lunes, 23 diciembre, 2024

El antisemitismo de Karl Marx

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Por Fabricio Beckelmann

Karl Marx es una de las figuras más importantes e influyentes de la historia moderna y, al mismo tiempo, una de las más controvertidas, incluso enigmáticas. Sus sentimientos hacia los judíos y el judaísmo siguen siendo objeto de debate. Empecemos abordando sus vínculos con el judaísmo.

Marx era descendiente de una larga línea de destacados rabinos ortodoxos que terminó con sus abuelos, ya que su padre Heinrich (nacido Hirschel Halevi) por más que se casó en una ceremonia judía, se convirtió al luteranismo, una de las principales ramas del cristianismo, antes del nacimiento de Karl con el objetivo de ejercer la carrera de abogado en una Renania post napoleónica, entonces bajo control prusiano en donde prevalecía el antisemitismo; una táctica que cumplió el propósito previsto ya que fue nombrado magistrado tan solo un año después. Por su parte, la madre de Karl, Henriette parecía estar más apegada a la cultura judía que su esposo, decía a sus amigos: «Sí, creo en Dios, no por el amor de Dios, sino por el mío».

Si bien Karl fue bautizado a los 6 años como protestante, se puede decir que su relación con la fe cristiana fue sustancialmente la formación religiosa que recibió en el sistema escolar prusiano.

No obstante, asistió a la universidad sin ningún tipo de fe ya que en la Universidad Humboldt de Berlín se unió a una organización conocido como “Junghegelianer” un grupo de estudiantes y jóvenes profesores de la universidad quienes eran seguidores del trabajo de Georg Hegel interpretándolo en un sentido revolucionario, lo que llevó a una defensa del ateísmo en la religión y la democracia liberal en la política (no confundir con el liberalismo clásico).

En la Universidad Friedrich Schiller de Jena, en el prólogo de su tesis doctoral, Marx cita las palabras de Prometeo en la obra de Esquilo:

En palabras simples, odio la manada de dioses

¿Por qué Prometeo atraía tanto a Marx? Porque lideró a otros titanes en un intento de destronar a los dioses del Olimpo. Marx, como fiel discípulo de Prometeo, pasó su vida buscando destronar específicamente al Dios de la Biblia y a todos los dioses en general.

Arnold Ruge, amigo cercano de Karl Marx, lo instó a mudarse a París donde las leyes eran más liberales, y cofundó la revista Deutsch-Französisiche Jahrbücher. En 1844 publica el primer (y único) número de la revista, Zur Judenfrage (Sobre la Cuestión Judía), una reseña de dos obras de Bruno Bauer, su exprofesor universitario en la que argumenta que los judíos para lograr la emancipación política en Prusia debían renunciar a su conciencia religiosa ya que una emancipación política requiere de un estado laico. La verdadera emancipación política, para Bauer, requiere la abolición de la religión.

Esta es la primera declaración de Marx sobre los judios donde critica con desdén al judaísmo desde el punto de vista de la emancipación social, considerando a los judíos como la encarnación del capitalismo y los creadores de sus males.

En el ensayo, Marx va más allá de la cuestión de la libertad religiosa a su preocupación real por el análisis de Bauer de la «emancipación política». Marx concluye que, si bien los individuos pueden ser libres «espiritualmente» y «políticamente» en un estado laico, aún pueden estar sujetos a restricciones materiales de la libertad por la desigualdad económica, una suposición que luego sería la base de sus críticas al capitalismo.

Para entender las siguientes citas es necesario que definamos qué es el antisemitismo, y qué mejor que un antisionista como Joel Kovel, editor marxista y pionero del ecosocialismo:

Por antisemitismo entiendo la negación del derecho del judío a la existencia autónoma, es decir, a determinar libremente su propio ser como judío. Por lo tanto, el antisemitismo implica una actitud de hostilidad hacia el judío como judío. Este es un acto de violencia, dirigido a una propiedad esencial de la humanidad: la afirmación de una identidad, que puede entenderse como una estructuración socialmente compartida de la subjetividad. Atacar la asunción libre de la identidad es socavar mi fundamento social. A juzgar por estos criterios, Sobre la Cuestión Judia es sin duda un tratado antisemita.

