domingo, 05 mayo, 2024

Tropa, territorio y recursos

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El próximo domingo se celebran los comicios generales en Paraguay. Ha llegado el fin de las campañas electorales y después de largos meses, finalmente las cartas están echadas, no hay vuelta atrás. Meses que se han hecho tan largos como desgastantes y agotadores para muchos, pero la espera terminó.

Una de las dudas que han surgido en la disputa de la presidencia de la república, es el papel del actual presidente Mario Abdo Benítez, atendiendo a que no tiene a su correligionario Santiago Peña, como su candidato preferido. En ese contexto, analizamos cuál es el rol que ejerce Abdo Benítez en la campaña de Peña, pues convengamos que su administración actual no ha sido muy popular en términos económicos. ¿Puede Abdo ser un obstáculo para Peña o no llega a ser una incomodidad?

Las elecciones internas coloradas, en diciembre del 2022, han demostrado, precisamente, que la gestión de Mario Abdo Benítez ha sido castigada en las urnas. Los modelos económicos y políticos en democracia se validan o cambian en las urnas. Y el Partido Colorado ha tenido por siempre, eternamente, la característica de ser oficialismo y alternancia. Por ello nunca un oficialista ha ganado las internas del partido de gobierno. Nunca. Y eso lo demostró una vez más, despegándose Santiago Peña del gobierno de Mario Abdo. Sin ocupar ni un solo cargo dentro del gobierno, su movimiento (Honor Colorado) ha demostrado que ha sido la diferencia con el modelo oficialista. Y a ello se debe, en gran parte, el triunfo contundente en las elecciones internas de diciembre pasado.

Sin embargo, la oposición, que aparece como “alternancia”, no puede despegarse de su responsabilidad de haber compartido y hecho un cogobierno con Mario Abdo. A tal punto que un partido de minoría como el PDP (Partido Democrático Progresista), con alrededor de 400 afiliados, ha tenido 6 ministerios importantes en el gobierno. Es decir, no cabe la menor duda que la mochila pesada de la gestión de Mario Abdo Benitez la lleva más la oposición que el propio Santiago Peña, quien ha sido crítico y ha sido el único movimiento de oposición dentro del ejido político en Paraguay durante este último tiempo.

En términos económicos, que es lo que importa: ¿cuáles serían las ventajas o riesgos de un candidato u otro?, ¿Qué representa cada uno y cuál ofrece mejores perspectivas?

En términos económicos, la fotografía tiene que ver con la continuidad de un modelo en Paraguay que ya nadie discute, que es de la estabilidad macro económica, que si bien tiene muchos problemas de inclusión y equidad, con casi un millón novecientos mil paraguayos pobres, por lejos, es uno de los modelos más previsibles de la región. La idea de cuatro años de estancamiento económico durante la gestión de Mario Abdo en donde el producto interno bruto estaba en cuarenta y un mil millones y hoy está en el mismo monto cuatro años después, habla de un estancamiento importante y sin lugar a dudas lo que la gente en todas partes demanda y reclama, es la necesidad de la mejora en la economía. Aquel viejo axioma de la campaña de Bill Clinton colgado en las paredes del pc demócrata que rezaba, «es la economía estúpido«, está cada vez más fuerte en Paraguay. En criollo, la gente vota con el bolsillo.

Y esa es la fortaleza de Santiago Peña y su equipo porque hoy la Concertación, la oposición, no ha demostrado un sólo referente importante en el área económica como líder para las propuestas. Pueden preguntar a quién sea que no van a encontrar quién es el jefe del equipo económico de la Concertación, nunca lo hemos escuchado. Mientras que en la opción del partido Colorado el ex jefe del equipo económico, Santiago Peña, es candidato a presidente; y luego si nos fijamos en los candidatos al Senado (Congreso), por ejemplo, vemos por lo menos una decena de representantes del área económica. Gente formada en el Banco Central, en varias universidades del exterior, que no solo forman parte del entorno, del primer anillo de Peña, sino que son candidatos a senadores.

O sea que evidentemente la percepción de la no improvisación va ser muy importante para el tratamiento de los temas económicos.

¿Cuáles son los aspectos más importantes de la disputa electoral?

Lo primero es lo que ha declarado la representante de la Unión Europea, Jefa de la misión de observación electoral, que no está observando ningún tipo de violencia electora, lo cual es muy positivo.

En segundo lugar, hay elementos preocupantes como el hecho de que el candidato Efraín Alegre, semanas antes haya dicho que él va tener resultados de su boca de urna, de su conteo paralelo, organizado por un equipo que asesoró a Lula en San Paulo y que trajo a un grupo de personas para hacer las campañas de información (o desinformación) y audiovisuales, como para desvirtuar ya antes de empezar la carrera. Él dice que no va confiar en los resultados de la justicia electoral, que ninguno de los tres ministros goza de su confianza (esta filmado, grabado, todos pueden ver), lo cual preocupa por el hecho de que ha firmado, además, un convenio con la federación campesina, que es el brazo más radical de la izquierda en Paraguay, para controlar los resultados, estar presente en las calles para manifestar el desacuerdo con dichos resultaos si no les favorecen. Ese es un aspecto muy preocupante.

