Por José Maria Quevedo
La oposición paraguaya construye un relato ficcional que va contra la percepción del ciudadano común. Es un error permanente que se ha vuelto característico en un sector que sigue sin entender la importancia de trabajar una estrategia comunicacional y discursiva razonada, sólida y coherente.
Efraina
Escuché atentamente la entrevista que Edgardo Romero y Marcos Cáceres le hicieron a la senadora expulsada en su programa NO TIENE NOMBRE que se emite por ABC Cardinal.
Lejos de aprovechar la oportunidad que las circunstancias le ofrecían para convertir su expulsion en un activo, Kattya González retomó el discurso victimista, anti-Cartes y Anti-ANR que llevó a la triple derrota efrainista. Tan similar fue su discurso que hizo la misma diferenciación entre colorados que tantas veces hizo el tres veces derrotado candidato liberal a la presidencia: “No son todos los colorados, hay muchos colorados de bien que se acercaron para darme su apoyo y que no están de acuerdo con la forma en que el cartismo etc, etc, etc…” Llamativo. Y coincidente.
Le falta solo plantear la dicotomía “patria o mafia” y fruncir el ceño.
Pero Kattya inició su intervención con una insólita denuncia:
«Existe un plan para deslegitimar el Congreso» dijo. ¿En serio? A ver: si hay una institución que no necesita ser deslegitimada es (precisamente) el Congreso. El Congreso contra el que ella misma se plantó durante los After Office Revolucionarios de 2012 gritando “SENARRATAS! DIPUCHORROS!” y que acaba de echarla. Tratar de imponer como CAUSA la defensa de una institución que el 98% de los paraguayos no respeta (Latinobarómetro 2020) no parece la estrategia más acertada.
Este es otro error que Kattya suele cometer; creer que sus preocupaciones son las de toda la ciudadanía. Y por eso plantea luchas que no movilizan en lo más mínimo.
Para ponerle el moño, la exsenadora se puso bajo el ala de la Embajada de los EEUU, los medios y los grupos de poder: el sistema.
“No se trata de Kattya, se trata de la democracia”
“Democracia”. Esa es la palabra, el concepto elegido por la oposición para vender su causa. Otro error en un país que acaba de decirle también a Latinobarómetro que en un 68% apoyaría un gobierno no democrático “si resuelve sus problemas”, en un 64% aceptaría un gobierno militar “si las cosas se ponen difíciles” y está convencido en un 82% que los partidos políticos “no funcionan bien”. En términos prácticos la oposición llama a defender un sistema en el que la gran mayoría ya no cree.
En el evento en que se presentó el Frente Democrático Opositor, el principal orador, el liberal Líder Amarilla inició su alocución diciendo: “Aprendimos y no vamos a volver a cometer los errores del pasado”, para inmediatamente empezar a cometer los errores del pasado.
Entre otras cosas, aseguró que los colorados “son minoría” (“Gobiernan con el 34%”) algo difícil de asimilar en un país donde la ANR gobierna 15 de los 17 departamentos, triplica en intendencias a toda la oposición, tiene amplia mayoría en la Cámara Baja y controla el Senado.
Al igual que Alegre, todos los liberales y opositores que hicieron uso de palabra; usaron a Horacio Cartes como blanco de sus ataques, dándole la centralidad y el rol del político más importante del país.
Pero ese no es el mayor error. El nuevo frente tiene al PLRA y sus problemas como eje vertebrador lo que terminará por trasladar la crisis del centenario partido al nuevo espacio.
En síntesis; el Frente Opositor tiene como discurso: el victimismo, el anti-cartismo y el ANR Nuna Más. Su agenda es la de los medios y los grupos de poder y el objetivo echar a la ANR del poder.
Así las cosas, los colorados pueden gobernar tranquilos por mucho tiempo.