domingo, 17 noviembre, 2024

Los 12 mejores álbumes del rocanrol paraguayo

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Como estamos en fin de año, en las Fiestas Navideñas, pareció un buen momento para escribir algo de miscelánea. Para «descontracturar» el ambiente ya que está yéndose el tóxico y pesado año 2023.

Se escribieron muchos libros sobre la historia del Rocanrol en Paraguay. Algunos pasaron desapercibidos, otros fueron muy criticados. No entraré en esta discusión.

Me animaré, sin embargo, a hacer lo que, creo (pero no me consta) nadie hizo anteriormente. Un «ranquin oficial» de los 12 mejores álbumes del rocanrol paraguayo de todos los tiempos. Ahora, antes de empezar, deberé establecer ciertos «criterios de evaluación» según los cuáles estoy incluyendo a los discos que aparecerán en esta lista. Pues bien, los parámetros son los siguientes:

1- Deben ser «álbumes de estudio», esto es, una grabación más o menos «profesional» de canciones propias del artista, según como estas deberían sonar acorde al criterio de los creadores y productores del disco.

2- Debe ser «rocanrol». Me dirá algún perdido que esto es «subjetivo», y le respondo que tiene que leer y memorizar toda la Suma de Teología de Santo Tomás de Aquino antes de venir a discutirme sobre la «subjetividad del rocanrol». En cualquier caso, el criterio de «rocanrol» de Emilio Urdapilleta consiste en que debe haber: síncope más o menos intensa en la ejecución acompañado del famoso «back beat» de la batería, distorsión amplificada de los instrumentos musicales tradicionales (especialmente la guitarra), ritmos generalmente de 4/4 compases, aunque no exclusivamente; finalmente, mayor o menor «virtuosismo» de los artistas en la composición y la ejecución de su música. Para todo lo demás, la definición de «rocanrol» se comprenderá mejor al verse a los artistas que aparecen en la lista.

3- No debe ser «cachaca». Nada tengo en contra de este género musical, pero es bastante evidente la diferencia entre la «cachaca» y el «rocanrol». Incluyo como «cachaca» al reggaetón, al ballenato, a la cumbia en sus distintas formas (aunque hay un debate sobre si la «villera» puede ser considerada como «rocanrol», cosa que no discutiremos aquí), a las rancheras mejicanas y todos estos ritmos de índole popular que no encajan en la definición establecida por el punto 2.

4- No debe centrarse en ser música «bailable» en sí misma. Explico: un ser humano puede danzar, sí quiere, al ritmo de «The Ripper» de Judas Priest. Pero esta canción fue compuesta intencionalmente como una muestra de virtuosismo y agresividad musical, no para «bailarse en pareja» en una discoteca. En contrapartida, tenemos por ejemplo «Holiday» de Madonna, que evidentemente, es una canción «bailable» y hecha con el propósito de «gustar» a la gente en ese sentido específico. Esta es una de las principales diferencias entre la música «pop» y la música «rock». La primera se hace con la intención de que «guste a las masas y que sea bailable». La segunda puede tranquilamente «no gustar a las masas» y no necesariamente tiene que ser «bailable». La «intencionalidad» es clave en esto. Alguno me dirá que el «headbanging» es una forma de «baile»; es posible, ciertamente… Y un Profesor de Danza añadirá que «a cualquier música se le puede poner coreografía». Cierto también, pero de nuevo, la clave aquí es la «intencionalidad». Cuando Quorthon compuso «Under the Sign of the Black Mark», probablemente en lo último que pensó fue en que eso tuviera que ser un álbum para «bailarse en la discoteca», sino para que sea una demostración de la genialidad y maestría de la composición y la ejecución a la hora de interpretar sus instrumentos musicales y vocales. Pero para complicar un poco más la cosa en este punto que siempre será «debatible», también existe el llamado «Pop Rock», compuesto intencionalmente para que sea «bailable» pero con las características generales, aunque más suavizadas y digeribles, del rocanrol. Sin duda que la discusión sobre la «delgada línea» que divide al Rock del Pop nunca se va a resolver de forma práctica, pero para eso tenemos a este ranquin: aquí vamos a definir, por los efectos prácticos (las obras) lo que es «rocanrol paraguayo».

5- Por último, deben ser «álbumes de estudio» grabados más o menos con técnicas profesionales. No se aceptan EPs, ni «Compilaciones», ni discos «en vivo», ni «demos». Con todo el dolor del mundo, esta barrera debe ponerse necesariamente. Para mí, el mejor disco de rocanrol de todos los tiempos es «Made in Japan» de Deep Purple, que es una grabación en vivo. Pero aquí solamente hablaremos de «álbumes de estudio».