Zur Judenfrage es uno de los grandes clásicos antisemitas ya que reduce la historia judía a una economía rudimentaria, y caracteriza a los judíos como la quintaesencia del capitalismo y la máxima representación de todos sus males:

Fijémonos en el judío real que anda por el mundo; no en el judío sabático, como hace Bauer, sino en el judío cotidiano. No busquemos el misterio del judío en su religión, sino busquemos el misterio de la religión en el judío real. ¿Cuál es el fundamento secular del judaísmo? La necesidad práctica, el interés egoísta. ¿Cuál es el culto secular practicado por el judío? La usura. ¿Cuál es su dios secular? El dinero. Pues bien, la emancipación de la usura y del dinero, es decir, del judaísmo práctico, real, sería la autoemancipación de nuestra época.

[Karl Marx, Sobre la Cuestión Judía (Biblioteca Libre: Omegalfa, 2018), 39]

El monoteísmo del judío es, por tanto, en realidad, el politeísmo de las muchas necesidades, un politeísmo que convierte incluso el retrete en objeto de la ley divina. La necesidad práctica, el egoísmo, es el principio de la sociedad burguesa y se manifiesta como tal en toda su pureza tan pronto como la sociedad burguesa alumbra totalmente de su seno el Estado político. El Dios de la necesidad práctica y del egoísmo es el dinero. El dinero es el celoso Dios de Israel, ante el que no puede legítimamente prevalecer ningún otro Dios.

[Karl Marx, Sobre la Cuestión Judía (Biblioteca Libre: Omegalfa, 2018), 42]

Lo que de un modo abstracto se halla implícito en la religión judía, el desprecio de la teoría, del arte, de la historia y del hombre como fin en sí, es el punto de vista consciente real, la virtud del hombre de dinero. Los mismos nexos de la especie, las relaciones entre hombre y mujer, etc., se convierten en objeto de comercio, la mujer es negociada. La quimérica nacionalidad del judío es la nacionalidad del mercader, del hombre de dinero en general. La ley insondable y carente de fundamento del judío no es sino la caricatura religiosa de la moralidad y el derecho en general, carentes de fundamento e insondables, de los ritos puramente formales de que se rodea el mundo del egoísmo.

[Karl Marx, Sobre la Cuestión Judía (Biblioteca Libre: Omegalfa, 2018), 43]

Tan pronto logre la sociedad acabar con la esencia empírica del judaísmo, con la usura y con sus premisas, será imposible el judío, porque su conciencia carecerá ya de objeto, porque la base subjetiva del judaísmo, la necesidad práctica, se ha-brá humanizado, porque se habrá superado el conflicto entre la existencia individual-sensible y la existencia genérica del hombre. La emancipación social del judío es la emancipación de la sociedad del judaísmo.

[KARL MARX, SOBRE LA CUESTIÓN JUDÍA (BIBLIOTECA LIBRE: OMEGALFA, 2018), 46]

Muchos especialistas se han manifestado en contra de esta obra de Marx, algunos ejemplos:

Paul Johnson, célebre periodista e historiador británico, ha argumentado que «el ensayo de Marx es casi un tratado antisemita clásico, basado en un arquetipo judío de fantasías y una conspiración para corromper el mundo».

Gertrude Himmelfarb, historiadora americana, argumentó que no se puede negar que en su ensayo Marx expresó puntos de vista que “formaban parte del repertorio clásico del antisemitismo”.

Robert S. Wistrich, destacado experto en antisemitismo, objeta que “el resultado neto del ensayo de Marx es reforzar un estereotipo antijudío tradicional, la identificación de los judíos como productors de dinero, de la manera más afilada posible”.

