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Analisis

Colombia: entre elecciones y el suicidio neocomunista

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Como es de público conocimiento, este domingo 29 de mayo tendrá lugar en el hermoso y muy biodiverso país suramericano de Colombia, las elecciones presidenciales. Muy seguramente la primera vuelta, pues, todo se terminará definiendo en el balotaje dos semanas más tarde.

El gran favorito, según todas las encuestadoras nacionales e internacionales, es Gustavo Petro por el Pacto Histórico y en un segundo lugar –muy disputado- “Fico” (Federico) Gutiérrez candidato centro-derechista con el izquierdista moderado, auto-denominado “Rey del Tick-Tock” el septuagenario Rodolfo Hernández. Les siguen, más candidatos izquierdistas como el matemático Sergio Fajardo, Ingrid Betancourt, entre otros.

Esta carrera virtualmente, Petro será el ganador, aunque sin una mayoría del 51% lo que obligará la segunda vuelta, ahora bien ¿Cuáles son los escenarios? Según la última encuesta del grupo Semana, reveló que si el balotaje es contra Fico Gutiérrez, Petro gana cómodamente, pero, increíblemente Hernández ha experimentado un notable incremento durante la recta final de la campaña, a tal punto que no sólo amenaza a Gutiérrez, sino lo más revelador, en caso de medirse ante Petro en el balotaje, Hernández genera un empate técnico e incluso es capaz de aguarle la fiesta.

Ahora bien, superando el análisis de los números y los posibles escenarios, resulta clave describir  ¿quién es Petro y cómo caló tanta popularidad en estas elecciones de 2022? Petro, un ex estudiante de filosofía aunque hoy de profesión economista y Senador por el Movimiento “Colombia Humana”, miembro fundador de la guerrilla terrorista marxista-leninista “M-19” cuya gran virtud, además de asesinar policías y civiles, fue perpetrar el asalto al Palacio de Justicia de Colombia, aquellos sangrientos días del 6 y 7 de noviembre de 1985, una verdadera masacre que dejó un saldo de más de 100 muertos, entre ellos, Magistrados, empleados, visitantes y por supuesto, guerrilleros como efectivos del Ejército de Colombia.

Petro, más tarde, se volvió un castro-chavista, miembro activo tanto del Foro de Sao Paulo como del Grupo de Puebla, fue Alcalde de Bogotá marcado por una pésima gestión y varias veces candidato presidencial. Primero perdió contra Santos el 2014, luego contra Duque y ahora, en tercera ocasión, tan tenaz como su colega izquierdista, Andrés Manuel López Obrador, actual Presidente de México.

Lo que resulta realmente impresionante es que un personaje tan siniestro y corrupto como Petro –recordemos los vídeos de las bolsas de supermercado llenas de dinero, sin contar la crisis de la basura en Bogotá o más recientemente la valija con más de 60 mil dólares estadounidenses que su aliada la Senadora Electa por el Pacto Histórico Piedad Córdova traía de Tegucigalpa, después que ésta se reunió con la camarada Xiomara Castro, Presidente de Honduras- desarrolla una propuesta abiertamente neo-comunista, es el proyecto apoyado por la mayoría de los electores colombianos.

Supuestamente Colombia no ha tenido nunca un gobierno de izquierda, lo cual, es absolutamente falso, pues, el gobierno de Ernesto Samper Pizano lo fue, así como el propio Juan Manuel Santos, quien llegó al Palacio de Nariño con el apoyo del Álvaro Uribe, una vez en el poder le traicionó. El legado de Santos, fue el infame Acuerdo de Paz con las FARC, que pese a ser rechazado en el Plebiscito de 2016, igualmente Santos lo firmó quedando en total impunidad los terroristas de las FARC e incluso con premios de bancas en el Senado sin ser electos o; simplemente continuaron traficando cocaína como Jesús Santrich e Iván Márquez desde Venezuela.

La gran emergencia de la izquierda radical colombiana liderada por Petro, es una izquierda anti-democrática, ergo, neocomunista y castro-chavista, que hoy triunfa porque sencillamente como dice el historiador alemán Rainer Zitelmann “el capitalismo tiene hoy una gran carga negativa”, que no es una pelea nueva, al contrario, es muy longeva como señala Alan Kahan “… ha sido una constante en la historia moderna los últimos 150 años”. Esto se exacerba con la crisis financiera de 2008, que es explotada en la retórica de Petro que exalta las frustraciones de las masas con sus demagogas promesas de “igualdad social”, “anti-capitalismo” y en el caso de Colombia “anti-uribismo”.

Finalmente, las elites políticas gobernantes de Colombia ciertamente no han resuelto sus problemas estructurales e históricos, es decir, la pobreza, la violencia y la corrupción. Por tanto, los electores –algunos con mayor o menor carga de resentimiento y envidia- se volcán a alternativas radicales de “cambio”, pero al hacerlo peligrosamente abren la puerta para que líderes neocomunistas como Petro lleguen al poder, materializando así un suicidio colectivo, tal como lo hizo Venezuela en 1998 con la primera elección de Chávez.

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