Habiendo dicho todo esto, pasemos a la lista de los 12 mejores álbumes de la historia del Rocanrol Paraguayo, en orden ascendente.

13- Menciones de Honor: Dignos de Resaltar.

Hay muchos discos que quedaron allí, flotando, a punto de acceder al ranquin. Quizás si escribía este texto en otro día, alguno hubiera entrado en la lista y otro hubiera salido de ella. De cualquier manera, estos artistas merecen ser mencionados como igualmente geniales. Aquí cito sin un orden particular.

Powerdrive: «Algo Arde» (2007). Es un demo pero tiene el tema que puede considerarse «himno» del Metal Paraguayo: «Las Últimas Huestes del Mariscal», canción que fue versionada por innumerables artistas.

Ese Ka’a: «Verde» (2005). Con una serie de éxitos pertenecientes a la «década dorada» del rocanrol paraguayo, en los años 2001 – 2010; hicieron popular al «ska punk» en el país, con toques de «re-gay» o más bien, «reggae».

Rushmore: «Kingdom of Demons» (2015). Una excelente muestra de «Power Metal» hecho en Paraguay, con virtuosismo y técnica. Un temazo del disco es «Crusader», pero no de Saxon, me atrevo a decir que mejor incluso que el de Saxon…

Los Hobbies: «Quiero el Corazón de María» (1992). Dignos representantes de los «precursores» del Rock Paraguayo de las décadas de 1970 – 1980. El disco es más «pop» que otra cosa y contiene al clásico «San Bernardino».

Gaudí: «Radio Fábula» (1997). Un disco visionario que marcó tendencias en la naciente escena roquera del país, con sensible influencia de Soda Stereo en su estilo. Debo decir que hasta ahora tengo remordimiento por no ponerlo en el puesto 12 del ranquin… Definitivamente, es difícil empezar… Definitivamente, quiero volver… ¡Dios mío, cuánto talento hay en Paraguay!

Deliverans: «Fluye Sangre Fluye» (1999). Con estilo bastante «progresista», con excelentes temas como «La Cumbre» y canciones muy «chiaolocas» como «Mariscal Morsa», pero dentro de la idea roquera de que hay que golpear contraculturalmente, aunque no sea tan «contracultural» en sí mismo hacer esa sátira. El álbum fue sumamente influyente pero precisamente por la canción «Mariscal Morsa» queda fuera del ranquin final.

Rolando Chaparro: «Hoja de Rutter» (2010). Bien roquero tradicional, con la estructura blusera y con algunas canciones lentas pero con energía, polenta, pasión. El solo de guitarra del tema que da nombre al álbum, aunque cortito, es vibrante y efectivo.

Kuazar: «Hybrid Power» (2023). Excelente producción, excelente habilidad técnica de los intérpretes en este «thrash violento y virulento» con canciones en la línea macho alfa pecho peludo como «Machete che Pópe», ne añamemby. No entra en el ranquin porque… Es muy nuevo el disco, hay que darle algo de tiempo…

12- Muiredeach: «Tales» (2014).

Metal Melódico con toques de Power, hablando de fantasía, «calabozos y dragones», con voz femenina y enorme calidad técnica. Me recuerda un poco a Épica, a Blind Guardian, a Rhapsody… Algunos detalles de la producción me producen ciertas críticas, pero el disco en general es excelente. Digno de destacar que se animen a explorar al máximo las posibilidades artísticas de este género; quizás podrían hacer un nuevo disco y hablar más de la mitología guaraní con el toque de Power Melódico que les caracteriza.

11- Marcela Lezcano: «Cambio de Vida» (2017).

La única solista del ranquin, talentosa y exploradora, más en la línea «pop rock» de Gaudí aunque con sus propias características, incorporando elementos de soul y de folk hispanoamericano; Marcela tuvo una época más «hard rock» en bandas anteriores, pero en este disco en solitario, con una producción brillante, ella «fluye» más y parece haber encontrado su estilo. Aunque quizás le venga bien estar en una «banda de rock», quizás puede intentar un poco de Metal Pesado bien Sinfónico con ese timbre de voz único que tiene la artista; pero esos ya son mis gustos personales. Lo cierto es que las letras de este álbum son un encanto, muchas de ellas son verdadera poesía como para acompañarte en la cocina, en el shopping, en el automóvil, ere erea. Además, creo que ella es la mejor representante de la «escena actual» del Rock Paraguayo, con todos esos elementos de «fusión» que sobreabundan últimamente.

10- Paiko: «Azules y Desiertos» (2002).

