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Desmontar el Estado Plurinacional, el mayor desafío para los bolivianos

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Los maestros bolivianos protestan por las grandes falencias, falacias y sofismas del nuevo currículo educativo del país. Los hechos de corrupción, y hasta delincuenciales, muestran la desinstitucionalización de la Policía Nacional. Félix Ajpi, senador masista, declaró a la prensa que los asaltos violentos son signos de la solidez de la economía de Bolivia. Además, ante los constantes cuestionamientos sobre el modelo económico, afirmó que la pobreza es un asunto mental, sólo basta que dejemos de pensar en ella para que desaparezca.   

¿Cómo Bolivia, que había cerrado el Siglo 20 con instituciones relativamente sólidas y un gran potencial energético, llegó a este punto tan vergonzoso?

Todo empezó con el quebrantamiento de la democracia y el golpe de Estado del año 2003, eso que los subversivos llaman: «Guerra del gas». Veamos.

El 17 de octubre del 2003, luego de haber traicionado a Gonzalo Sánchez de Lozada, Carlos Mesa juraba como presidente de la República de Bolivia. Aunque Mesa definió que su gestión sería un «gobierno de ciudadanos», en el fondo, se trató de un cogobierno con Evo Morales. Puesto que, desde los albores de su gobierno, el historiador buscó apaciguar al cocalero otorgándole espacios de poder.

Pero, sin lugar a duda, el Decreto 2234, que daba amnistíaa los revoltosos de septiembre y octubre 2003, fue la norma más nefasta en la gestión de Mesa. Pues impedía que fueran procesados legalmente todos aquellos pandilleros, milicianos y terroristas que habían quebrantado el orden constitucional. No obstante, cinco generales del ejército boliviano, que cumplieron su deber patriótico, eran juzgados por delitos inexistentes.   Pero lo peor de todo fue que esa pérfida maniobra de Mesa abría las puertas para habilitar la postulación de Morales en las elecciones del 2005.

El segundo gran punto de inflexión es el que se conoce como la Asamblea Constituyente. Ahí aparecen otros dos cómplices del MAS: Jorge Quiroga y Samuel Doria Medina.

La Asamblea Constituyente se instaló el 06 de agosto del 2006. El Artículo 3 de su convocatoria afirmaba: «Es independiente y ejerce soberanía del pueblo, no depende ni está sometida a los poderes constituidos y tiene como única finalidad la reforma total de la Constitución Política del Estado». De igual manera, su periodo de vigencia era entre seis meses a un año. Pero nada de eso se cumplió.

Una vez cumplido el año de funciones, la Asamblea no había aprobado norma alguna. Por ende, bajo su propia ley, debía quedar disuelta. Empero, el 03 de julio del 2007, la propia Asamblea prolongó su mandato hasta el 14 de diciembre de ese año. Pero ese no fue el peor de los vicios, sino que el Congreso haya promulgado, el 03 de agosto del 2007, la Ley ampliatoria de la Asamblea Constituyente, que establecía el Referéndum como mecanismo de aprobación.

El 28 de febrero del 2008, Evo Morales, en acuerdo con Jorge Quiroga y Samuel Doria Medina, promulga La ley 3837. Ajustando, nuevamente, el procedimiento y el texto constitucional. Por la ley de 3941 de octubre 2008, Morales, Quiroga y Doria Medina plasman un nuevo acuerdo para interpretar el Artículo 32 de la Constitución Política del Estado. De esta manera terminaron con la supremacía de la Constitución. En ese momento le daban el tiro de gracia a la República de Bolivia, pero le otorgaban el acta de nacimiento al Estado Plurinacional.  Era evidente que el iletrado cocalerono estaba detrás de ese proyecto, su papel era el de ejecutor. El Estado Plurinacional se montaba con asesoría de todo el Foro de Sao Paulo.

Aunque se presentó al Estado Plurinacional como inclusivo, tolerante y, especialmente, indígena, es, en realidad, todo lo contrario. Primero, porque destruye el concepto de nación boliviana y, al mismo tiempo, fomenta la desigualdad ante la ley. Segundo, busca someter todas las instituciones al control del partido. Por ende, destruye la meritocracia. Tercero, anula la propiedad privada de las tierras de los indígenas bolivianos, dejándolos a merced de los caprichos de dirigentes y caudillos. Cuarto, centraliza toda actividad económica en manos del Estado. Finalmente, busca el sostenimiento indefinido del poder.

Es evidente que la crisis económica, la corrupción de la justicia, la desinstitucionalización de las Fuerzas de Seguridad y los bajos niveles de la educación son, únicamente, síntomas de un problema más grande llamado: Estado Plurinacional. Por tanto, desmontar toda esa red de corrupción e ineficiencia es el mayor desafío para los bolivianos. No es un tema exclusivo de los partidos políticos, pues la política es propiedad y responsabilidad de todos los ciudadanos, no un monopolio de los políticos.

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