Hiran Delgado, conocido también como el “Padrillo Republicano” no es santo de mi devoción, algunos de sus audios me resultan graciosos pero, la mayoría de ellos, me resultan chabacanos y retrógrados.
En uno de esos tantos audios que circulan por redes sociales y en los teléfonos de los paraguayos, Delgado acusó a la diputada Celeste Amarilla y a su difunto esposo de haberle robado al Estado. La diputada, en defensa de su buen nombre y honor, inició una querella al “Padrillo” que culminó con una sentencia de 2 años y 6 meses de cárcel, más una sanción monetaria de 100 millones de guaraníes. Según los dichos de Amarilla, esas expresiones viralizadas le causaron dolor.
Hasta aquí, todo correcto. Pero me llevó a preguntarme acerca de la honestidad intelectual de la diputada, quien asegura (con justa razón), que no se puede andar por la vida insultando a diestra y siniestra sin consecuencias pero, al mismo tiempo, responde a un twit con un sensible y bien intencionado: “hijo de puta ojalá se muera tu esposa para que aprendas a respetar”.
Siento que la condena a Delgado es correcta, pero siento, también, que no tenemos el mismo concepto de respeto con la diputada Amarilla, espero que reflexione y se disculpe públicamente con aquella persona a la que insultó de esa manera desmedida; nobleza obliga, diputada. Recuerde las palabras de Albert Camus: » No hay nada más despreciable que el respeto basado en el miedo «.
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