Mundialmente conocido pedido de socorro que comenzó a usarse a principios del siglo XX, hoy conservo las letras, pero cambiaré el significado para referirme a lo que hace el tío Sam en sus colonias, same old shit (sos), la misma mierda de siempre.
Este excremento permanente fue gestado en los intestinos de la organización más cobarde y criminal de la historia a cargo del tío mencionado o viceversa; la agencia central de inteligencia norteamericana: C.I.A.. A esta compañía también le voy a cambiar el significado de sus siglas para describir una de sus principales funciones comerciales: Cocaine International Agency; Agencia Internacional de Cocaína, es la mayor importadora y distribuidora en USA.
¿No lo sabían? Que inútiles.
Lean este par de libros: “La gran mentira blanca” de Michael Levine, paisano, ex agente de la DEA y “Oscura alianza” del periodista Garry Webb quien terminó “suicidado” de dos tiros en la cabeza. Como lo hizo sigue siendo un misterio. Ambos textos fueron escritos en la década noventosa, espantosa, cuando Bill Clinton, hiper corrupto y violador, ocupaba la Casa Blanca. Este tío primero fue gobernador del estado de Arkansas en los ochenta, durante la cual, en la ciudad de Mena, en 1986, se produjo un incidente que está bien documentado. Incluso se hizo una película al respecto, pero claro, para distorsionarlo, es Hollywood estúpido.
Les cuento mis tibios.
La historia verdadera comienza con el horrendo cuadro de dos niños asesinados y tirados al costado de la vieja vía del tren. Se sabe quiénes fueron los culpables y por qué lo hicieron. Es que presenciaron sin querer algo que no debían ver: la descarga de cientos de kilos de cocaína desde una avioneta por parte de agentes de la mencionada organización asesina en el pequeño aeropuerto de la ciudad citada.
¿Era necesario matarlos? Claro que no, ¡por Dios! No obstante, los asesinos, cobardes de estirpe, así resuelven los “imprevistos”. Los pobres niños no eran ningunos vagos, tenían sus familias y gracias a sus madres hoy se sabe sobre esta tragedia.
¿Estaba Clinton involucrado? No les quepa la menor duda, aunque no directamente en los asesinatos de los niños y en la descarga de la cocaína, pero sí en el encubrimiento de ambos delitos y por supuesto en la autorización de la operación. Con un par de telefonazos a la fiscal general de ese Estado la instruyó en su proceder, lo mismo haría con la fiscal general del estado como presidente de USA.
Así como se hacen películas para distorsionar la realidad de los hechos, también se escriben libros con el mismo fin, como es el caso de Kenneth Bucchi, quien afirma haber sido agente de la organización criminal y que traficó con medio mundo en su libro “C.I.A. ¿Cocaína en América?” Esto ante la evidencia que brotaba públicamente mediante los textos mencionados entre otros, que la C.I.A. estaba involucrada en el narcotráfico hasta el cuello, entonces, a embarrar la cancha para confundir como que de siempre.
Al ser consultada la agencia al respecto del libro de Bucchi, su vocero respondió, y aquí les va: “We can neither confirm nor deny”. ¿Les suena familiar?
“No podemos negar ni confirmar”, que invento más estúpido tratándose de una agencia que se hace llamar de “inteligencia”.
Lo mismo que respondió aquí “mi esposo y yo” al ser consultado por el documento “filtrado” al diario ABC Color. Luego fue a la sede de la embajada, se puso su bermuda, tomó a su perrito, le dio a su esposo un piquito y fue corriendo como nena con trenzas a la marcha de los troles.
El diario mencionado, repugnante “colaboracionista”, suele ser destinatario consuetudinario de ciertas “filtraciones” para perjudicar a ciudadanos que se interponen o meten la mano en los asuntos y negocios del tío Sam en Paraguay. Sucedió con los turcos de Luque caídos en desgracia, por ejemplo, aunque llegaron a lavar 8 billones de guaraníes sin que nadie vea nunca nada, hasta que metieron la mano en la lata gringa, allá en el Paso, no Texas sino Yobai. Así funcionan las cosas por estos lados mis tibios.
Por otros lares también, hacia el Pacífico, en Chile, imagínense que el periódico “El Mercurio” de la familia Edwards llegó a ser unos de los más prestigiosos en Sudamérica cuando que la propia C.I.A. redactaba titulares de sus tapas en la era pinochetista, aquí también lo hacen a veces.
Recurriendo a la Biblia como es mi costumbre, podemos saber qué “diablo”, significa “el que divide”, Oscarci me contó, él pues sabe arameo. El famoso dicho “divide y reinarás” se sigue aplicando y por sobre todo por el maléfico tío Sam, siervo de Satán.
Lo hicieron con Oviedo y Cubas y lo están intentando con Peña y Cartes. Aunque solos no lo pueden hacer, necesitan de los colaboracionistas, como tuvieron los Nazis en la Francia de Vichy, aquí son los políticos “opositores” y la prensa “amiga”, dos caras de una misma moneda de estiércol petrificado.
La excusa es siempre la misma que ya pocos creen ante la evidencia de los hechos, “la lucha contra la corrupción”, por eso no se prestan al debate sino solo a entrevistas de paraguayos cipayos de los medios masivos de desinformación y traición, como la ramera rematada muñequita de trapo, quien le dio la bienvenida en su espacio radial al puto alegre. Yo hice lo propio en el mío cuando eso dedicándole la canción “Puto” de Molotov. ¡Viva la libertad de expresión!
Más de la Biblia:
¿Cómo el representante de la mayor corrupción del planeta hecha administración, del gobierno más depravado y hediondo de la Tierra, trucho e ilegítimo, terrorista incluso, cuya cabeza putrefacta es Joe Biden, va a luchar contra la corrupción?
Consecuentemente, su representante en nuestro país, intrínseca y moralmente corrupto, sodomita irredento e irrespetuoso, quien hace alarde de su condición cuando que nadie le preguntó y tampoco debería ser relevante a su función, sin embargo, nos refriega permanentemente en la cara su perversa inclinación sexual como gran mal educado, tarado y degenerado que es.
No lo nombre, pero ¿me refiero a Marc Ostfield cuando digo puto?
No lo puedo negar ni confirmar, así que vayan todos los gringos a cagar.