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Analisis

Conservadurismo religioso como filosofía gobernante

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En enero de 2016, Donald J. Trump dio un discurso de campaña en una pequeña universidad en Sioux Center, Iowa. De pie, frente a un órgano de tres pisos de altura, dijo:

“Cuento con la gente más leal. Podría pararme en medio de la Quinta Avenida y dispararle a
alguien y no perdería ningún votante, ¿OK?”.

Pero ese día dijo algo más. Y el público objetivo lo escuchó: «El cristianismo tendrá poder».

Antes de continuar debemos tener presente una tendencia contrapuesta en el pensamiento conservador como dijo Roger Scrutton: «Al igual que subraya la necesidad de las tradiciones y las comunidades, la filosofía conservadora aboga por la libertad del individuo, y no concibe la comunidad como una red orgánica a la que nos vinculamos por el hábito y la sumisión, sino como una asociación libre de seres racionales, todos ellos dotados de una identidad propia que cultivar».

El grado de optimismo debe de ser mayor, del que se manifiesta en los medios de comunicación. El periodismo conservador, debe de sacar las armas contra la llamada Ideología sucesora. La cultura adversaria representa dos grandes amenazas para la solidaridad comunitaria que los desconocidos conservadores aprecian. En primer lugar, erosiona los lazos de la moral familiar y religiosa, o lo que el politólogo de Harvard Robert Putnam llama «el capital social de unión», los lazos dentro de las comunidades. En segundo lugar, el igualitarismo radical y el individualismo expresivo de la cultura adversaria eviscera la tradición
colectiva, la memoria y la nación, socavando así lo que Putnam llama «capital social puentear», los lazos que unen a las comunidades en un punto común. Lo cierto es que el devenir de la política actual ha desdibujado hasta cierto punto en qué consiste exactamente la postura conservadora. Si nos importa la verdad, en esta era de posverdad que solo pretende relativizar la veracidad, en la banalización de la objetividad de los datos, y en la supremacía del discurso emotivo, deberíamos recordar la palabra de Jesús: Jn. 8:31, 36; Ef. 4:25 –

“… Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos y
conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres… desechando la mentira, hablad verdad cada
uno con su prójimo…”

La posverdad fomentada de manera reiterada por los medios progresistas asume que existen tantas verdades como individuos y cada uno escoge la suya propia como si de un buffet se tratara. Todo es cuestión de interpretaciones subjetivas y personales. Pero estos pérfidos y maquiavélicos globalistas han perdido la referencia a los hechos, todas las versiones que aparecen son, en principio, igual de válidas, ya que son suplantaciones de realidades que han perdido su valor objetivo. ¿Es posible alumbrar la verdad conservadora en una realidad sistémica de mentiras globalizadas? ¿Cómo podemos enfrentar la posverdad progresista viviendo de manera alternativa? Aquí algunos puntos que Eduardo Delás Segura (Doctor en Teología Sistemática) nos ofrece desde el magazine Lupa Protestante:

•Es necesario aprender a mirar alrededor con todos los sentidos y la mente aplicados a querer entender la realidad, cuestionando y poniendo en crisis los discursos de los encantadores de serpientes que nos ofrecen su particular relato.
•Es necesario que tomemos conciencia de que somos seres libres aplicando ese valor a todas las decisiones, en vez de optar por la seguridad y la conveniencia.
•Es necesario que descubramos la inmensa zanahoria virtual que tenemos ante nuestras propias narices, con el fin de aprender a contemplar la realidad sin sucumbir ante el brillo de los impresentables sucedáneos que se nos ofrecen.
•Es necesario que reconstruyamos una escala de valores correcta y actuemos conforme a ella para aprender a relativizar todos los dioses/ídolos que el sistema nos vende como solución final a todas nuestras necesidades y carencias.
•Es necesario que identifiquemos y combatamos la mentira con todas sus variantes y consecuencias desde una vivencia, no solo personal, sino sobre todo comunitaria. Desde una opción cristiana, la iglesia que sigue a Jesús y se deja guiar por el Espíritu, es la comunidad en la que se encarna la Verdad como rasgo distintivo de su ser y de su hacer. Porque la Verdad no es una doctrina, ni un dogma, ni una idea, sino una persona: Jesús de Nazaret.

Pensemos en las palabras que dijo Rob Driesen tras acabar de escuchar el discurso de D. Trump en primera fila:

“Creo que mi mayor preocupación es tratar de preservar nuestro país como era: conservador,
con valores. Para nosotros eso es lo mejor que hay. Podemos hacer lo que queramos”, dijo
Driesen, de 56 años, sentado en la mesa de su cocina junto a su esposa, Cheryl, de 52 años, esta
primavera. Junto a ellos, el lema familiar estaba pintado en la pared, en letras doradas y
negras: “El hogar, donde comienza tu historia”.

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