Usted, mi estimado lector, sabe que en esta sección solemos incluir aquellas noticias que, por su nivel de estupidez, elevan un poco más esa vara que mide el nivel (cada vez más sorprendente) de estupidez humana. En este caso, vino a elevar esa vara la otrora prestigiosa Universidad John Hopkins.
En ese desvarío permanente en el que las universidades del mundo intentan justificar su estupidez, luchando contra el pensamiento crítico y la libertad de expresión, esta universidad determinó que era momento de redefinir la palabra «lesbiana».
¿Lo concreto? Para la universidad John Hopkins una lesbiana es «una persona que no es hombre atraída por personas que no son hombres». Lo que siempre supimos acerca de las lesbianas, que eran mujeres que gustaban de mujeres, resultó ser un error; la mujer no existe.
¿Qué espacio le tiene reservado el futuro a la mujer? Al parecer, ninguno. Pasamos del feminismo radical a la completa separación del «ser mujer» del concepto de mujer, a la eliminación completa de esa entidad por parte de una universidad que supo ser una referencia en cuestiones biomédicas, y ni siquiera nos dimos cuenta.