viernes, 26 abril, 2024

Biden y Trudeau de rodillas ante China

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Nahem Reyes
Nahem Reyes
Nahem Reyes es doctor en Historia de la Universidad Católica Andrés Bello y miembro asociado del Centro de Estudios de América de la Universidad Central de Venezuela. Analista político

El pasado martes 7 de febrero, cuando el presidente de USA, Joe Biden ofreció su Discurso del Estado de la Unión en el Capitolio, el mandatario se refirió a la República Popular de China (RPC) en muy duros términos, observamos a un Biden realmente desafiante y dispuesto a hacer todo lo necesario en materia tecnológica y miliar para “proteger” los Estados Unidos de América.

Aparentemente, se trató sólo de retórica y una burda actuación del presidente estadounidense ante las cámaras, pues, los hechos contradicen ese Biden desafiante que observamos en el Capitolio. La base de tal afirmación la encontramos justamente en toda la cadena de acontecimientos vinculadas al famoso “globo chino”.

Como ya sabemos, esta historia no comenzó por una actuación de las agencias de Inteligencia o Seguridad de USA, para el colmo de los colmos, fue casi que una verdadera caricatura infantil. Un fotógrafo de un diario local de la ciudad de Montana, quien intentaba fotografiar el cometa verde (científicamente denominado C/2022 E3) vio un globo que volaba a gran altura por los cielos y dio aviso a las autoridades, con lo cual, dejó en evidencia la incapacidad operativa de las Fuerzas de Seguridad estadounidenses para detectar artefactos como éstos.

A partir de allí, la tragicomedia continuó, pasando por diplomacia de micrófonos, declaraciones del secretario de Estado Antoni Blinken, el secretario de Defensa Lloyd Austin junto con el General Mark Milley, el portavoz del Pentágono John Kirby como el de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, pero lo más importante de todo esto, es que el gobierno estadunidense permitió que el globo en cuestión realizara su recorrido de costa a costa sin ser perturbado. Finalmente, como ya sabemos fue derribado cuando llegó al Atlántico, lo que generó toda clase de reacciones y cuestionamientos al gobierno federal por la tardía actuación.

Mientras tanto, el presidente se negaba a hablar de ello, cuando lo hizo, primero en una entrevista y luego a los gritos de los periodistas en la Casa Blanca, en ambos casos las respuestas del presidente fueron realmente vergonzosas. Primero, minimizó el hecho, luego respuestas vacías hasta finalmente dejar entrever que los otros objetivos detectados y derribados después del globo no eran de origen o fabricación terrestre, vale decir, OVNIs.

Pero otro que tampoco se escapó de este guion lamentable, fue el primer ministro de Canadá, el progresista Justin Trudeau y admirador confeso del “modelo chino”, quien ante la presencia de un artefacto volando por su espacio aéreo no se atrevió a ni tan solo a mencionar la palabra “China”, tampoco a exigir una explicación y mucho menos derribarlo, pues, pidió a Estados Unidos que entraran al espacio aéreo de Canadá y que fuera un avión militar de ésta que lo destruyera, ¡notable!

Esto sólo deja en evidencia una gran realidad, los gobiernos de las potencias americanas, vale decir, Canadá y Estados Unidos están aterrados ante China y las posibles represalias que la tiranía de Xi Jinping pueda desencadenar a raíz del reciente descubrimiento de esta abusiva, ilegal y masiva política de espionaje que China está desarrollando contra sus adversarios.

Aunque, quiero dejar en claro que sólo los Senadores como Chuck Schumer y otros parlamentarios demócratas elogiaron la actuación de la Casa Blanca respecto a los incidentes con estos artefactos fue correcta e insisten que es necesario evitar una segunda Guerra Fría.

Antes de cerrar, les comparto algunas pequeñas interrogantes: ¿acaso los 60 millones que recibió Biden de China como las consultorías millonarias dadas también por los mandarines comunistas a su hijo Hunter Biden están condicionando la posición de Washington frente a la agresión de Pekín? o peor aún, ¿estamos presenciando la Era del declino estadounidense frente al creciente imperialismo sino-ruso?, ¿cómo se perfila ese mundo futuro eclipsado por una tiranía totalitaria como la del Partido Comunista China (PCCh), sobrevivirá la libertad y la democracia? y, finalmente, ¿estamos a tiempo de salvar los valores de Occidente ante la emergencia del dragón rojo? Hoy sólo les puedo adelantar que, de ser así, nos depara un futuro poco venturoso.

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