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Analisis

Petrodólar, Petroyuan y Petropar

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En un artículo anterior hemos hablado del “Petrodólar y la Guerra en Ucrania”, cuando advertíamos a nuestros ilustres lectores que el enfrentamiento bélico entre Rusia y Ucrania era altamente probable (y no porque lo dijera así la prensa del mundo anglosajón, sino porque existía una sumatoria de elementos demasiado claros que lo indicaban).

El mencionado artículo hacía hincapié en la necesidad que tienen los Estados Unidos de Norteamérica de que se sostenga el “privilegio exorbitante” establecido por el acuerdo de Bretton Woods con el llamado “Nuevo Orden” que se creó tras la Segunda Guerra Mundial. Para los yanquis, quienes aceptaron convertirse en “policía” al mismo tiempo que “cambistas” del mundo con su dólar, es obligatorio que no aparezca una nación fuerte que pueda poner en cuestionamiento este “Nuevo Orden” económico que tiene como puntal a su papel moneda, que alguna vez estaba sustentado en el patrón oro pero que actualmente, se imprime desde la Reserva Federal sin nada que lo respalde.

El impresionante excedente de dólares flotantes en el éter mágico de las finanzas internacionales solamente significa que los EEUU deben utilizar todas sus fuerzas (entiéndase: misiles y tropas) para que nadie en absoluto ponga en tela de juicio al dominio del dólar en la escena comercial del globo. Un ejemplo temprano de esta lucha sin cuartel que el “estado profundo” yanqui mantiene para que el “privilegio exorbitante” permanezca incólume, fue el famoso “Mayo Francés” en el que, con las primeras “revoluciones arcoíris” de la historia posmoderna, se derrocó al sumamente incómodo (para el mundo anglosajón) Gral. Charles de Gaulle de la Presidencia de Francia. Este valiente gabacho, patriota y soberanista, venía amenazando por muchos años con que la República Francesa no toleraría el “privilegio exorbitante” de los EEUU y se pondría a comerciar con sus antiguas colonias utilizando el “franco” con respaldo en oro y plata. Para más inri, De Gaulle empleó toda su habilidad política y militar para que la OTAN quite sus bases del territorio francés. ¡El horror! ¡Algo había que hacerse, y se hizo! ¡Las hordas dizques estudiantiles de Francia, adoctrinadas con el liberalismo y el neo-marxismo (caras de la misma moneda) por medio de la CIA, salieron a las calles hasta tumbar al gran “Héroe de la Resistencia”!

Los “petrodólares” vinieron a paliar esta situación sumamente incómoda, pero el “privilegio exorbitante” cada vez iba convirtiéndose, más y más, en una terrible espada de doble filo para los estadounidenses, quienes utilizan a todas sus fuerzas (intelectuales, culturales, militares, geopolíticas) para que la única moneda internacional sea el dólar. Porque el que controla la moneda, controla al comercio y por ende, a todo pueblo que utilice a esas letras de cambio hegemónicas. De allí que en Hispanoamérica, tan dividida y sojuzgada, humillada y ofendida por el mundo anglosajón, hayan existido personajes nefastísimos que pretendían “dolarizar” la economía interna de sus propias naciones. En algunos casos, como Ecuador, esto ya es una triste realidad y dicho país, simple y llanamente, ha perdido su soberanía monetaria obteniendo muy pocos beneficios a cambio.