De hecho, Marx mismo deja en claro cuál era su posición en la emancipación judía:

Me acaba de visitar el jefe de la comunidad judía de aquí, me ha pedido una petición para los judíos a la Asamblea Provincial, y estoy dispuesto a hacerlo. Por mucho que me disguste la fe judía, la visión de Bauer me parece demasiado abstracta. Se trata de hacer tantas brechas como sea posible en el estado cristiano e introducir de contrabando todo lo que podamos de lo racional. Al menos hay que intentarlo, y la amargura crece con cada petición que se rechaza con protestas.

[MARX & ENGELS: COLLECTED WORKS – VOL. 1 (LAWRENCE & WISHART, 2010), 434]

De hecho, la opinión de que Marx era un antisemita es tan común que, en 1964, Shlomo Avineri, destacado politólogo israelí, afirmó que «Karl Marx era un antisemita empedernido, hoy en día se considera un lugar común que casi nunca se cuestiona».

Para entender por qué Marx relaciona al judaísmo con el capitalismo es importante conocer el contexto histórico. En los Años Oscuros, a finales del siglo XII, el papa prohibió a los cristianos practicar la usura que es el préstamo de dinero y el cobro de intereses por ese dinero.  Por lo que en Occidente sólo los judíos podían ser banqueros y prestamistas pero al mismo tiempo no se les permitía poseer tierra y se les obligaba a vivir en pueblos y ciudades.

Originalmente un bourg era un castillo construido por un señor feudal con fines militares. Sin embargo, se extendió el nombre a las poblaciones que se desarrollaron en torno a estas construcciones ya que la relativa seguridad que daba a mercaderes y artesanos hacían atractiva la radicación en ellos, esto hizo que fueran convirtiéndose paulatinamente en pueblos florecientes. De ahí viene la palabra bourgeois que significa: habitante de una ciudad. Mientras que bourgeoisie significa: clase social formada especialmente por comerciantes, artesanos libres y personas que no estaban sometidas a los señores feudales porque, a diferencia de los campesinos, vivían en pueblos y ciudades. Marx había vivido un par de años en Francia, por lo que estaba familiarizado con estos términos.

Es decir, los burgueses eran la población formada por trabajadores independientes y pequeños comerciantes que vivían alrededor de un castillo feudal, desprovista de títulos nobiliarios, pero con un nivel de vida muy superior al del campesinado ya que acumularon riquezas monetarias y se erigieron como un nuevo elemento de poder, independiente del clero y la aristocracia. De hecho, muchos aristócratas empobrecidos cruzaron sus familias con burgueses adinerados para salvar económicamente su familia y compartieron así la nobleza de su linaje con los grandes mercaderes y, con el paso del tiempo, el dinero pasó a tener mucho mayor valor que los títulos nobiliarios.

Esto era algo que Karl Marx estaba totalmente al tanto en 1867 ya que cita y desarrolla este tópico en el tercer volumen de su obra Das Kapital en dónde dice:

En la Edad Media la población era puramente agrícola. Bajo un gobierno como el feudal, puede haber poco tráfico y, por lo tanto, pocas ganancias. De ahí que las leyes contra la usura estuvieran justificadas en la Edad Media.

(Gilbart, History and Principles of Banking, pp. 163, 164, 165.)
[Karl Marx, Capital – Volume III (Marxist.org, 1999), 454 y 455]

Judíos, lombardos, usureros y extorsionadores fueron nuestros primeros banqueros, nuestros primitivos traficantes de dinero, su carácter poco menos que infame. Como cuerpo nuestros banqueros primitivos eran un grupo muy malo, eran usureros agarradores, extorsionadores con corazón de hierro.

(D. Hardcastle, Banks and Bankers, 2nd ed., London, 1843, pp. 19, 20.)
[Karl Marx, Capital – Volume III (Marxist.org, 1999), 456]

Tomar interés había sido prohibido por la Iglesia. Pero no se había prohibido vender propiedades con el fin de encontrar socorro en situaciones de aflicción. Ni siquiera se había prohibido transferir la propiedad al prestamista en garantía por un cierto plazo, hasta que un deudor pagara su préstamo, dejando libre al prestamista para disfrutar del usufructo de la propiedad como recompensa por su abstinencia de su dinero.

