Este domingo 4 de septiembre, un total de 15,1 millones de personas han sido convocados para participar en el Referéndum Constituyente, es decir, los electores decidirán si aprueban o rechazan el Proyecto de Constitución redactado por la Asamblea Constituyente.
Vale acotar, que la actual Carta Magna de Chile fue promulgada el pasado 1980 redactada por la Comisión Ortúzar, el Consejo de Estado y la Junta Militar de Gobierno, no obstante, esta es conocida popularmente como la “Constitución Pinochetista” y para los críticos del periodo antes referido, la califican como una Constitución derechista e incluso militarista. Por supuesto, se trata de exageraciones lexicales, conceptuales y hasta jurídicas propias de grupos ultra-izquierdistas o comunistas radicales.
Nada más alejado de la realidad, pues, la Constitución chilena de 1980 se trata de una Carta Fundamental propia de un Estado democrático representativo, que efectivamente sentó las bases primera para la transición gradual a la democracia como para su posterior implementación y consolidación del sistema democrático, el cual, ha gozado el país justamente desde la última década del siglo XX y cuyos gobiernos han sido mayoritariamente izquierdistas o centro-izquierdistas, tal como lo fueron los casos de Patricio Aylwin Azócar y Eduardo Frei (demo-cristianos), Ricardo Lagos (centro-izquierdista), Michelle Bachelet como el actual mandatario Gabriel Boric, abiertamente socialistas.
Ahora bien, recordemos que bajo el último mandato constitucional de Sebastián Piñera, luego de la explosión de violencia y la revuelta urbana a finales del año 2019, obligaron a Piñera a convocar a una Asamblea Constituyente, la cual, fue compuesta por constituyentistas mayoritariamente izquierdistas, que terminó presentando el proyecto en julio de este año, compuesto por 388 artículos en 176 páginas.
Este domingo los chilenos deberán decidir si derogan la actual Constitución para inmediatamente después poner en vigencia el documento propuesto por la Constituyente de 2022. Sin embargo, no todo es tan simple, pues, si bien es cierto, la mayoría de los sondeos apuntan como ganadora la opción del “rechazo” frente al “apruebo”, las diferencias ya varían entre 4 a 12 puntos, según la fuente o encuestadora.
Pero el problema de este referéndum, no estriba simplemente en su aprobación o rechazo, sino en lo que implica posteriormente a su realización. Lo primero que se debe señalar es que en caso de ganar la opción del rechazo, el propio Presidente de Chile Gabriel Boric ha anunciado que convocará a una nueva Asamblea Nacional Constituyen para que redacte un nuevo proyecto de Constitución, lo cual, resulta a todas luces completamente irracional, pues, significa que la mayoría del pueblo chileno desea mantener la actual Carta Magna vigente, pero en un franco acto prepotente y de abuso de poder, el mandatario se empeñaría en cambiarla, para lo cual, harán todos los esfuerzos una y otra vez hasta que logren su objetivo.
En caso que el apruebo resulte la ganadora este domingo, tampoco implica la inmediata promulgación de la misma, pues, son públicos y notorios las enormes contradicciones internas que presenta el texto propuesto por la Convención Constituyente como con los restantes elementos de la estructura jurídica chilena, llámese Código Penal de la República de Chile, pasando por el papel institucional de Los Carabineros (Policía Nacional de Chile) hasta temas sociales que no quedan muy claro, como se realizará la operativa en el sistema de previsión social.
Finalmente, todos estos temas, obligarán al Presidente Boric a liderar un complejo y amplio proceso de reforma tanto del propio proyecto de Constitución redactado por la Convención de 2022 como de un conjunto de leyes claves del armazón jurídico que la República, lo que francamente resulta ahora mismo muy difícil que lo logre el mandatario Boric, dado que no cuenta con mayoría en el Congreso para empujar tan titánica empresa. De modo que si hay una palabra que define al Chile de hoy es día, es: INCERTIDUMBRE. Esperemos los resultados de este domingo para tener un poco de luces hacia dónde continuará la marcha de la incertidumbre en la nación tras-andina.