Durante su visita a nuestro país, InformatePy tuvo la oportunidad de entrevistar a Miklos Szantho, director general y a Vajk Farkas, director de la Oficina de Madrid del Centro de Derechos Fundamentales (CDF), la organización de pensamiento conservador más destacada de Hungría, pudimos conversar acerca de los desafíos de defender los valores tradicionales en un contexto donde el progresismo y la globalización dominan en Europa Occidental y el mundo.
Miklos Szantho explicó que el centro busca consolidar una red internacional de fuerzas conservadoras, un «movimiento antiglobalización global» y detalló la importancia de CPAC-Hungría, el evento anual que se ha convertido en el punto de encuentro de conservadores europeos.
A través de eventos y alianzas internacionales, el centro defiende los principios de «Dios, Patria y Familia» conceptos profundamente arraigados en la identidad húngara y protegidos en su constitución.
También, describió cómo el progresismo, impulsado especialmente desde la izquierda “progre” de Estados Unidos, ha avanzado en Occidente con ideologías como la «justicia social» y la «ideología de género», a las que considera una amenaza similar al comunismo, aunque con métodos modernos como el uso de medios de comunicación y entretenimiento para moldear el pensamiento público.
Destacaron el compromiso de Hungría con la soberanía nacional y las políticas de fortalecimiento familiar, señalando que el gobierno de Viktor Orbán ha adoptado una postura firme contra la inmigración ilegal y a favor de una política demográfica en orden de fomentar la natalidad, en contraste con Europa Occidental. Asimismo, mencionó que esperan que una posible victoria de Donald Trump en noviembre marque un cambio internacional favorable para los movimientos conservadores.
Para quien no lo conoce ¿Qué es el Centro de Derechos Fundamentales?
El Centro de Derechos Fundamentales que nosotros representamos, es quizás uno de los mayor centros de pensamiento de Hungría. Tratamos prácticamente todo tipo de cuestiones, pero nuestra misión más importante es establecer y construir una red internacional para las fuerzas conservadoras, para las fuerzas patriotas. Como solemos decir, una plataforma antiglobalización global.
Uno de los medios que utilizamos para ello es el CPAC-Hungría, que es el encuentro más importante de las fuerzas conservadoras en Europa. Este año ha sido la tercera edición consecutiva. Pero además del CPAC, también dedicamos nuestros esfuerzos y nuestra energía durante todo el año a reconocer y reunir a las fuerzas que profesan los mismos valores que se manifiestan en nuestro lema, que es Dios, Patria, Familia.
¿Cuál fue la motivación para visitar nuestro país a pesar de las barreras geográficas e idiomáticas?
Queremos conocer a nuestros amigos aquí en América Latina y en Paraguay. Queremos conocer nuevas personas, nuevas organizaciones, nuevos aliados. Porque sólo si estamos juntos, si unimos nuestras fuerzas, podemos luchar contra estas redes internacionales que han avanzado, como el Foro de Sao Paulo o, en nuestro caso, la Open Society Foundation del señor Soros.
En esta región, en Latinoamérica, no se suele escuchar mucho acerca de lo que pasa en Hungría y, cuando se lo menciona, es para relatar las sanciones que les impone la Unión Europea o, simplemente, para acusar a Viktor Orban de agitar el “Fantasma del Comunismo”.
Nosotros conocemos muy bien el comunismo porque tuvimos que soportar 40 años de dictadura comunista. Antes, los socialistas, los comunistas, querían hacer exactamente lo mismo que el progresismo está haciendo hoy, desmantelar la Iglesia, la fe en Dios, la soberanía nacional, las familias, querían tomar el control de cómo educar, cómo criar a los hijos al margen de los padres.
La única diferencia entre el viejo marxismo y el nuevo marxismo son los métodos. Es decir, antes había una presión muy dura, incluso con las armas, hoy sus métodos son mucho más suaves, son mucho más indirectos, son películas, series, anuncios y, a través de esto, están tratando de lavar el cerebro a la gente.
Ahora la lucha de clases se llama justicia social. Antes, en la Internacional, el himno de los trabajadores, del movimiento obrero, cantaban que hay que hacer desaparecer la historia, o el pasado, hoy se llama cultura de la cancelación, que no es ni más ni menos que la “censura central” que ejercía el régimen.
