domingo, 28 abril, 2024

Macron se desmarca de Occidente y se inclina ante China

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Nahem Reyes
Nahem Reyes
Nahem Reyes es doctor en Historia de la Universidad Católica Andrés Bello y miembro asociado del Centro de Estudios de América de la Universidad Central de Venezuela. Analista político

Pese a que París y otras importantes ciudades de Francia, literalmente arden por los masivos y violentos disturbios en que desencadenaron las protestas contra la ley de reforma del sistema de pensiones promulgada vía decreto (bajo suspensión de discusión en el órgano Legislativo) por el presidente Emmanuel Manuel Macron. Durante los días santos, el mandatario de los galos realizó una visita oficial a China junto a la presidente de la Comisión Europea de la Unión Europea, Ursula von der Leyen.

En una escueta nota de CNN en español publicada el 10 abril, concretamente sobre el encuentro Jinping-Macron, sostiene que: “se va a hablar en serio de la posibilidad de establecer una hoja de ruta para un plan de paz, una guía para un plan de paz en Ucrania”. Subrayando que este tema no fue abordado con suficiente rigor en la pasada cumbre Putin-Jinping, por tanto, este movimiento diplomático del francés redundará en esa búsqueda de Occidente por restablecer la paz.

Más allá de las reuniones de trabajo, las inusuales cenas de gala ofrecidas por el anfitrión Xi Jinping, un recorrido por uno de los jardines de la ciudad de Cantón y la conferencia que dictó Macron en la Universidad Sun Yat-sen, al sur de China donde cuestionó la invasión rusa a Ucrania, la pregunta clave aquí es ¿realmente que busca Macron con el jefe de la tiranía China?

En honor a la verdad y a despecho de la prensa progresista, lo diplomático y los temas de paz fueron meramente cosméticos, pues, en el corazón del viaje estuvo lo económico, como el visto bueno del gobierno chino para que CASC formalizara a la firma europea Airbus un pedido de 160 aviones, en su mayoría de tipo A-320. Además, el presidente Macron estuvo acompañado por una comitiva de altos ejecutivos de las empresas Airbus, EDF, Alstom y Veolia quienes sostuvieron encuentros con sus pares de la ciudad de Cantón, región a la que calificaron como “fábrica del mundo”, según reseñó France24.

Pero no todo quedó allí, tras su retorno del gigante asiático, el presidente Macron concedió una entrevista al rotativo local Les Echos, donde dio unas declaraciones que al menos pueden considerarse de controversiales, teniendo presente que Francia forma parte de la OTAN y que apenas el año pasado suscribió el Nuevo Concepto de Seguridad, donde consideran expresamente a China y a Rusia como “amenazas a la seguridad” del bloque.

El presidente Macron señaló al precitado medio francés: «¿Por qué debemos ir al ritmo elegido por otros? En algún momento, debemos preguntarnos ¿cuáles son nuestros propios intereses? (…) Como se acelere el conflicto entre este duopolio [USA y China comunista] no tendremos tiempo ni medios para financiar nuestra autonomía estratégica y nos convertiremos en vasallos”.

Pero no todo quedó allí, más adelante agregó: “La autonomía estratégica debe ser la lucha de Europa. No queremos depender de otros en temas críticos, porque el día que nos quedemos sin margen de maniobra en cuestiones como la energía, la defensa, las redes sociales o inteligencia artificial el día que nos quedemos sin la estructura necesaria sobre esos temas, nos quedaremos apartados del ritmo de la historia”, según reseñó Europa Press.

Vale acotar que estas declaraciones de Macron tienen lugar cuando China, una vez más, realiza unas abusivas e intimidatorias maniobras militares en la zona del Estrecho de Taiwán y ha contado con el despliegue de 11 buques de guerra, uno de ellos 1 portaviones más 59 aviones bombarderos tipo HC con armamento real, donde el objetivo del ejercicio consistió en simular el bloqueo a la isla de Formosa.

Finalmente, estas declaraciones del presidente Macron son realmente inesperadas y contradictorias, pues, constituyen un nítido esfuerzo por desmarcarse no sólo de Washington sino de la OTAN, alianza militar de la cual Francia es miembro fundador, optando por un aparente “tercer polo” o una suerte de neutralidad en este contexto de Guerra Fría 2.0, pero a la postre, termina siendo un peligroso estrechamiento de vínculos económicos y diplomáticos de la nación gala con el imperialismo emergente de China, traicionado los históricos y tradicionales objetivos tanto geopolíticos como de seguridad regional, entre ellos, un abandono a Taiwán como un aspecto clave de la política de Occidente frente a China en el Indo-Pacífico.

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