Cuando el Coronel Muamar el Gaddafi tomó el poder en Libia, por más de 40 años trabajó de forma incesante para estabilizar la situación socioeconómica de su país, obteniendo resultados bastante respetables. Por supuesto que podríamos criticar muchísimas cosas de su sistema de gobierno, pero en ese sentido, lo único realmente importante es que el pueblo libio lo apoyó mayoritariamente y hasta hoy llora su muerte. A Gaddafi se le ocurrió una idea, quizás la más patriótica que tuvo y por ende, la que peor sentó a los intereses anglosajones: comerciar el valioso petróleo de Libia, pero no en dólares, sino en dinares libios y hacer el intercambio libre, es decir, directamente con las monedas de los compradores (sean euros, rublos, billetes africanos, etcétera). Esto fue el acabose. EEUU y sus lacayos de la OTAN destruyeron a Libia en el año 2011 y el asesinato atroz del Coronel Gaddafi fue transmitido en vivo y en directo por la televisión, lo que motivó el comentario simplemente repugnante de una tal Hillary Clinton, entonces Secretaria de Estado de Washington D.C., quien exclamó: “Vinimos, vimos y él murió”, imitando burdamente a Julio César, que a diferencia de esta mefistofélica mujer, al menos combatía junto a sus soldados y tenía un inmenso sentido del honor.

Podríamos decir pues, que EEUU lucha por sostener la supremacía del dólar como moneda única del intercambio mundial. El más claro símbolo de todo esto es el “petrodólar”.

No obstante, ahora resurge un nuevo jugador. Se llama Rusia y a ese individuo llamado Vladimir Putin, no se le puede hacer lo mismo (al menos, no muy fácilmente) que a Charles de Gaulle o Muamar el Gaddafi. ¿Por qué? Pues el Presidente de la Federación Rusa tiene a la “Zar Bomba” y otros tantos misiles cargados con plutonio radiactivo para reventar al planeta entero varias veces. ¿Qué queda entonces? Pues aplicar miles y miles de sanciones económicas, las más severas que conoce la historia posmoderna, mientras se cruzan los dedos para que Ucrania, la heroica nación convertida en carne de cañón del mundo anglosajón, le haga el mayor daño posible en esta guerra que se desató recientemente.

¿Cuál fue la primera sanción, la más dura, que EEUU e Inglaterra pretendieron imponer con la ayuda de sus esbirros y vasallos? Cortar la compra-venta de petróleo y gas natural de Rusia. Esto significaba tres cosas: que los rusos debían buscar otro lugar por donde mandar su crudo, que los angloamericanos se convertirían en principales y casi exclusivos proveedores de Europa y que los europeos dan simplemente lástima y vergüenza por lo títeres y marionetas que son.

Muchos analistas internacionales, de cuño liberal y bailando siempre la rumba del mundo anglosajón, dieron su veredicto pocas horas después de que se conocieran las sanciones: Rusia está acabada, su economía de por sí pequeña (según los cálculos de PIB del Banco Mundial, con su paradigma de deuda, usura y especulación) no resistirá el golpe y Vladimir Putin se verá forzado a ceder ante tamaño golpe. ¡Ah, la risible fumistería del liberalismo, con sus divagues de medio pelo hechos a medida de los yanquis y con corte inglés de sastrería!

El precio del petróleo empezó a subir hasta niveles históricos y los anglosajones se relamían con la posibilidad de exportar su inflación a los demás países por medio de dicha maniobra. Pero no contaban con que Rusia tenía fríamente calculado lo que debía esperar de los occidentales y cómo afrontarlo. Así, al momento en que se anunciaban las “sanciones económicas” que debían “destruir al Gobierno de Putin”, este individuo acordaba nuevos pactos económicos con China, su principal aliada, que por los artes del pasamanos, se encarga de proveer a Rusia de gran parte de los productos que necesita para su subsistencia. Todavía más, los rusos cerraron un negocio con Arabia Saudita para que el petróleo de la Federación Rusa siga fluyendo tranquilamente entre los países productores sin que haya barreras ni proteccionismos entre ellos. Para colmo, los árabes afirmaron que estaban listos para comerciar su crudo con las demás naciones, pero no en dólares sino en yuanes y rublos. ¡Zar Bomba!

Pero hay más. La India, país miembro del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que forma parte del bloque “euro-asiático” con Moscú, Pekín y Delhi como cabezas y que tiene profundos resentimientos contra los occidentales gracias a los genocidios y masacres cometidas por los ingleses durante su dominio en dicho país, no solo no cerró su comercio con Rusia (uno de sus principales proveedores de granos) sino que ahora ha adquirido de ella 3 millones de barriles a precio especial y, atentos, pagados en rupias indias y rublos rusos. ¡Zar Bomba!

