En una jugada que revela mucho más de lo que aparenta, China anunció este martes un desembolso de 500 millones de dólares para la Organización Mundial de la Salud (OMS), el mismo día en que el organismo presentó su nuevo plan de pandemias globales. El anuncio llega como respuesta a la salida de Estados Unidos del sistema de financiamiento de la OMS, un hecho que está redefiniendo los equilibrios de poder en el tablero internacional.
Pero más allá del gesto «altruista» de Pekín, lo que se esconde es una avanzada estratégica: comprar influencia, direccionar políticas sanitarias y afianzar su posición como actor dominante en organismos multilaterales. En efecto, mientras Washington da un paso atrás y pide repensar los marcos de cooperación internacional, China avanza con el talonario en mano.
El secretario de Salud estadounidense, Robert F. Kennedy Jr., fue contundente al instar a los países del mundo a retirarse de la OMS y construir instituciones verdaderamente independientes. En un mensaje enviado a la asamblea anual del organismo, advirtió: “Insto a los ministros de salud de todo el mundo y a la OMS a que consideren nuestra retirada de la organización como una llamada de atención”. Para Kennedy, el organismo de Naciones Unidas está moribundo y se ha convertido en una maquinaria burocrática manipulada por intereses geopolíticos y corporativos.
La decisión de Kennedy y la administración estadounidense no es un capricho ni un acto de aislamiento, sino una reacción lógica frente a una organización que durante los últimos años mostró una preocupante dependencia de grandes potencias, especialmente del régimen chino, y de fondos privados con intereses farmacéuticos.
¿Puede la salud global estar en manos de quienes aprovechan las crisis para consolidar poder y censurar disidencias? ¿Es prudente que la gestión de futuras pandemias esté comandada por un organismo que ha perdido legitimidad y transparencia?
Mientras Estados Unidos busca recuperar soberanía sanitaria, China refuerza su injerencia. La pregunta que los países deben hacerse hoy es simple: ¿quién marcará la agenda de la próxima crisis sanitaria mundial?