Hace algún tiempo desde esta plataforma compartimos con nuestros lectores, unas líneas tituladas «La importancia de los símbolos»; en ellas, describíamos la poca importancia que desde el gobierno nacional se le daba a los gestos como mecanismo de comunicación de las ideas o, lo que sería aún peor, lo deliberado de esos gestos inapropiados.
Hoy, una vez más, pudimos ver a través del símbolo que acarrea cada una de nuestras acciones, la forma en que los ciudadanos somos vistos por quienes ostentan el «poder»; cuando en medio de una viaje del presidente de la República, un vehículo de su comitiva atropelló y mató a un ciudadano.
Bernardino Alegre, un comunicador que estaba haciendo su trabajo fue embestido por una de las camionetas que, contra todos los pronósticos, no se quedó a auxiliar a la persona, sino que consideró que «su misión» es más importante que la vida de un «ciudadano común», un «ciudadano de segunda».
Hasta ahora, habiendo pasado ya varias horas desde el hecho, nadie desde el gobierno se pronunció al respecto, demostrando que para ellos… es un hecho sin importancia. Mucho debe cambiar en este, y en otros aspectos, sin dudas; porque después se quejan cuando el pueblo les da el mismo tratamiento a estos iluminados.
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