lunes, 29 abril, 2024

Entre la inflación y la lluvia de cocaína: ¿es posible una nueva Argentina?

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A mediados de los años 2000, concretamente, el 2005, me gané una beca para culminar mi formación posgradual en Ciencias Económicas en la Universidad Nacional de La Plata de la República Argentina. El recibir clases de grandes maestros como Aldo Alonso (+), Celestino Carbajal, Gustavo Neffa y, en especial, Alberto Benegas Lynch fue la mejor experiencia de mi juventud.

Si bien, todos los profesores del doctorado resultaron geniales, fue Benegas Lynch quien me llevó a los grandes autores de la Escuela Austriaca de Economía y todo su pensamiento. Es decir, que en Argentina recibí una de las mejores enseñanzas de mi vida: Amar la libertad.

Sin embargo, había algo que no me cuadraba, ¿cómo un país que tenía mentes tan brillantes dando clases en sus universidades parecía destinado a caer en las redes delincuenciales del Socialismo del Siglo XXI?

Durante años me tocó ver a mi amada Argentina sumergida en la corrupción, la inflación, la pobreza extrema y la delincuencia del kirchnerismo. Todo eso cambió cuando un extravagante economista llamado Javier Milei, a plan de palabrotas e insultos, empezó a mover el eje del debate. Temas como la presión fiscal, la reducción del gasto público, el cierre del Banco Central y la eliminación de subsidios empezaron a llenar los medios de comunicación.

En septiembre del 2020, en plena locura de la pandemia y los encierros casi criminales, tuve la oportunidad de entrevistarlo para una serie de conferencias del Instituto Libremente, organización libertaria que en esa época había confiado en mi trabajo. Amablemente, Milei me contó su interés de incursionar en la política en los próximos años.

Primero fue correr para diputado. Ahora, contra todo pronóstico, Javier, «El Peluca«, fue elegido el próximo presidente de Argentina, gestión que comenzará el próximo 10 de diciembre.

Comparto la alegría que millones de argentinos de bien, que demostraron ser la mayoría, sienten en estos momentos. Empero, no todo es festejar, pues toca hacer la siguiente pregunta: ¿Cuáles son los principales desafíos que le esperan a Milei en los próximos meses?

Milei deberá enfrentar grandes problemas económicos, ya que la inflación continúa elevada y la devaluación ya superó los 1000 pesos por dólar, ni hablar de la situación fiscal. Al respecto, el economista Mauricio Ríos manifiesta lo siguiente:

La volatilidad de los activos argentinos probablemente persistirá hasta que se revele el calendario de las reformas y se conozcan los integrantes del gabinete. Algo muy importante en este sentido es que el presidente electo no proporcionó detalles sobre la composición de su futuro gabinete, sobre todo respecto de quién será el ministro de Economía, que será una decisión determinante. Sin embargo, aunque no mencionó la dolarización de la economía ni de la eliminación del Banco Central, el hecho de tener a Emilio Ocampo (estudioso y experto en la materia) como parte de su equipo y comandando el BCRA, ya es bastante para ir despejando la incertidumbre respecto de si será aplicada de manera ordenada o desordenada. 

Por su parte, Adrián Ravier, en su artículo titulado: Dolarizar Argentina es posible y deseable, explica que:

El gobierno dolarizador, en este caso el de Milei, no puede plantear simplemente un esquema de dolarización a secas. Esa medida fracasaría de inmediato. La medida debe plantearse en el marco de un esquema integral que incluya entre otras medidas un presupuesto base cero, el equilibrio o mejor aún un superávit fiscal, la baja de impuestos, la desregulación de varias áreas claves de la economía incluyendo la legislación laboral, la apertura económica, una reforma previsional y la privatización de una serie de empresas públicas hoy deficitarias. En este esquema Argentina abriría un espacio de optimismo entre inversores que tendrían interés en apostar por un país que hoy está lejos de aprovechar su potencial.

No obstante, la economía no es el único frente que Javier Milei tendrá que cuidar, sino que aparece en escena un elemento muy peligroso: el crimen organizado y el narcotráfico de la mano de los operadores castrochavistas en Argentina, concretamente, la mafia enquistada en el poder de la provincia de Santiago del Estero, veamos.

Santiago del Estero se asienta sobre la Ruta 34, casualmente, una de las arterias de cocaína más importantes de América del Sur. La carretera va desde la frontera sur de Bolivia hasta el corazón de Argentina. Actualmente, existen más de cien carreteras clandestinas en la región que cumplen una doble función: a) Introducir la cocaína proveniente de Bolivia por vía terrestre, b) pista de aterrizaje para aviones clandestinos que transportan la merca boliviana al Rio de La Plata. De ahí que se habla de la «Lluvia de cocaína».

Al respecto, Douglas Farah, experto en crimen transnacional, manifiesta lo que sigue:

La red de distribución en los últimos años se desplazó en sentido contrario, desde el norte de Sudamérica hacia el Cono Sur. El aumento de la producción en Perú y Bolivia proporciona polvo blanco que fluye hacia el sur a través de Argentina, Paraguay y Uruguay hacia mercados europeos más lucrativos. Santiago del Estero es una coyuntura clave en el mapa emergente del comercio mundial de cocaína.

A nivel político, Santiago del Estero lleva gobernada más de quince años por el matrimonio Zamora – Ledesma. La pareja, con un fuerte control sobre el sistema electoral, el poder judicial, la policía provincial, además del apoyo de pandillas como el Primer Comando Capital de Brasil y el Movimiento Campesino Santiago del Estero (MOCASE), ha establecido una dictadura que no ha dudado un segundo en desaparecer a opositores y a quien haya osado enfrentarlos.

Pero la cosa no termina ahí. Ledesma ha sido una férrea defensora de China y se ha pronunciado en eventos internacionales sobre la importancia estratégica de China para Argentina. Quizás el objetivo más ambicioso hasta la fecha es el proyecto de construcción de baterías de litio producidas por empresas argentinas, casualmente, propiedad de familiares del matrimonio, que se están asociando con empresas estatales chinas.

Ahora bien, si consideramos la idea de Milei de limitar relaciones geopolíticas con Rusia y China, es muy probable que Zamora y Ledesma usen sus contactos con las redes delincuenciales de Bolivia, concretamente, con los movimientos sociales que responden a Evo Morales, para intentar desestabilizar la gestión del nuevo gobierno.

Con todo, ¿es posible una nueva Argentina?

Sí. Pero requiere un gran compromiso ciudadano, como el que demostraron en las elecciones del 19 de noviembre pasado.

¡Qué viva la libertad, carajo!

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