Dentro de todo, el resto de las fuerzas políticas demuestran confianza plena en el proceso. Porque en Paraguay cuando ganó la izquierda se hizo el traspaso de mando sin ningún inconveniente. Así que por ahí viene el único elemento de cuidado.

El resto de las cosas, una batalla de encuestas donde los sondeos locales, prácticamente en su totalidad, muestran una tendencia que determina quien va ganar las elecciones, aunque existen diferencias en cuanto al marcador, a los porcentajes. Hay una tendencia que marca el resultado del partido, y un espacio de dudas para saber cómo termina el marcador.

No resta más que esperar el resultado. Aparentemente, en un día Paraguay asistirá a una fiesta cívica, que ojalá no se vea empañada por algún atisbo de presencia de gente extranjera. Hasta aquí había alguna duda de cuál iba ser la corriente de apoyo de la Concertación, pero luego de todo el apoyo de la gente de Lula y la presencia de Mujica en Paraguay, se habla a las claras de que el Bolivarianismo está muy presente y fuerte dentro de la Concertación.

Y un hecho finalmente no menor, es que la oposición no llega unida. Efraín Alegre y la Concertación no ha logrado unificar y unir a todos, a tal punto que existen 13 candidaturas hoy día y no han descabalgado en favor del que se presenta con más chances. De las 13 candidaturas, 4 aparecen en todas las mediciones, y una de ellas representa al voto enojo contra la clase política, que es la del senador Payo Cubas, quien se declara anárquico y ha despertado aparentemente interés e intención de votos. Habrá que ver cómo se traslada a las urnas, porque no se dimensiona un aparato logístico ni estructura como para concretar esa intención de voto que aparece en algunas encuestas con alrededor de un 10%, en otras con niveles del 15 a 16% y llegando a los 20 puntos porcentuales inclusive, en alguna.

¿Qué explica la aparente remontada de Efraín sobre Peña en las últimas semanas, a la que refieren distintos medios internacionales? ¿Una campaña más eficaz en las redes tal vez?

En Paraguay hay un axioma que está muy vigente, demostrado hace tiempo, que es tropa territorio y recursos. Y el partido de gobierno tiene una estructura electoral muy importante, una máquina imponente. De hecho, en sus últimas internas han participado alrededor de un millón trescientas mil personas y eso implica que necesariamente al final, esa capacidad de movilización y estructura, sea la que determina los resultados. En Paraguay, las redes sociales son apenas -aún- un microclima que ha demostrado que todavía no pesa lo suficiente para inclinar la balanza, aunque sirva para instalar algún tipo de motivación en favor de algún candidato. Los datos históricos en Paraguay, indican que la estructura y la logística es la que determina el resultado y no las redes. Eso, sin lugar a dudas, experimentará cambios con la tecnología y el peso de las redes irá adquiriendo mayor preponderancia. Tal vez para el 2028 puedan significar algo más que para estas elecciones.

La diferencia de votos en elecciones generales pasadas no ha sido muy significativa, pese haber sido también con internas similares. Es cierto. El señor Efraín Alegre no ha superado nunca un techo de un millón de votos. Hay que entender que el Partido Colorado hoy tiene dos millones y medio de afiliados, con casi seiscientos mil nuevos afiliados, de los cuales más del 70% tienen menos de 40 años, es decir, gente joven ha optado por afiliarse al Partido Colorado. Del otro lado, dentro de la Concertación, han planteado y se ha permitido la utilización del registro cívico nacional para sus elecciones internas, ahora abiertas, y sin embargo no han pasado de quinientos mil votos en las internas de diciembre.

El mayor problema de Efraín Alegre, es el mismo desde hace 15 años; el mismo problema del 2013, el mismo problema del 2018: no logró unir a la oposición, no tuvo el liderazgo suficiente para lograr una oposición que llegue unida a los comicios. Si hay una fórmula para la victoria de la oposición, es la unión, no hay otra vía, al menos por ahora. Y no existió.

Finalmente, si bien existe una tendencia que no se puede desconocer, a favor del Partido Colorado, más allá de una encuesta extranjera (AtlasIntel) que no condice con la casi totalidad de encuestas locales, la incertidumbre del resultado está presente. Si bien la oposición no llega unida, más allá de la disputa entre Peña y Alegre, esta es también, en buena medida, una batalla de los colorados y de los anti colorados.

Así como resulta imposible desconocer la previsibilidad económica que han otorgado los gobiernos colorados sucesivos, también resulta imposible desconocer la inconformidad, la corrupción y el deseo imperioso de alternancia democrática de una parte importante de la sociedad. Hasta el momento, no se han juntado, no han coincidido la inestabilidad social con la inestabilidad económica, y lo nuevo, siempre representa un riesgo incierto.

El paraguayo es tradicional y sólo suele optar por el cambio cuando ve más certezas que riesgos e incertidumbres.

Nuestra democracia maltrecha, está lejos de consolidarse. El próximo gobierno, será -todavía- un gobierno de transición. De transición hacia una nueva época en la política, en la que sea quien sea que aspire a ser gobierno, estará obligado a pactar, tanto para llegar, como para gobernar. Esperemos que sea el votante quien decida, no ocurra nada extraño y sea una fiesta cívica. Que hable el soberano.

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