Y llegó el día…
Hoy martes, dos de febrero de dos mil veintitrés, en horas más, se conocerá el veredicto por el crimen más horrendo, triste y estremecedor que recuerde: el del pequeñito de cinco años, argentino, LUCIO DUPUY.
Lucio creció con su padre y abuelos, ya que su progenitora decidió no hacerse cargo de él. Hasta que un día a su papá, Christian, le quitaron la tenencia sin ningún motivo. La jueza, sin motivos y tampoco pruebas del por qué, decidió negar la tutela e imponer orden de alejamiento a la familia paterna de Lucio. La tenencia total fue otorgada a la progenitora y a su pareja, mujer.
Lucio Dupuy… un nene de cinco años, apenas más chico que mi hijo, hermoso varón como él. Un varoncito que fue abusado, torturado y asesinado a golpes por su mamá y su pareja en noviembre de 2021.
¿Cómo lo asesinaron? De la forma más cobarde y perturbadora posible. La autopsia reveló que una se paró sobre la espalda del niño hasta fracturar sus costillas y que le estallaran sus pulmoncitos. Le quebraron su cadera, bracitos, 7 costillas, clavícula y como si no fuera suficiente, ¡LE CORTAON SUS GENITALES A MORDISCOS!
¿Saben por qué lo mataron? Lo mataron por ser varón e interferir en la pareja.
Los peritajes psicológicos y psiquiátricos hechos a Magdalena Espósito Valenti y Abigail Páez, la madre de la víctima y su pareja concluyeron que: “las dos jóvenes comprendían la criminalidad de sus actos y tendrían rasgos de perversidad.”
De los teléfonos celulares de las acusadas surgen mensajes escalofriantes de castigos inhumanos a los que era sometido el niño. En los chats se mostró como contaban sin escrúpulos y con toda frialdad, cómo lo violaban; relataban las orgías que tenían delante de él, cómo lo drogaban, lo quemaban con cigarrillos…
Entre esos castigos inhumanos, señalaron: falta de comida, hacerlo pasar frío, penitencias interminables contra una pared, golpes de puño en la panza que le provocaban vómitos continuos, golpes en la cara que le provocaron lesiones visibles, amenazas respecto de que no podía contar a nadie lo que vivía si no sería peor, no mandarlo al jardín por dos motivos: primero para que no vieran las maestras sus lesiones y segundo como forma de endilgarle castigo, ya que disfrutaba de ir al jardín.
Los fiscales explican que en esos mensajes se puede leer como Lucio era una molestia para Abigail y Magdalena y todo el tiempo pensaban como quitarlo de sus vidas para que no arruinara su relación de pareja. Según ellas, sus peleas y discusiones las motivaba Lucio. Si Lucio… el varoncito inocente de 5 años, ¡su hijo!
“La lectura de estos mensajes demuestra que durante la convivencia y hasta el fallecimiento del menor, tanto Abigail Páez como Magdalena Espósito golpearon a Lucio, provocaron lesiones que luego ocultaron con aislamiento del niño de su vida social, sabían que vomitaba producto de las lesiones, era su anhelo que Lucio saliera de sus vidas”, sostuvieron los fiscales.
El dictamen fiscal final, es contundente: “a raíz de las lesiones en la parte genital del niño, se determina la existencia de un crimen por odio por las características de Lucio perteneciente al género masculino.”
Escucharon bien, la Justicia determinó que ambas asesinaron a Lucio porque “interfería en la convivencia de la pareja” y por el desprecio que estas tenían hacia el género opuesto. En varias ocasiones, Lucio había llegado con golpes y fracturas al hospital. Faltaba mucho al jardín y las veces que aparecía, tenía moretones. De acuerdo a la historia clínica, Lucio fue atendido cinco veces en tres meses por presentar lesiones, algunas de ellas de gravedad. Pero nadie nunca dijo nada.
En videos que circulan por las redes, se ve a la pareja en talleres del movimiento feminista pañoleta verde, con Lucio sentado allí, con su mano vendada por dedos quebrados y su carita golpeada. Pero nadie dijo nada.
El último día de vida, la vecina escuchó: «¡Cagálo a palos, déjalo marcado porque lo mato yo!»
Y así fue… lo hicieron mierda y lo mataron. Lucio no pensó nunca, que aquel slogan que escuchaba en el taller al que acudían su madre y su pareja, ese que veía pintado en grafitis y carteles, era el anuncio de su destino.
