sábado, 23 noviembre, 2024

El asalto del sentido común en el Centenario

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Adan Amarilla
Adan Amarilla
Docente, entrenador, coordinador de proyectos.

El carácter insustituible del resultado

Todo análisis parte del resultado final y concluye en él; lo condiciona en el tono y la intensidad de la crítica y el estudio. El de esta noche es uno auspicioso, aunque a medias. El empate nos deja en zona de clasificación directa, al cumplirse la fecha, y significa un colchón importante para el duro duelo del próximo martes versus Brasil.

Por último, es una paridad contra un rival directo en la disputa por la clasificación.

El sentido común acude al salvataje

En el análisis previo, las dudas eran múltiples, sobre la gestión en las cuatro (cinco) fases del juego. Nos sentíamos endebles porque no habíamos conseguido desarrollar las facetas del juego con la solvencia para aspirar al deleite onírico con el clima catarí.

Fue entonces que el sentido común acudió a la construcción del resultado desde la apuesta del 11 que saltó a un Centenario de un césped deslucido en color y forma. Robert Rojas y Omar Alderete en línea defensiva y un medio más nutrido fueron las decisiones de Eduardo Berizzo para pelear el partido.

Porque de eso se trataba: de pelearlo.

El revival del «nuestros pechos serán las murallas»

La amenazante presencia de Luis Suarez, respaldado por Matías Viña, el del Palmeiras, hacía presagiar la amenaza en los cálculos previos. Pero, lo dicho, el sentido común primó, y Paraguay retornó en parte a sus puntos fuertes: fortaleció la línea de cuatro con, justamente, cuatro centrales.

El «diario del lunes» destaca en primera plana un enfático titular que aplaude las decisiones tomadas por el entrenador. Rojas y Alderete devenidos en laterales de corte defensivo tuvieron alta injerencia en la solvencia de la línea defensiva. Paraguay lució siempre organizado defensivamente, y a partir de ahí, ejerció la defensa propiamente dicha.

En la zaga central, Fabián Balbuena pagó la nominación, y junto con Gustavo Gómez se encargaron de ganar buena cantidad de duelos frente a delanteros de la temeridad de Suarez. Una buena más de Berizzo: Gómez como central por izquierda para tomar los desmarques de Suarez sobre la zona de gatillo de su derecha letal.

No se defendió a la heroica como en mil y una noches de eliminatorias, pero flotaba en el aire un halo de «nuestros pechos serán las murallas» que presagiaban sufrimientos varios, pero gozo al final.

Misión: no perder el mediocampo

Estrategia: poblarlo. Berizzo puso a los tres volantes clásicos de la era con Gastón Giménez como pivote para sostener, tal vez, una leve esperanza de generar juego a partir de su primer pase.

Los laderos Matías Villasanti y Ángel Lucena para barrer en vertical y horizontal y saltar pronto a la presión cuando el medio celeste se preparaba para generar balones para Suarez. ¡Que los centrales uruguayos jueguen en largo!

Como para la Albirroja, la manta siempre es corta y no alcanza a cubrir pies y cabezas, había que tomar decisiones estratégicas: los volantes más ofensivos como Oscar Romero y Miguel Almirón estuvieron más cerca de los primeros citados para nutrir con cinco un medio que, de no ser por esa decisión, perdería quizás ante un medio celeste mejor dotado técnicamente.

La manta corta

¿Dónde se ve la menor calidad o jerarquía de un equipo? Pues, por ejemplo cuando para defender se recurre a poblar zonas y defender a partir de superioridad numérica antes que por capacidad individual y de sistema. La línea de cuatro paraguaya nunca dejó de tener esa cantidad, siendo superiores a quienes atacaban.  

Lo mismo en el mediocampo. Cinco volantes paraguayos juntos, en largos pasajes del juego, dificultaban la progresión charrúa y obligaban a estos a lanzamientos frontales desde muy lejos y con su línea de volantes desconectada por la población paraguaya.

La manta era corta. Como siempre. Y Ángel Romero asumió las del Llanero Solitario que tantas veces presenciamos en noches complejas como la de esta jornada: se las agenció para pelear con los reconocidos centrales uruguayos; perdió más de lo que ganó, pero sí pudo entregarse íntegro a la causa. De vez en tanto, lo acompañaba ora Oscar ora Miguel. Igual, era poco para ilusionarse.

La pregunta del millón de dólares: ¿a qué se jugó?

Fue un partido de aquellas selecciones, guaraní y charrúa, de gran parte de los 80´y 90´. Disputado en cada balón, con cierta intensidad en la marca, piernas fuertes.

Abuso de balón directo. Paraguay lo utilizó como despeje cuando Uruguay amenazaba copar el rancho. Los celestes, en cambio, como recurso para llegar pronto al autogestionable delantero que es Lucho.

¿Pudieron hacer más? Paraguay, jugar más con el balón, no sé si pueda elevar demasiado su nivel. Es un déficit profundo, desde las bases. Por eso las decisiones de los hombres, el esquema y la estrategia fueron de pleno sentido común por parte de Berizzo.

Sin embargo, es necesario en pensar en algo más porque también hay que ganar de local. Y se viene Brasil.

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