El verdadero problema con nuestro gobierno es que la derecha húngara dice no a todo la agenda progresista internacional. Por eso hemos incluido en nuestra Constitución que Hungría respeta sus raíces cristianas, que la madre es una mujer y el padre es un hombre, y que a la vida del feto se defiende desde la concepción.
Hungría es uno de los pocos países europeos que defiende su soberanía más allá de los discursos
Es cierto, nuestro gobierno lleva adelante múltiples políticas o medidas en apoyo de la defensa de la soberanía nacional. Y eso trajo aparejados resultados muy interesantes: por ejemplo, mientras en Europa la tasa de fertilidad disminuye, en Hungría aumenta. Europa occidental quiere resolver el problema demográfico con la inmigración ilegal, la derecha húngara quiere resolverlo con niños húngaros. Por eso, tanto Soros como el presidente Biden y también las instituciones europeas están muy enfadados con nosotros, porque no queremos que las decisiones que se deben tomar a nivel nacional se tomen a nivel internacional. Defendemos nuestras fronteras y no dejamos entrar a los inmigrantes ilegales, mayoritariamente de países musulmanes.
Hace poco Polonia se ha visto políticamente perdida. ¿Creen ustedes que este resurgimiento de las ideas conservadoras de Fratelli d´Italia, de Vox, de la Agrupación Nacional o de ustedes en Hungría, estas ideas pueden penetrar en otras naciones europeas y generar un impulso que pueda modificar las políticas de la Unión Europea?
Es una pregunta difícil, porque precisamente aquí está lo que usted acaba de mencionar, el ejemplo de Polonia y de la derecha polaca.
Aparte de que obviamente apoyaron todas las cuestiones que eran o han sido importantes desde el nivel de defensa de valores, era muy difícil encontrar otro gobierno que haya estado tan a favor de Ucrania como Polonia. Era difícil encontrar otro gobierno que ejecutara tan impecablemente lo que sus aliados occidentales le pedían que hiciera. Y estos mismos aliados occidentales hicieron caer al gobierno conservador polaco.
Hicieron todos los movimientos posibles para que este gobierno, sólo por ser conservador, cayera. La derecha polaca recibió como “premio” lo que el progresismo quería como castigo para la derecha húngara.
En muchos países, la derecha se encuentra en una situación muy difícil. Pero lo que la derecha húngara, la comunidad política de derecha húngara está haciendo es organizarse, reunir todas estas fuerzas en una gran fuerza europea.
Hoy por hoy en Europa, incluso a nivel mundial, ya no se trata tanto de un enfrentamiento entre la derecha y la izquierda. Se trata más bien de un enfrentamiento entre globalistas y soberanistas. Así que si la pregunta es si los soberanistas pueden enfrentarse y luchar con éxito contra los globalistas, entonces la respuesta es sí, hay esperanzas de que así sea.
Hace pocos días publicamos un artículo en el que señalábamos que Hungría era el último bastión de Europa. Porque si bien tienes a Meloni, tienes a Vox, estas son fuerzas que, aunque son soberanistas, son más flexibles en algunos asuntos. ¿Creen que les puede pasar lo mismo que pasó en Polonia? ¿Qué sean invadidos ideológicamente o que tengan que pasar por lo que pasó Moldavia hace unos días?
No tenemos miedo de eso. Lo que hay que saber sobre la derecha húngara es que está bien organizada. Y eso es algo que también vemos aquí en Paraguay, la derecha está bien organizada, es muy profesional en términos políticos.
En los últimos 14 años, desde que la derecha húngara está en el gobierno, se ha convertido en una fuerza muy elaborada, muy organizada y profesional. Se logró eliminar esas estructuras monopólicas que heredamos del comunismo, que estaban bajo el control de los excomunistas o de sus herederos, que hacían imposible en su momento que la derecha pudiera articular libremente sus opiniones y propuestas. Hemos aprendido una regla general, que quizás aquí en Paraguay también se conoce perfectamente, y es que no podemos jugar con las reglas de los progresistas.
No hay que tener miedo a la izquierda. Desgraciadamente, muchos partidos en Europa, muchos partidos que antes eran democráticos han empezado a comulgar con las mismas ideas que defiende la izquierda a nivel social, empezando por el multiculturalismo, la inmigración ilegal, la ideología de género, etc. Hoy en día es prácticamente imposible encontrar cualquier punto de diferencia entre los socialistas y estos antiguos partidos conservadores, pero vamos a seguir dando la batalla cultural para promover las ideas conservadoras, las ideas basadas en el sentido común.