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Nakayama, el candidato binacional

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En un escrito anterior, vimos como el candidato a Intendente de Asunción, Eduardo Nakayama (Partido Liberal Radical Auténtico), no tiene reparos ni tapujos para “sentarse a la mesa” con individuos que abiertamente han bregado en favor de teorías de conspiración como “Negacionismo del Holocausto Judío” y otras posturas filo nazis.

Nos dirá el lector (como muchos nos dijeron tras la publicación de ese escrito) que son meras cuestiones de coyuntura política y que además, Nakayama tiene derecho a sentarse a la mesa con amigos. Bueno, de todos modos, a cualquier persona razonable le generaría muchísimas preguntas tener como asesor político a Joseph Goebbels (por dar un ejemplo, pues tampoco queremos caer en la falacia ad hitlerum), pero… queda a criterio de cada uno.

Volviendo al Sr. Nakayama, esto que parece quizás una inocentada o algo casual va conectándose con otros asuntos que nos permiten ver en realidad que no se trata del “gran patriota renovador” que muchos esperan.

Muchos pasan por alto que Nakayama fue por largos años “asesor” de la Entidad Binacional Itaipu. Incluso él mismo lo señala así en su Currículum Vitae, que está disponible en la página web de la Conacyt. También es cierto que Nakayama pasó mucho tiempo en el Brasil, capacitándose y obteniendo importantes diplomas. De hecho, no faltan quienes dicen que el candidato liberal es ciertamente “binacional”, muy “binacional”.

Eduardo Nakayama es uno de los fundadores y además ex Presidente de la Asociación Cultural Mandu’arä. Esta organización de supuestos “jóvenes idealistas”, en sus inicios estuvo integrada, entre otros, por el candidato a Concejal colorado Fabián Chamorro, el “progresista” y también candidato a la concejalía Enrique Cosp, además de muchos otros personajes que actualmente pasaron de ser “jóvenes idealistas” a encumbrados funcionarios de la administración pública como Carlos von Horoch o Germán Romero Nardelli.

Algunos dirán: “no hay nada raro en todo esto”. Pero el problema se exhibe cuando muchos de los que se presentan como supuestos “patriotas” se las pasan escribiendo (o escriben otros y ellos simplemente firman, lo que se llama “ghost writing”, algo que es perfectamente legal) obras históricas en las que dicen o pretenden reivindicar al Paraguay pero que en realidad, solo se encargan de atacar, en algunos casos sutilmente, en otros abiertamente, a las figuras más importantes de nuestra nación en el Siglo XIX. Y todavía peor sería el hipotético caso de que esto se realice con dinero de los contribuyentes.

En este punto debemos ser claros, no tenemos razones para dudar de la honestidad de Nakayama, uno puede ser perfectamente anti-patriota y lo que en nuestro país se llama “legionario”, pero al mismo tiempo ser honesto. Queremos creer que todos los “Manduareños” que hoy forman parte (o intentan formar parte) de la función pública quizás sean profundamente anti-paraguayos en sus obras históricas, pero a la vez gente transparente y honrada.

En el periodo en que Eduardo Nakayama se desempeñaba como director de la mencionada Asociación, absolutamente nadie ocultaba su “anti-paraguayismo” y “pro-brasileñismo”. Muchos compatriotas que con las mejores intenciones buscaban unirse a dicha Asociación, huían despavoridos al ver tanta zalamería (es decir, chupada de medias, hablando en criollo) hacia los historiadores brasileños con sus posturas totalmente contrarias a cualquier reivindicación del Paraguay.

Lo que más indignó en su momento a varios ex miembros consultados para escribir esta nota, era la actitud de Nakayama y otros cuando estaban ante los escritores que venían de las tierras de la poderosa Cancillería de Itamaraty, incluso existen registros fotográficos de los agasajos con que eran convidados estos historiadores brasileros.

En estas imágenes, que pertenecerían a antiguas cuentas de algunos miembros de Mandu’arä, se puede ver el agasajo que se realizó al escritor Francisco Monteoliva Doriatoto, autor de varias obras como “Maldita Guerra” en la que no solo se encarga de proponer una especie de “negacionismo del genocidio paraguayo”, sino que además afirma que absolutamente todo lo que se ha dicho en favor del Paraguay durante la Guerra contra la Triple Alianza (1864-1870) no es sino un “invento”, un “mito del nacionalismo” creado y promovido por el General Alfredo Stroessner por la necesidad que tenía el país de figuras que renueven el autoestima nacional. Tal vez, en lugar de festejar a Doriatoto, lo correcto, como buen paraguayo, hubiera sido defender la calumniada e injuriada figura de los prohombres de nuestra patria.

Eso hubiera sido lo ideal. Que Nakayama, quien se precia tanto de sus obras como supuesto historiador, se encargue de refutar punto por punto a personajes funestos como Doriatoto. Pero no, como el lector puede ver en las imágenes, nada de eso pasó. Al contrario, Nakayama y sus amigos “celebran” el hecho de que Doriatoto vino a “destruir muchos mitos paraguayos”, aunque ningún “mito brasilero” haya sido siquiera cuestionado.

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