Así, surge la figura de un nuevo competidor al predominio del “privilegio exorbitante” estadounidense. Se está hablando ya del “petroyuan”, la divisa china como base para el comercio de dicha materia prima pero también está abierta la puerta (que rusos, chinos e indios ya están utilizando) para el comercio directo entre dichas naciones, sin intermediarios, simplemente en rublos, rupias y yuanes. De hecho que entre estos países ya existían métodos de transferencias bancarias que no dependían del sistema SWIFT (tema por el que se hizo mucho ruido pero que dio pocas nueces), precisamente para evitar posibles sanciones arbitrarias de los países occidentales.

O sea que las sanciones económicas aplicadas contra Rusia terminaron, como en una maniobra de judo, dejando muy mal parado a los Estados Unidos que están atravesando un proceso inflacionario gravísimo a causa del desgobierno del Presidente Joe Biden y también por el creciente predominio chino en la economía internacional. Para colmo de males, los yanquis podrían enfrentarse a la ruptura definitiva de Bretton Woods, es decir, del predominio exclusivo del dólar, precisamente en donde más les duele, en el mismísimo “petrodólar” que dejaría de ser hegemónico, lo que sería capaz de agravar todavía más a la terrible crisis inflacionaria y de deuda galopante que sufre la dizque “Gran Democracia del Norte”.

¿Qué van a hacer los yanquis cuando todos sus billetes, impresos para atiborrar al comercio mundial y exportar su propia inflación a otros países, ya no sean necesarios para comprar-vender en Eurasia, donde el “petroyuan” surge como alternativa y donde rublos y rupias se cambian libremente? ¿Dónde se van a meter a ese papelito, que ni siquiera está respaldado en algo real? Porque según algunos analistas, tanto el rublo como el yuan están adquiriendo respaldos en oro… ¿Y el dólar? Sí yo fuera Mario Abdo Benítez (suponiendo que tiene poder para hacer algo), ordenaría que al menos una partecita de nuestras reservas internacionales, sí es que aún nos pertenecen, estuvieran en rublos y yuanes, por si acaso nomas, no sea que el dólar, antes de que nos demos cuenta, deje de valer un céntimo partido por la mitad.

Y aquí entra Petropar, la entidad estatal paraguaya que está enfrentándose a esta crisis. ¿Qué tan dependientes somos del “petrodólar” por estos lares? ¿Acaso no se pueden buscar las alternativas para adquirir crudo de forma directa con proveedores dispuestos a aceptar esas condiciones, abaratando costos y eliminando trabas? ¿De qué depende la situación? Sí, ya sabemos que acá todos danzan al son de la Embajada Yanqui, pero bien que podríamos hablar con nuestros hermanos argentinos o bolivianos, por ejemplo, y proponerles utilizar otros medios de intercambio, diferentes mecanismos, trueque directo, nuestras propias monedas, todo aquello que permita “desinflar” un poco a la burbuja del “petrodólar”.

¡Ah, pero todo esto implica patriotismo, inventiva, creatividad y sobre todo, no ser tan cipayos, animarse a ser verdaderamente soberanos! Uf… Dicen por ahí que no se debe pedir peras al olmo… Pero yo soy olimpista y “los olimpistas no solo sueñan sino que también creen” (demasiado quería usar esa frase en esta semana). ¡Elijo creer, Petropar!

El tema del petróleo, sus bamboleos en medio de esta guerra que tomó por sorpresa a tantos, todavía dará mucho que hablar. Especialmente porque nos permite ver que tantos paradigmas defendidos a capa y espada por los cipayos de las “democracias liberales” en realidad, no se sostienen sino por la fuerza de los grandes imperios y sus misiles balísticos, como el mismo dólar. ¡Esos “privilegios exorbitantes”, tarde o temprano acabarán y tenemos que saber dónde estar parados cuando eso ocurra!

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