(l. c., p. 55). [Karl Marx, Capital – Volume III (Marxist.org, 1999), 457 y 458]

El desarrollo del capital usurero está ligado al desarrollo del capital mercantil y especialmente la del capital negociante (…) El comerciante toma dinero prestado para obtener una ganancia con él, para usarlo como capital, es decir, para gastarlo. Por lo tanto, en formas anteriores de sociedad, el prestamista se encuentra en la misma relación con él como al capitalista moderno.

[Karl Marx, Capital – Volume III (Marxist.org, 1999), 443]

La usura es una poderosa palanca en el desarrollo de las condiciones previas para el capital industrial en la medida en que juega el siguiente doble papel, primero, construir, en general, una riqueza monetaria independiente junto con la del comerciante, y, en segundo lugar, apropiarse de las condiciones de trabajo, es decir, arruinar el dueños de las viejas condiciones de trabajo.

[Karl Marx, Capital – Volume III (Marxist.org, 1999), 454]

Marx también remarca las palabras del miembro de un Comité británico que abordaba la crisis de 1847:

Entonces, cualquiera que haya sido la causa durante los últimos 12 años, el resultado ha sido más bien a favor del judío y el traficante de dinero, que de las clases productivas en general.

[Karl Marx, Capital – Volume III (Marxist.org, 1999), 297]

En 1856, Marx ya radicalizado en Londres y trabajando como corresponsal del New-York Daily Tribune, escribe The Russian Loan donde su grotesco antisemitismo estaba en plena exhibición:

Así encontramos a cada tirano respaldado por un judío, como lo está cada papa por un jesuita. En verdad, las ansias de los opresores serían inútiles, y la viabilidad de la guerra fuera de discusión, si no hubiera un ejército de jesuitas para sofocar el pensamiento y un puñado de judíos para saquear los bolsillos.

[Karl Marx, The Eastern Question (Cornell University Library, 2005), 622]

El verdadero trabajo lo hacen los judíos, y sólo ellos pueden hacerlo, ya que monopolizan la maquinaria de los misterios de los préstamos al concentrar sus energías en el trueque de valores, el cambio de moneda y la negociación de letras en una gran cantidad de dinero. medida derivada de la misma.

[Karl Marx, The Eastern Question (Cornell University Library, 2005), 624]

Así estos préstamos, que son una maldición para el pueblo, una ruina para los poseedores y un peligro para los gobiernos, se convierten en una bendición para las casas de los hijos de Judá. Esta organización judía de traficantes de préstamos es tan peligrosa para el pueblo como la organización aristocrática de los terratenientes (…) Las fortunas amasadas por estos traficantes de préstamos son inmensas, pero los males y sufrimientos que ello implica para el pueblo y el estímulo que así se brinda a sus opresores todavía quedan por contar.

[Karl Marx, The Eastern Question (Cornell University Library, 2005), 626]

El hecho de que hace 1855 años Cristo expulsó del templo a los cambistas judíos, y que los cambistas de nuestra época alistados del lado de la tiranía fueran nuevamente principalmente judíos, quizás no sea más que una coincidencia histórica. Los judíos traficantes de préstamos de Europa hacen solo en una escala más grande y más odiosa lo que muchos otros hacen en una escala más pequeña y menos significativa. Pero es solo porque los judíos son tan fuertes que es oportuno y conveniente exponer y estigmatizar su organización.

[Karl Marx, The Eastern Question (Cornell University Library, 2005), 628]

Marx combinó su crítica moral del capitalismo con las tradicionales imágenes antijudías, no para reforzar el antisemitismo, sino para ennegrecer la posición moral de la sociedad capitalista. Que no sea sorpresa que 12 años antes en Zur Judenfrage Marx ya había dicho:

Una organización de la sociedad que acabase con las premisas de la usura y, por tanto, con la posibilidad de ésta, haría imposible el judío (…) Nosotros reconocemos, pues, en el judaísmo un elemento antisocial presente de carácter general.

