luchamos para combatir las amenazas que surgen por todos lados a nuestras vidas y familias.

El mundo se está fragmentando y cambiando en direcciones desafortunadamente, inmorales y dictatoriales. El paraguas moral bajo el cual hemos estado afincados durante siglos se está derrumbando bajo los feroces vientos del caos. La esperanza (Eucatastrofe) de la que con tanto fervor y ahínco nos habla J.R.R.Tolkien en sus libros, está quedando diluida ante la falta de solidez de nuestros fundamentos fundacionales de nuestros padres. Como escribió el sociólogo Zygmun Bauman, la solidez de nuestra sociedad se está desgajando hacia un estado líquido, impermanente, para dar paso a una sociedad disfuncional, donde todo cambia constantemente y se deteriora, sin remedio, hacia una sociedad inmadura.

De hecho, si recordamos los Diez Mandamientos, estos nos revelan unos límites que nos aseguran estabilidad y bienestar en la Tierra: 1-Adoració verdadera 2-Trascendencia 3-reverencia 4-Santidad 5- Familia 6- Santidad de la vida 7- Comportamiento moral 8-Propiedad 9- Integridad 10- Respeto a los demás.

Es cierto que hoy día estos límites se ven coaccionados con restricciones al placer del día a día. Pero, es en ausencia de límites sólidos, que las libertades se deterioran y se convierten en anarquía, convirtiendo los muros protectores en barreras que aprisionan.

Uno de los puntos principales que Bauman habla en su libro Modernidad Líquida, es el sentido de la disolución de pertenencia social del ser humano, para dar paso a una marcada individualidad, real e independiente. Este hecho remarca que para Bauman, la modernidad líquida es como la posibilidad de que una verdadera modernidad fructífera y verdadera se nos escapara de entre las manos como el agua entre los dedos.

La globalización nos ha llevado a alejarnos de la verdadera humanidad, a desencajarnos del verdadero puzle que nos mantenía unido a la sociedad. De esta manera tenemos una sociedad líquida, maleable, escurridiza, que fluye no como un río, sino como una catarata sin freno. Nos sentimos independiente, libres, emancipados, seguros, empoderados, rectores de nuestro destino, pero es todo lo contrario, vamos camino de una prisión farenhiana (léase Farenheit 451, de Ray Bradbury).

Este falso progresismo liberal, pretende con tantas libertades, atarnos al vacuo, pero no de la inocua despreocupación por lo real. Abocados por esta ingeniería social, a la despreocupación, al consumismo, a la búsqueda de satisfacción rápida, a la oferta del dos por uno, a las colecciones de moda, para dejar de hoy para mañana. Todo esto da por hecho la falta de rumbo de una sociedad que ha sido planificada hacia el caos emocional de un exorcismo maniqueo muy sutil.

Pero porque Bauman y Allen, porque ambos retratan a su manera la absurdidad del momento que vivimos como el cuadro, de Picasso que pueden buscar en las redes. El cuadro de estilo cubista, retrata a Marie-Therèse Walter, musa del pintor malagueño, con quien mantuvo una relación pese a los 27 años de diferencia entre ambos. Aquí estoy de acuerdo con el relato de Haruki Murakami -El Carnaval- pero es que Murakami sabe convertir lo absurdo en algo hermoso y como dice en otro relato -Antología poética de los Yakult Swallows de Tokio- :

«El valor del tiempo que paso aquí no depende del resultado que muestre al final el marcador.
El valor de las horas y los minutos es intrínseco a ellos, y también es responsabilidad de uno
dialogar con el paso del tiempo para que este sea benévolo y le otorgue buenos recuerdos que
llevarse. Esto es, sin duda, lo más importante.

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