La ministra de Transporte del Gobierno del Reino Unido, Trudy Harrison, habló recientemente en una conferencia sobre movilidad, abordando el futuro de la movilidad personal. En sus comentarios, dijo que era necesario deshacerse del «pensamiento del siglo XX centrado en la propiedad de vehículos privados y hacia una mayor flexibilidad, con elección personal y transporte compartido bajo en carbono». Así es, dijo en voz alta la parte tranquila y mostró la mano de un número creciente de funcionarios del gobierno.
Harrison continuó elogiando no solo el transporte público, sino también los servicios de bicicletas compartidas, los e-scooters y las plataformas para compartir viajes. Se supone que todos ellos reducen la cantidad de carbono que el Reino Unido emite a la atmósfera. Como ocurre con todas las opciones, esto tiene un costo, especialmente para quienes viven en áreas rurales.
Además, 300 residentes de Coventry expresaron recientemente su interés en renunciar a sus automóviles personales. Según se informa, la compensación del gobierno sería un crédito de movilidad por valor de hasta £ 3.000. Este programa de crédito de movilidad ha estado en marcha desde marzo de este año, con 73 coches entregados y aplastados. No, esto no es una broma, pero desearía que lo fuera.
Es comprensible que muchos británicos estén molestos por esto. Algunos han preguntado si deberían empezar a montar a caballo en su lugar, todo ello en nombre del «progreso». Otros están vinculando esta declaración de Harrison con la inminente prohibición gubernamental de los motores de combustión interna para automóviles para 2030. Después de todo, los vehículos eléctricos no son exactamente baratos, así que, ¿Qué mejor manera de obligar a las personas a subir al transporte público que poniéndoles un precio para sacarlos del mercado de vehículos?
Por más desagradable que sea la política, si los entusiastas de los automóviles y realmente todos los que disfrutan de ir a donde quieran cuando les plazca en su vehículo privado no comienzan a tomar una posición, nuestras libertades podrían verse severamente restringidas de formas que muchos han pensado que no eran posibles. . No hacer algo para detener este impulso terminará mal para casi todos.
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