[Karl Marx, Sobre la Cuestión Judía (Biblioteca Libre: Omegalfa, 2018), 39]

En 1860 Marx escribe Herr Vogt donde incluyó un ataque personal y antisemita contra Joseph Moses Levy, editor del diario Daily Telegraph, después de que publicaran un artículo de Carl Vogt en donde criticaba a Marx.

La madre naturaleza ha inscrito los orígenes [de Levy] de la manera más clara posible justo en el medio de su rostro. La nariz del misterioso forastero de Slawkenbergius que obtuvo la nariz más fina del promontorio de narices fue una maravilla de nueve días en Estrasburgo, mientras que la nariz de Levy proporciona conversación durante todo el año en la ciudad de Londres (…) El gran arte de la nariz de Levy consiste, en efecto, en coquetear con el olor a podrido, descubrirlo y atraerlo desde cien millas de distancia. Es así como la nariz de Levy le sirve al Daily Telegraph, como trompa de elefante, antena, faro y telégrafo. Por lo tanto, puede decirse sin temor a caer en la exageración, que Levy escribía su diario con las narices.

[Karl Marx, Herr Vogt (Marxist Internet Archive, 2014), 179 y 180]

Al considerar a Marx y sus puntos de vista sobre los judíos, uno debe ir más allá de su infame ensayo y publicaciones, y también debe considerarse su correspondencia ya que contienen una amplia variedad de declaraciones antisemitas. Se refería a judíos en específicos con la palabra ‘judío’ como epíteto, por ejemplo:

El negro judío de Lassalle que, me alegra decirlo, se va a finales de esta semana, felizmente ha perdido otros 5.000 táleros en una especulación mal juzgada.

[Marx & Engels: Collected Works – Vol. 41 (Lawrence & Wishart, 2010), 389]

Este Conde Pulszky es judío gallego de origen. Madame Pulszky, hija de un banquero judío ultrarreaccionario en Viena, escribe a su padre cada semana, y de esta fuente el gobierno austríaco averigua todo lo que quiere.

[Marx & Engels: Collected Works – Vol. 39 (Lawrence & Wishart, 2010), 139]

El pequeño judío Bamberger aún no me ha dado un céntimo, pero tengo su promesa y gradualmente le sacaré al menos 15 libras esterlinas contra la factura.

[Marx & Engels: Collected Works – Vol. 39 (Lawrence & Wishart, 2010), 309]

Él se dejó gobernar por mí hasta el punto de pagarme £40 y prometer encontrar el resto para el 10 de noviembre sin más prevaricaciones si no podía, etc. ¡Pero como hombre de negocios y judío, tenía que hacer un intento más!

[Marx & Engels: Collected Works – Vol. 42 (Lawrence & Wishart, 2010), 491]

En este sentido, Ede ya tiene una ventaja considerable sobre Kautsky porque, aunque no es un universitario ni un literato profesional, está, por estar en el Sozialdemokrat, siempre en el centro de la refriega, además de que es un hombre de negocios y, por último, no menos importante, un judío.

[Marx & Engels: Collected Works – Vol. 47 (Lawrence & Wishart, 2010), 416]

Enfrentados con este claro historial de antisemitismo, muchos apologistas, no obstante, se retuercen de formas realmente extrañas para desinfectar lo que Marx ha escrito claramente y distorsionar quién era realmente. Muchos argumentan que Marx simplemente reflejaba una amplia antipatía social por el judaísmo en general y, por lo tanto, simplemente expresaba el pensamiento común de su época; que “judío” era un término de uso común para usurero; que Marx odiaba el cristianismo tanto como el judaísmo; que no hay registro de que Marx participe en actividades antisemitas o se una o apoye a organizaciones antisemitas; que estas declaraciones eran simplemente reflejos de su estilo de escritura «ingenioso» e «irónico»; y que, “a pesar de la fraseología torpe y los estereotipos crudos”, su propósito era defender a los judíos y extenderles plenos derechos civiles y emancipación política. Sin embargo, la gestalt de los escritos de Marx, tanto en términos de su filosofía como de su lenguaje, deja pocas dudas de que era un judío antisemita que se odiaba a sí mismo. El buen Marx y sus contradicciones.

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