martes, 16 abril, 2024

La guerra perdida de los taxistas contra Uber

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Los taxistas del mundo le han declarado la guerra a Uber. Podrán ganar algunas batallas. Pero la guerra la tienen perdida.

Uber es un servicio digital que les permite a usuarios contratar un automóvil a través de una app en su smartphone. No hay intercambio de efectivo. Un algoritmo calcula el costo del traslado y se le carga a la tarjeta de crédito que tiene el usuario registrada con Uber. A los clientes les ofrece una manera segura, fiable y eficiente de transporte. A los conductores una manera atractiva de ganar dinero al aprovechar un activo que tienen subutilizado (el automóvil).

A los taxistas no les gusta Uber porque les quita clientes. Siendo una de las industrias más reguladas en el mundo, los taxistas no están acostumbrados a la competencia externa. La tecnología disruptiva que introdujo Uber vino a desquiciar su manera tradicional de operar.

Para justificar su oposición a Uber y servicios similares, los taxistas argumentan que esas empresas no pagan impuestos, no cuentan con seguros de daños para sus clientes y son de mala calidad. No me queda clara la validez de esos puntos. Al manejar todos los pagos de manera electrónica (y no en efectivo como la mayoría de los taxis) es mucho más fácil fiscalizar esos servicios (además de hacerlos más seguros para los usuarios). Sobre los seguros, las autoridades pueden requerir que los operadores los contraten; algo que, por cierto, ya lo está haciendo voluntariamente Uber.

Por mucho, la crítica más débil es la referente a la mala calidad. Si el servicio no fuera tan atractivo para los usuarios, los taxistas no se quejarían. Así de fácil. La realidad es que a los usuarios les encanta Uber. Y no solo en la Ciudad de México, sino en las más de 100 ciudades donde opera.

Los cárteles de taxis tienen mucha fuerza política y no se están quedando con los brazos cruzados. Hace unos días, representantes de 4 mil 500 taxistas se manifestaron frente a la sede del Gobierno del Distrito Federal para exigir que se prohibiera Uber. Taxistas de Londres, Berlín y Madrid también han demandado frenar la nueva tecnología. En algunos casos han logrado su objetivo de manera temporal.

Puede que los taxistas obstaculicen el avance de Uber, pero será imposible descarrilarlo. Con una valuación de 18 mil millones de dólares, su fuerza financiera para enfrentar dificultades y seguir adelante es enorme. Sin embargo, la principal razón por la que Uber y empresas similares prevalecerán al final es muy simple: ofrecen un servicio que los consumidores quieren.

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