En esta semana, la noticia monetaria más importante fue que el nivel de endeudamiento de los EEUU alcanzó la inimaginable suma de 31 billones de dólares, es decir, un 31 seguido por doce ceros. Ni siquiera puede escribirse fácilmente, pero es así:
31.000.000.000.000 $.
Al ciudadano común y corriente, esto no le genera mucho más que una impresión rápida: ¿de dónde sale tanto dinero de endeudamiento?
Y la respuesta la dio en su tiempo el presidente del Sistema de la Reserva Federal Estadounidense, Alan Greenspan, cuando dio una entrevista para la cadena NBC el 7 de agosto del 2011:
Así de fácil, ¿queres un dibujito?
Pues te lo hago. Los yanquis son los dueños de la «maquinita de imprimir dólares». La utilizan a mansalva, sin contemplaciones. ¿Tu país quiere un crédito? ¡Te lo imprimimos! ¿Necesitas un préstamo para el desarrollo? ¡Te mandamos el cheque luego de que los amigos de la imprenta mágica hagan lo suyo!
El sistema funciona siempre que haya gobiernos lacayos y abyectos que solamente aceptan la «moneda única» del Gran Satan para comprar y vender. Los yanquis no aceptan competencia en este sentido: es el dólar o es nada.
¿Pero qué pasa cuando aparece alguien que no quiere comerciar con los papelitos mágicos de la FED? Digamos un país suficientemente poderoso, con armas nucleares y submarinos navegando los océanos, como la Confederación de Rusia…
Pasa que esos «papelitos mágicos» se vuelven tóxicos. Son un problema grave para la Reserva Federal que los emitió, tienen que hacer hasta lo imposible para que no regresen a los EEUU, pues serán causantes de inflación.
Los yanquis entonces imponen a sus vasallos que comercien siempre en dólares y que, además, hagan reservas monetarias en dólares, lo que es en resumidas cuentas, el Acuerdo de Bretton Woods.
Pero la cosa se complica y mucho cuando aparecen algunos países que no quieren hacerlo, que emplean sus propias monedas para el comercio internacional y además hacen reservas en diferentes signos monetarios o incluso en oro y plata.
¿Qué pasó el año pasado? Pues que Rusia, en guerra con Ucrania, tocó esa pequeña tecla del piano y tuvo a algunos interlocutores como China, Irán y la India que estaban dispuestos a bailar esa danza. Empezaron a comerciar con sus propias monedas y el excedente yanqui se hizo notar.
Para colmo, los yanquis cometieron otro error. Creyeron que el «petrodólar» iba a ser un sustento inagotable para sus espurias emisiones. Pero olvidaron una famosa regla que Mario Puzo ya puso en boca de Franco Pentangeli, en su novela «El Padrino» cuando discutía con Miguel Corleone:
En este caso, parafraseando, sería:
Ocurrió que Arabia Saudita empezó a soltar la mano a EEUU, olieron sangre en el charco y entendieron que les convenía más liderar al mundo musulmán expandiéndose con los negocios petrolíferos, comerciando en diversas monedas y no aceptando ciertas directivas que antes eran incuestionadas por parte de EEUU.
En pocas palabras: se rebelaron los enanos.
¿Pero qué pasa por acá, por Europa e Hispanoamérica?
Que somos los últimos en enterarnos y nuestros gobernantes son los más leales lacayos y defensores de EEUU. Hasta tenemos gente que quiere «dolarizar» nuestra economía, no les es suficiente con que el comercio se haga a la manera de Bretton Woods.
Para más inri, la Guerra en Ucrania no es suficiente para los yanquis. Esa gran fogata quemadora de excedentes sobre emitidos no les está ayudando todo lo que esperaban. Pensaban que allí podrían hacer desaparecer todos sus dólares, en forma de armamento y municiones, pero no dan abasto: la capacidad industrial de EEUU y sus lacayos en el año 2023 dista mucho de la de 1999, por ejemplo. El «globalismo» les cayó como un hacha sobre el pie. Toda la producción que alguna vez tenía EEUU hoy se encuentra localizada (o más bien, deslocalizada) en diferentes países del mundo, especialmente, ¡oh cielos!, en China.
Entonces, la cosa no es tan sencilla como soplar y hacer botella. Y ni siquiera el dinero extra que hicieron en algún momento, con la «reventa» de petróleo y gas que impusieron a Europa (que tuvieron que dejar de importar el crudo ruso) es suficiente para paliar la situación.
He allí, en resumen, por qué la deuda yanqui trepa cada vez más y por qué el precio del dólar, cada vez más tóxico y envenenado, sube y sube. ¡No es culpa de «nuestra» economía! ¡Es culpa de los dueños de la «maquinita de imprimir billete»!
En lo que sí tenemos toda responsabilidad, es en tener gobernantes ineptos, inútiles e incompetentes que nada hacen para romper con este círculo vicioso y maléfico en el que sufrimos todos por culpa de los delirios mentales de un imperio decadente, hormonado y emputecido hasta el hartazgo. ¿Qué estamos esperando para comerciar directamente entre países hispanos con guaraníes, pesos, reales y demás monedas? ¿Qué estamos esperando para crear nuestra propia «Reserva de Monedas» bien diversa y para tirar a la basura esos dólares tóxicos que nos afectan a todos?
Ya sé la respuesta. Esperamos el permiso del Embajador 108 que, estoy muy seguro, «gustoso nos lo va a dar, solamente sí nos ponemos de rodillas frente a él y miramos hacia Mesopotamia…». Para luego quitárnoslo, como quien quiere la cosa.
Solamente los hispanoamericanos somos capaces de «hacer negocios con Hyman Roth, respetar a Hyman Roth, pero también confiar en Hyman Roth y que Hyman Roth nos la meta hasta el fondo».