No es malo que los políticos reciban críticas, incluso, eso tendría que impulsarlos a mejorar.
Lo preocupante es la confusión que generan quienes se jactan de referentes o analistas políticos, que se presume deberían tener una mínima de noción sobre modelos de gobierno, cuando piden se regule el acceso al poder, limitándose a personas «preparadas».
Es bueno que entiendan que nuestro modelo republicano, tiene como columna vertebral la democracia, un sistema creado precisamente para garantizar el acceso de todos los que tengan una determinada representación social, o al menos esa es su esencia.
Sin perjuicio de la eficacia o no de este modelo o la ingenua ilusión que encierre, lo que deben entender es que, en la democracia, accede el pueblo, supuestamente enviando a uno de sus pares al frente de la batalla política. Así, en teoría, accede al poder incluso el iletrado, siempre que obtenga cierta dosis de aceptación popular.
Ciertos autodeterminados «intelectuales» insisten en un modelo que está muy lejos de ser más efectiva y que era sostenido por el propio Platón, padre del idealismo y al que denominaba sofocracia o gobierno de los sabios, que por cierto, su idea desembocó en sangrientas tiranías como el denominado «despotismo ilustrado».
Aunque sea una paradoja, a los «genios del análisis político» no les vendría mal una dosis de lo que ellos mismos crítican; un poco de conocimiento a la hora de hablar de lo que no se entiende.
En síntesis, criticar es bueno, pero de ahí a querer imponer un modelo ideal, primero deberán cambiar las reglas y convertir la República en una sofocracia, (sofos=sabios) Aristocracia (arete=virtud) o Plutocracia (Pluto=Dios de la riqueza).
