Mucho discutimos en estos días de la objetividad al momento de leer información como usuarios de medios de comunicación en cualquiera de sus formas, también del fenómeno de la pos verdad, de la percepción y de la guerra de editoriales al momento de apuntalar proyectos políticos y figuras de la política nacional, en lo que no hemos profundizado es en el ENCONO personal y sus consecuencias, cuando esto se llega a masificar a través de los medios tradicionales de comunicación y en particular en las redes sociales, terreno fértil para alimentar pasiones y despertar reacciones en la opinión pública.
Sabemos que para que un mensaje sea efectivo debe conectarse con el receptor y qué mejor forma de conexión que a través de las pasiones del fuero interior de las personas, la habilidad para manejarlas es explotada de manera efectiva por cierto tipo de comunicadores, aquellos que capitalizan la rabia, el entusiasmo, o el hartazgo de la ciudadanía para conseguir objetivos milimétricamente diseñados para los intereses a los que responden.
Por ello me parece interesante acudir a la RAE, la madre de todas las letras del idioma español para diferenciar los conceptos:
Posverdad: “Es la Información o afirmación en la que los datos objetivos tienen menos importancia para el público que las opiniones y emociones que suscita”.
¿Les parece familiar? Pues es así que los titulares se construyen de manera sensacionalista para conectarse con las emociones que estos provocan.
La percepción: “Primer conocimiento de una cosa por medio de las impresiones que comunican los sentidos”, es parecido, siempre inherente a los sentimientos, a las pasiones del individuo o del colectivo con el que se identifica.
La guerra de editoriales es más elaborada, digamos de laboratorio, cuando se funda en los intereses económicos del grupo empresarial al que responden y que tiene como objetivo principal, prevalecer sobre los demás medios en competencia para lucrar con el negocio de la información.
Ahora bien, lo que me llevó a empezar este artículo es lo que realmente me preocupa:
El encono personal en el ejercicio del periodismo.
El Encono social es: “Animadversión o rencor hacia una persona, especialmente en la forma de enfrentarse a alguien.”
En este sentido, queda patente en la actualidad como muchos medios de comunicación han adoptado esta forma subjetiva de ataque inmisericorde hacia las personas, sin rigor investigativo al punto de disfrazar el encono personal de quienes informan con el ropaje de investigación periodística, con la vehemencia y la repetición de información sesgada para alimentar monstruosas campañas de polarización de las masas para aniquilar civilmente al enemigo coyuntural de los medios en los que trabajan.
Esta manipulación de la opinión pública casi Goebbeliana, pervierte de manera irreparable el rol esencial del periodismo en la democracia, gracias a la globalización el acceso a la información ya no se encuentra limitada a la portada de los diarios, pero, la sistemática manera en la que nos llega información masticada y digerida por los comunicadores es peligrosa, no nos están dando a los comunes la posibilidad de ejercer libremente nuestro derecho a dudar, o de elaborar criterio propio para formar nuestras opiniones tan genuinamente únicas, por ello, es importante identificar los diferentes mecanismos de manipulación para no terminar siendo borregos.
En las redes sociales se crean jaurías de internautas preparados – o no- para atacar blancos sin ningún tipo de límites, aun cuando los ataques no se encuentren en el plano ideológico, sino estrictamente personal para dañar el honor y la dignidad de las personas.
Puedo estar equivocada, pero pensé oportuno decirlo.
Rocío «La Negra» Villalba