La nueva propuesta de reforma de los Tratados supone el último paso de una serie de intentos hacia la creación de la Unión Europea como un ‘superestado’, lo que en la práctica supone la creación, de facto, de lo que algunos llaman los ‘Estados Unidos de Europa’. Según lo comunicado por la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, avanzar en esta construcción –junto a la ampliación con nueve miembros más en 2030– sería el centro de su política en la próxima legislatura.
La Unión Europea ha sufrido varias transformaciones desde que comenzara a andar en la segunda mitad del siglo XX. Lo que empezó como una alianza económica, hoy se ha convertido en un Leviatán político cuya capital, Bruselas, ejerce una fuerza centrífuga sobre el resto de los socios apoyada en el eje franco-alemán.
Aunque la exministra alemana de Defensa aún no ha hecho oficial su candidatura, todo el mundo da por hecho que desea continuar al frente del Ejecutivo comunitario. Un segundo mandato no es habitual, lo que la convertiría en la mujer con más poder de la historia de la UE.
Alemania, Francia y Portugal son algunos de los países que han presentado propuestas para la reforma de la UE. La excusa es que, cuantos más miembros sean, más difícil será la gobernabilidad. Esto es un hecho innegable, pero detrás esconde lo que los conservadores temen: la eliminación total de la soberanía de los países y la dominación total de la UE por parte de los países con más peso.
De avanzar en las propuestas adoptadas por la Eurocámara en Estrasburgo, la Comisión se arrogaría de manera oficial muchas de las competencias que ha ido erosionando a los socios comunitarios: política exterior, defensa, educación… Los Estados-nación como los hemos conocido dejarían de existir.
«El mes que viene, la Comisión expondrá nuestras ideas en un comunicado al Parlamento Europeo y al Consejo, antes del debate de los líderes organizado por la presidencia belga», dijo Von der Leyen. Las prisas están justificadas con las elecciones a la vuelta de la esquina. Por otro lado, todo el arco parlamentario opuesto a la derecha conservadora e identitaria sabe que, de llegar estos últimos a tener más peso, dichas reformas ser verían paralizadas o, al menos, entorpecidas.
El gran escollo para Von der Leyen será el presupuestario. Todo plan político que no incluya unas cuentas realistas será rechazado por partidarios y detractores del proyecto. Las arcas de la UE en este momento están bajo mínimos y el Consejo todavía está en proceso de aprobar el nuevo presupuesto plurianual 2021-2027. A esto se le suma el pago de la deuda, y las ayudas necesarias en los fondos de cohesión que serán absorbidas, en gran parte, por una Ucrania devastada por la guerra con Rusia.
Con información de El Debate