Aquí se viene Don Noel… Aquí se viene Don Noel… Este álbum quizás no envejeció bien en lo referente a su producción de sonido y demás detalles técnicos. Sin embargo, sin posibilidad de equívocos, digo que esta banda clásica fue la pionera, estuvo a la vanguardia de lo que fue la «década dorada» del rocanrol paraguayo y precisamente lo logró gracias a este disco de estudio, con temas como «Al Todo o Nada», que cuenta la leyenda, fue el primer videoclip de un grupo paraguayo que salió en la MTV, aunque nunca logré comprobar que esto sea cierto.

9- Patriarca: «Cargado de Acero» (2013).

De nuevo, Heavy – Thrash paraguayo que nada tiene que envidiar a los mejores del mundo. Una tormenta de riffs y de rifirrafes, con una batería que marca presencia y un vocalista con poderosísima actitud. «No importa la adversidad… El sueño no morirá… Y ahora se vuelve a escuchar… Tantantan tantantan… El rugir del león». ¿Quién sos, Exodus? ¿Quién sos, Anthrax? ¡Patriarca es la onda!

8- Flou: «Ataraxia» (2003).

En la «década dorada» surgió Flou, banda que ya deambulaba anteriormente buscando su sonido y su oportunidad. Hasta que llegó «Ataraxia», una bomba atómica de lo que llamamos «Nü Metal», con riffs bien podridos y distorsionados, con mucho énfasis en el impacto, en el «back beat» batero, yendo directo al punto sin muchas volteretas, pateándote en la cara sin pérdida de tiempo. Este álbum también es brillante por el instante en que salió, capitalizando al máximo la tendencia de esos años en los que el «Nü Metal» pegaba fuerte. La producción es sublime, resistió al paso del tiempo. Hay verdaderos himnos del rock paraguayo en este material titánico parido en tierra guaraní.

7- Funeral: «Marching to Fire» (2006).

Continúa la supremacía del «Metal Paraguayo» en este ranquin, y es que no hay con qué darle a nuestros metaleros. Cada uno, en su estilo, derrocha genialidad y talento. Están varios peldaños por encima, en general, y Funeral lo estaba en particular con este discazo, punto culminante de una extensa carrera haciendo pinos no sólo en nuestro país sino también en naciones vecinas, donde se ganaron el respeto de muchos y pusieron a Paraguay en el mapa metálico. «Death Metal» asunceño que incorpora elementos criollos y nativos, como el caso de un peculiar punteo digno de Mangoré en la introducción al temón «Kill’s Solution».

6- Rebolver: «Ka’iMonoMacaco» (2004).

Desde Alto Paraná, con amor, con sentido del humor, con toda la onda, bien campestre y bien roquero. No fueron los primeros en cantar en portuñol-guarañol-español (Deliverans lo hizo un poco antes) pero llevaron esta práctica multilingüe al máximo nivel. En cambio, sí fueron fundamentales para esa «década dorada» del rocanrol paraguayo, con «hits tras hits» en este disco fundamental para nuestra musicología. Cada canción es una fiesta y una experiencia en sí misma, hasta podría decirse que «se alinearon las estrellas» cuando sacaron esta placa. Un poco de Rage Against the Machines, un poco de System of a Down, un poco de estilo altoparanaense bien KKto ñembo macho, algo único e irrepetible a fin de cuentas. Los amigos de Ciudad del Este deben responsabilizar a la gente de Rebolver por los memes en donde la gente de esa localidad es representada como «DJ Fanky carona tudu beim Paranalander». La producción: excelente.

5- Viernes 13: «Con las Manos Manchadas de Sangre» (2013).

Supremacía del Metal Paraguayo. En este caso, estos muchachos de Fernando de la Mora lanzaron una placa potentísima, con influencias de Iron Maiden y Judas Priest, pero con las peculiaridades propias de nuestra cultura, con letras digeribles, con sonido bien capturado por la producción, canciones con buenos estribillos para el «pogo» y la sacudida de cabeza, con solos de guitarra bien a lo Ritchie Blackmore, o a lo K. K. Downing, tal vez. Esta obra, quizás infravalorada, merecía mucha más difusión por parte de la radiofonía paraguaya. Puntos extra para una de las mejores portadas de un álbum de rock nacional. Por los caminos del rock… Quiero seguir…

4- Sabaoth: «Les Illuminations» (2008).

No apto para débiles de espíritu, es una obra que abre muchas compuertas y penetra en terrenos baldíos, oscuros, lóbregos, mortuorios. Pero a la vez, tiene instantes de paz, como sinfonías envueltas en medio de la cruel oscuridad. Es un disco bastante visual, es como que produce imágenes, tiene mucho de atmosférico y escenográfico. Es Black Metal con toques melódicos y sinfónicos, algunos dirían Gothic Metal. El trabajo del vocalista es simplemente alucinante. Me recuerda a algunas bandas súper oscuras que solía escuchar en mi «juventú divino tesoro», a las que prefiero no nombrar. Bueno, una de ellas es la británica «The Axis of Perdition», un Black Metal más industrial que gótico, pero parecido en esencia a esta propuesta impresionante y genial de Sabaoth, Made in Paraguay.

