En las últimas horas, los ciudadanos paraguayos asistimos al
triste espectáculo de la decadencia política; vemos como quienes dicen ser
representantes de la ciudadanía se embarran unos a otros sin solución de
continuidad y, lo más triste, por medio de amenazas veladas que buscan sembrar
la duda respecto de tal o cual ilícito cometido por los funcionarios pero, para
desgracia del país, sin pruebas ni denuncias en el ámbito que corresponde, la
justicia.
Ex presidentes que se tildan de ladrones, ex presidentes y
senadores que tildan a un ex presidente de borracho, cuando en el peor de los
casos estaríamos hablando de una enfermedad; por lo que no sería objeto de críticas
y si, si acaso se consideran buenas personas, debería ser objeto de
preocupación y de tratar de aportar soluciones a la situación.
Luego, la justicia… partida al medio, dividida entre quienes
quieren hacer las cosas bien y sufren los “aprietes” del poder político; y
quienes solo quieren pasarla bien, disfrutando las “mieles” de la inacción.
Nicanor Duarte mencionó en distintos medios de prensa que Cartes intentó involucrarlo en “actividades oscuras” cuando ocupaba la primera magistratura de la República y, aunque no dio detalles al respecto, mencionó que llegó a ofrecerle una estancia valuada en US$ 4.000.000; yo le pregunto señor Duarte, ¿No debió usted denunciar ante la justicia esta acción? ¿No estaba, usted, obligado a hacerlo? Misma situación se presenta ante la actitud y los dichos de la Senadora Desiree Masi.
Por ley, por ética o simplemente por pudor, invito a que los políticos que sepan, que tomen conocimiento de un ilícito, lo denuncien donde debe ser, en la justicia. Dejen de tomar por idiota al pueblo, ya no les cree las “tribuneadas” y, probablemente más temprano que tarde, se los hará saber donde es debido, en las urnas.