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Analisis

Sin pelos en la lengua, yo, leo a los rusos

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La libertad, dice el diccionario de la RAE, es la facultad natural que tiene el hombre para obrar de una manera u otra y para no obrar, y eso lo convierte en responsable de sus actos. Por tanto, la libertad es algo natural y un hecho. Pero entonces los políticos nos mienten cuando nos dicen que vivimos en un mundo de libertades. Y más cuando en esta guerra ruso-ucraniana nos restringen las libertades a todos los actos culturales rusos.

Recuerdo ciertas palabras del escritor Ray Bradbury que transcribió en su día el periodista Antonio Astorga en un artículo publicado en el diario ABC, titulado «El decálogo de un amante de la vida» 2012.

«En mis obras no he tratado de hacer predicciones acerca del futuro, sino avisos. Es curioso, en mi país cada vez que surgía un problema de censura salía  a relucir como paradigma de la libertad Fahrenheit 451. Los intelectuales, ya sean de derechas o de izquierdas, siempre tienen miedo a lo fantástico porque les parece tan real ese mundo que creen que estás intentando engañar y, evidentemente, así es. (…) Vivimos en un mundo que nos absorbe con sus normas, con sus reglas y la burocracia, que no sirve para nada. Hay que tener mucho cuidado con los intelectuales y los psicólogos, que te intentan decir lo que tienes que leer y lo que no»

La manipulación es un hecho objetivo, el personaje de Farenheit 451, Gay Montag, de R. Bradbury lo sabía bien, hasta que se le cayó la venda de los ojos de tanto quemar libros. Hoy día hay pocas personas sujetas a su propio espectro ético y moral y menos aún que se mantengan firmes en sus convicciones, a pesar de la pantomima mediática que tenemos que soportar y a tanta propaganda de guerra, y de que les llamen prorusos. ¡Eso sí, ellos si leen a los rusos! Entre ellos podemos destacar al Coronel Pedro Baños, especialista en geo estrategia, defensa, seguridad, terrorismo yihadista e inteligencia. El coronel es un asiduo colaborador del programa Horizonte, y debido a su amplio conocimiento sobre los hechos históricos sobre la guerra, ha empezado a ser una molestia para esta Europa distópica. Sus libros son todo un éxito, a pesar de estar prohibidos en algunos países como en el Reino Unido o Alemania. Entre ellos destaco: El Dominio Mental, El dominio Mundial, El Poder. Otro de estos personajes carismáticos y que pican de verdad al oficialismo y a la prensa liberal y progresista, es el prolífico escritor y gran columnista Sánchez Dragó. De Vladimir Putin dijo:

Al margen de ser un gobernante hecho y derecho, ¿qué le gusta a Dragó de Putin exactamente? “En mi caso, con Putin funciona lo de ser amigo del enemigo de tus enemigos. Al igual que yo, Putin está en contra de los «Wokes» y de los progres. Es un referente de la gran revolución conservadora en marcha”, explica el escritor.

Javier Cercas es otro de nuestros escritores contemporáneos que no tiene temor a declarar su cercanía a Rusia a la vez que condena la guerra. En una entre vista contesto así a una pregunta:

¿Se considera un defensor del régimen ruso? “No soy una persona que defienda el régimen ruso, mucho menos a su presidente. He mostrado mi aprecio y admiración por la cultura rusa, por su arte, por su espiritualidad, por todo eso que llamamos el ‘alma rusa’, que me parece una de las grandes aportaciones del genio europeo. También he advertido de que la rusofobia imperante en  occidente es un suicidio, y he señalado que las reivindicaciones de Rusia deben ser escuchadas por Europa (lo cual, naturalmente, no significa que deban ser atendidas). Esto no puede confundirse con defender a tal o cual régimen político, que, por otro lado, es algo pasajero. Creo que en estas calumnias no hay más que el deseo de desprestigiar y silenciar la voz de alguien que trata de mantener su independencia de juicio”.

Les aconsejo que lean el artículo que Javier Cercas escribió para el diario de ABC titulado «Rusia y Ucrania» sin pelos en la lengua, y sin temor a ser vilipendiado.

Esta situación nos avoca al suicidio colectivo como sociedad, y los conceptos de inclusividad y apertura, se han convertido en herramientas psicológicas de subversión ideológica. El tiempo dirá hacía qué lado de la histórica estamos siendo empujados, esta histeria colectiva a la que nos están abocando solo genera maldad y ataca abiertamente a los derechos, la libertad y dignidad de las personas. ¿Cuáles serán los siguientes pasos? ¿La quema de libros rusos? ¿El cierre de tiendas e iglesias rusas? ¿Y después un recorte de libertades y derechos a todo lo que no esté sujeto al oficialismo?

Como dijo Solzhenitsyn cuando escribía: ‘No hay esperanza en Occidente; es más, nunca debemos contar con él. El exceso de bienestar y una atmósfera contaminante de sinvergonzonería’ le han atrofiado la voluntad del juicio. De ahí que convenga recordar siempre la profecía del monje Filoteo: «Bizancio es la segunda Roma. La tercera será Moscú. Cuando esta caiga, no habrá más».

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