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Analisis

Ser o no ser

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To be or not to be, that’s the fucking question, he ahí el dilema. Si no, algo huele a podrido como en Dinamarca.

El mundo está en su máxima expresión de usurpación del poder desde que se vienen instaurando las democracias en occidente.

Como que de siempre, al pan pan, al vino vino y al puto ¡puto!

En este caso, verdadera democracia, la representativa, solo puede haber donde haya más santos que pecadores.

La hubo en los Estados Unidos y agoniza en Suiza quizá, el país más rico y seguro del mundo, en el cual, recién en 1971 y para evitar roces con la comunidad internacional, aprobaron el voto femenino que claramente Juan Calvino (fundador de la sociedad helvética) no lo hubiera permitido. ¿Y eso es democracia? Claro que sí.

Pero vamos por parte dijo el descuartizador, otra vez, ¿Qué puta lo que ustedes creen que es? ¿Cualquier cosa?

Como decía Voltaire, el filósofo francés «par excellence»; «Para debatir conmigo primero definamos los términos», como en el truco, el juego de naipes, antes de empezar estipulemos lo que vale y lo que no; ¿Flor de 38 gana el partido? ¿Falta envido en primera mano también? ¿Flor chaqueña vale? ¿Viento?

De modo que, lo que es democracia para unos no lo es para otros de acuerdo a las reglas que se imponen.

Como siempre, de cada artículo mío van a llevar una enseñanza, sobre todo cuando me asiste el ex diputado colorado Víctor Bogado, el del culo pelado.

A ver, en primer lugar, la democracia es un método, no un fin. Si la ponemos como meta, se la pervierte, deja de ser. En Paraguay se han abortado procesos legítimamente democráticos en nombre de la democracia, caso Oviedo por ejemplo. Como con las vacunas, enfermar para evitar enfermarnos o tipo la SENAD, combatir el delito cometiendo el delito a través de los agentes encubiertos. ¿Se dan cuenta a que nivel de perversidad llegó el mundo?

¿Qué? ¿Vos pensas que no sé lo que estás diciendo o preguntando? Eso de la pequeña dosis para crear anticuerpos. Badulaque, solo repetís las mentiras y dogmas de los hechiceros. ¿O no te enteraste que el átomo es la partícula más pequeña de la atmosfera y con fisionarlo genera una reacción en cadena tan poderosa que destruye todo a su paso? ¿Bomba atómica te suena? Hormiga atómica ¿Tal vez? O en todo caso el gato montés, u Horacio, el gato de Drogacio.
Pero vayamos al grano antes de llegar al átomo, el de mostaza si se quiere ya que es muy pequeño.

Al entender que la democracia es un método para obtener el poder, entendemos que también hay otros. Pero como mencioné, el método democrático solo funciona donde hay santos, cuáqueros, ascetas, anacoretas que no chupan tetas, solo al nacer. La ética protestante, frugal, ascética que produce comida desabrida como la inglesa o chatarra como la yankee, es donde prospera, donde se sostiene, esa es su savia porque necesita altas dosis de responsabilidad individual y solidos principios bíblicos como el de no robar, no mentir, etc.

¿No es cierto? ¿Y no todos somos así, cierto? Y menos aquí, ¿Cierto?
¿Qué estoy diciendo? ¿Que nos volvamos todos santos? Claro que no, solo que admitamos que no lo somos y por ende no nos va el método democrático, así nomas es.

¿Y cual nos va? Y mira socio, Drogacio literalmente compró la presidencia del Paraguay, a lo mejor hay que subastarla, no sé, lo más importante es legitimar el poder, como en Rusia, allá tienen un nuevo zar y es totalmente legítimo. Entonces, queda el desafío de como legitimar el poder en Paraguay.

Quizás el método democrático sea el más fidedigno para legitimarlo o transferirlo pacíficamente pero aquí hasta ahora ha sido inaplicable, conste que este presidente burro es uno de los más representativos que hemos tenido justamente por las características que tiene. ¿Por qué pretender uno tan distinto de lo que somos? ¿Estamos en democracia, verdad?

Ya tuvimos un bávaro, sobrio, austero, astuto e incluso bien patriota aún con ese apellido; Alfredo Stroessner Matiauda, y no tomó el poder en forma democrática precisamente, sino de un golpe, bendito sea.

No fue ninguno de los trolos griegos el que dijo que lo fundamental no es quien tiene los votos si no quien los cuenta, para ganar elecciones, y si de aquí se trata, quien los tira.

Según el código electoral paraguayo, nuestro voto no cuenta, sino el acta electoral que firman en las mesas los partidos tradicionales que no son otra cosa que bandas de asalto. De ahí que vuestro voto se tira como basura, le llaman luego basura electoral. ¿Es esto democracia?

Marcar una lista en la cual solo ves el cabecilla de la banda que entran por debajo de una manta como un canasto cubierto con un trapo que cubre docenas de manzanas podridas. Por eso hiede este chiquero al cual le dicen Congreso, el cual, aprueba todas las principales cagadas que propone el presidente burro, el burro que anda en helicóptero.

Para completar debemos agregar que aquellos que de alguna manera hubieran resultado legítimos en el poder, no llegan y si por ahí lo hacen como Lugo, lo sacan. Recordando también que el finado Argaña le ganó a Wasmosy y a este le volvió a ganar en las generales del 93 Laíno, en el 98 Oviedo hubiera sido el presidente más legítimo de la historia pero terminó siendo el borracho de González Macchi gracias al marzo anti-paraguayo. Nicanor ganó guaú con la fiera enjaulada que se lo hubiera morfado crudo, Lino Oviedo, y hasta Efraín le ganó a Marito con más de 33 mil votos, pero fue el embajador del mal el que decidió que sea el turquito. Esta es la democracia paraguaya. ¡Me recontra cago en ella!

Dejen de culparle al elector, ¡aquí nadie elije un carajo! Ahora se abrieron las listas para las municipales, pero vienen con sorpresita, con trampita; las urnas electrónicas, si no, pregúntale a Trump, o al mismo Bolsonaro que fue obligado a ir a segunda vuelta porque le robaron once millones de votos en la primera, claro, antes intentaron matarlo.

Para terminar, existe un axioma importante para corroborar que una elección es democrática: «Lo que dice la calle se confirma en las urnas», y no los mismos ladrones, corruptos y odiados de siempre como sucede en nuestra «democracia».

Guglielmo Ferrero, notable historiador italiano, escribió un libro brillante sobre la legitimidad del poder; «PODER Los genios invisibles de la Ciudad». En él, describe que ni aún el Cesar, con toda su investidura, dormía tranquilo si la masa romana no simpatizaba con él. No obstante, Ferrero, si bien estipula cuatro principios de legitimidad: electivo, hereditario, aristocrático y democrático, atribuye a los «genios de la ciudad», una especie de duendes invisibles en los cuales los romanos creían, la magia de generar esa aprobación o desaprobación hacia quienes detentaban el poder. Veremos en octubre que harán los genios de la ciudad de Asunción.

Shabatt shalom

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