“Nosotros somos el presente y el futuro del país”
dijo una estudiante universitaria
“Nosotros los estudiantes somos valientes”
dijo otro estudiante
“Los estudiantes son la esperanza de un renacer en Paraguay”
exclamó una exsenadora refiriéndose a los estudiantes universitarios
Todas estas declaraciones se dan en el marco de focos residuales de protesta universitaria, fogoneados desde ciertos grupos de prensa y desde una desarticulada oposición. Grupúsculos de estudiantes universitarios protestaban primero por blindar el ya blindado “arancel cero”, para posteriormente mantener sus medidas de fuerza, una serie de tomas de recintos universitarios, por otros motivos. Mi punto ni siquiera es discutir eso, sino advertir la deliberada mistificación política del estudiante universitario a la sombra del antiguo mito del buen salvaje.
“El buen salvaje” es una elaboración sociológica, un personaje social que nunca existió, creado y utilizado premeditadamente para mistificar, canonizar y sacralizar a los aborígenes americanos frente a la acción colonial. Es una estrategia retórica y propagandística para desacreditar a “los malvados españoles” o “malditos ingleses” y, por lo tanto, parte de la leyenda negra de la historia americana. El mito consistía en que en el “Nuevo Mundo”, los amerindios, eran seres amorales, sin maldad en sus corazones, sin envidia, alejados de los vicios de la civilización, sin ambiciones, que vivían pacíficamente compartiendo sus bienes, en una sociedad sin contención y sin violencia.
El mito del buen salvaje ha sido usado como prototipo de otras mistificaciones políticas, donde se ha querido establecer la bondad absoluta y el desinterés genuino de grupos de interés con el objetivo de buscar poder. “El campesino es bueno, noble e inocente y solo quiere el bien”, es el sujeto político de la reforma agraria; “la mujer es buena, incapaz de violencia, incapaz de mentir, bondadosa y sacrificada”, es el sujeto político del feminismo radical; “el obrero es generoso, desprendido de lo material, solidario”, es el sujeto político del marxismo; “el guerrillero es valiente, idealista, justiciero y abnegado”, es el sujeto político del guevarismo. El mito del buen salvaje ha sido reinventado una decena de veces para consolidar sujetos políticos de cara a proyectos de redistribución de poder político. Estas elaboraciones sociológicas no son simples construcciones retóricas o poéticas, sino que tienen fines políticos, es decir, con respecto al poder buscan conquistarlo, aumentarlo, mantenerlo, dividirlo o administrarlo.
En nuestro caso sectores de prensa con una agenda política carnívora y una oposición exangüe resucitan el típico sujeto político de emergencia desde aquel mayo francés, el “estudiante universitario” y lo revisten, a punta de pura demagogia, de todas las virtudes morales necesarias para crear un santo secular. “Los estudiantes valientes”, “los estudiantes luchan por lo justo”, “los estudiantes desafían a la corrupción”, “los estudiantes pelean por sus derechos”, “los estudiantes organizados”. Es así que ese cúmulo de virtudes, ese sujeto político elaborado utilitariamente, ese idiota útil denominado “estudiante universitario” es nuestra versión autóctona del mito del buen salvaje, convocado con fines poco virtuosos: desestabilizar a un sector político que recibió un mandato popular de gobernar, ganando por más de 15 puntos porcentuales a la siguiente alternativa electoral.
Operar ad nauseam para oponer las virtudes cívicas de “nuestro buen salvaje”, “el estudiante universitario”, a la desgastada imagen de la corporación política, con todos sus vicios, defectos y fallas, es la estrategia discursiva, propagandística y política de los que buscan a toda costa el motivo diario de desestabilización en cada entrevista, tuit o intervención.
Pero lo cierto y lo concreto es que los estudiantes universitarios no son ángeles, no son el “buen salvaje”. Son adultos, personas de carne y hueso, con sus miserias y falencias, con sus aciertos y méritos, que engañan y mienten, pero, sobre todo, individuos, que también operan bajo los incentivos omnipresentes de los intereses personales, iguales de mezquinos que los de los políticos. Es mentira que los estudiantes universitarios sean seres de luz, que actúan más allá del bien y del mal, empujados solamente por nobles y puras motivaciones sociales. La maliciosa mistificación del sujeto político “estudiante universitario” poco tiene que ver con las necesidades reales del estudiante promedio, y mucho con las necesidades de una oposición impotente y una prensa con agenda política carnívora que buscan desesperados hacer de cualquier chispa, un incendio y de cualquier resentido, una bala de cañón.
Totalmente de acuerdo….
Excelente reflexión. La comparto plenamente.