3- Steel Rose: «Angelis» (2000).

Con toda la potencia de las guitarras distorsionadas, una sacudida constante de riffs y bastante bien ajustadas letras dentro de una estructura rítmica que mete latigazos a diestra y siniestra. Todavía más espectacular es que en este disco, todo lo hicieron en lengua española. Muchas veces existe el prejuicio de que solamente en inglés puede «sonar bien» el metal pesado. Steel Rose muestra que eso es una impostura y una gran mentira. Es todo cuestión de componer de manera pulida, con excelente musicalidad a la hora de insertar las líricas dentro de la música. Además, cuenta con una producción muy buena, quizás una de las mejores en los álbumes de metal paraguayo. Volverán clamando… La sangre de más cuerpooooos… y entra un solo de guitarra eléctrica que te derrite el cerebro.

2- The Profane: «Chaosbreed» (2007).

Empieza con un discurso (muy bueno, por cierto) de un famoso general paraguayo que gobernó como Presidente de la República casi 35 años. Nunca puede ser malo algo que contiene a esa simpática voz. Desde luego que en dicha canción hacen «mierda» a ese mandatario innombrable, y también te lanzan una patada voladora junto con un gancho a la mandíbula, de principio a fin, con 11 «temardos» brutales, con un Death Metal con toques de Speed. No hay un solo momento desatinado, todo es una avalancha de brillantez, potencia, destrucción. Es una ametralladora disparando diez mil ráfagas por minuto. La producción, además, es excelente.

1- Corrosión: «Report of Exploitation» (1993).

Supremacía del Metal Paraguayo. La obra maestra. El Supremo Dictador. El Karai Guazú. El inalcanzable. El José Luís Chilavert. El Mariscal de Acero. El Macho Alfa Pecho Peludo. El Cogerman. El Animal. La Bestia. Imperator Mundi. El Alfa y el Omega de nuestro rocanrol. Nada antes, nada después. Cuenta la leyenda que este disco corrió por Brasil y se hizo hasta lo imposible para que Corrosión no haga giras internacionales porque dejaban en ridículo a los metaleros brasileños. Me atrevo a decir que este álbum está en el top 5 de las mejores obras del Heavy Metal en toda Iberoamérica. Seguro que tiene cosas en su producción que son «remasterizables» pero igual, así como suena desde 1993, es majestuoso (trabajo realizado por IFSA). Cumplió 30 años esta placa en la que, sin duda, el Dios del Metal hizo intervención directa para que sea tan brillante como es. Pero por toda la radiofonía nacional (salvo honrosas excepciones) pasó «sin pena ni gloria» el trigésimo aniversario de la obra suprema e inigualada de todo el rocanrol paraguayo. Empieza con el «Zeitgeist» que te rompe los auriculares de entrada y viene repentinamente ese grito gutural que corta y te tira del asiento… Magia Potagia. Luego el mítico alarido en imitación del Karäu (o quizás un Ypaka’a, siempre me produce una sonrisa al escucharlo porque parece que tiene intención cómica) cuando comienza «Genesis of Terror». Así, ligerito, el disco ya te reventó a sopapos y apenas empieza. ¿Quién sos, King Diamond? ¿Quién sos, Sepultura? ¿Quién sos, Chuck Schuldiner? Acá está el verdadero Heavy Metal de indios sudamericanos, carajo. Hay una parte de «Genesis of Terror» que, cuando era pibardo, siempre me pareció que decía «añamemby» pero en realidad, según la letra oficial, es «Now you are man». También tiene «Tesayro», otra joya de leyenda, en el dulce y brutal idioma guaraní. En fin, es el Pontifex Maximus y punto final.

QUOD SCRIPSI, SCRIPSI.

Estos son los 12 mejores álbumes de estudio en la historia del rocanrol paraguayo. Actualmente, la «escena» anda un poco de capa caída, quizás porque después de la llamada «década dorada» del 2001 – 2010, surgieron bandas nuevas que empezaron a sonar muy repetitivas, muy «chiaoloco» todo, pero poca sustancia y esencia. Además, las grandes productoras prefirieron ir por cosas más «comerciales» y «cachaqueras» mientras que aquellos que se jugaban por impulsar al rocanrol fueron lentamente abandonando sus viejas pasiones.

De cualquier manera, la buena música nunca muere. Simplemente espera un nuevo momento para resurgir con mucha más fuerza.

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