El crimen no podría ser más atroz. Su autopsia reveló: “múltiples lesiones en abdomen; tórax; espalda; piernas; brazos, rostro y cráneo; hematomas en espalda con marca de impresión de calzado, edema cerebral con enclavamiento asociados a dichos golpes violentos y rotura hepática y hemoperitoneo, lesiones estas últimas que le ocasionaron la muerte, luego de un proceso de agonía”.
El forense que examinó el cuerpo dijo que Lucio fue abusado sexualmente con un objeto vía anal, horas antes de que muriera por una hemorragia interna provocada por la brutal golpiza propinada por su madre y su pareja, mujer. Y concluyó: “En mis casi 30 años de profesión nunca vi algo así”.
Y la perversión de estas dos sigue imperando después del asesinato. Ellas tratan de dejar un mensaje perturbador que atormente a la familia: “mirá a lo que me llevaron, mira lo que me toco hacer”. Es demencial, provocador y perverso. Específicamente perverso.
Los abuelos de la víctima hablaron con los medios y expusieron el gesto provocador que tuvo para con ellos una de las acusadas durante el juicio: «Cuando llegué (a una de las audiencias), una de las asesinas, la novia, me miró a propósito, se dio el lujo de provocarme, se sonrió y me guiñó un ojo, tan cínica como eso» declaró Ramón Dupuy, el abuelo de Lucio. No quiero hablar de él, su abuelo Ramón, porque se me vuelve a partir el corazón. Denunció, advirtió, peleó, gritó y no pudo. Muchas instituciones lo dejaron pasar y lo subestimaron.
¡Basta de silencio! El caso de Lucio sale a luz de los medios por la presión en las redes sociales, ya que hasta hace poco, casi nadie le daba cobertura. Así de directo: no le prestaron atención ni a su vida ni a su muerte.
¿Y las feminazis? ¿Dónde están? ¿Dónde están las feministas kirchneristas que apoyan a Thelma Fardin y están enfurecidas contra Darthés? ¿Dónde? Si a Lucio Dupuy lo hubieran matado dos hombres blancos, heterosexuales, profamilia, no votantes K, hubieran estado hablando del crimen veinticuatro horas al día, no tengan dudas.
Por cierto, los medios estuvieron concentrados todo el día, todos los días, en el caso –también horrendo- de los “rugbiers matones”. Lo nombro aquí y quiero ser claro, porque en todo esto hay algo debelador que es muy importante mencionar para entender por qué un caso se volvió mediático y en el otro reinó un silencio casi cómplice: el caso de los rugbiers permite a los Medios reafirmar todos los estereotipos feministas que construyeron como enemigo social. Y el caso de Lucio Dupuy, el niñito varón asesinado por su mamá y su pareja lesbiana, significa la caía del relato: una pareja de feministas, kirchneristas, trapo verde, que violaron, castraron y asesinaron a su hijo varón, por ser varón.
¿Se entiende el silencio de los medios? Los supremacistas de género están más ocupados con la canción de Shakira, la perfección de los feminismos y el derecho al despecho del que una mujer debe gozar. O cualquier otra cosa con tal de tapar el crimen de Lucio Dupuy, que despedaza su narrativa habitual.
Y aquí no estoy pidiendo que creen la figura del masculinicidio. No no. Lo señalo porque el hombre se ha convertido en un ciudadano secundario que debe rogar por un poco de justicia o terminar muerto atrozmente como Lucio Dupuy, para obtenerla. En algunos países, ha perdido hasta la presunción de inocencia.
A Lucio lo odiaban por ser varón. Dos monstruos lo molieron a palos, se burlaron de él y a los cinco años, lo asesinaron. Hoy todos los “faros morales” de los “derechos humanos” hacen silencio, pero el final se acerca y en unas horas habrá sentencia. No habrá pena de muerte. Hay un niño muerto; hay un padre y un abuelo condenados a vivir en pena perpetua y sin derecho a fianza.
Habrá condena a las autoras materiales de la tortura y muerte del pequeño Lucio Dupuy. Pero mientras no exista condena política a las promotoras de la MUERTE AL MACHO, autoras intelectuales del crimen, este horror se repetirá una y mil veces.
No necesitamos justicia con perspectiva de género, necesitamos JUSTICIA. Y sí, yo sé que te hicieron creer que era una simple frase, un simple slogan. El mejor truco del diablo es hacerte creer que no existe.
Las personas tienen sexo, y no género. Género tienen los objetos. Por ejemplo: Una mujer (persona) tiene sexo femenino. Una silla (objeto) tiene género femenino. El idioma castellano tiene reglas idiomáticas que nunca cambiaron. El decir que una persona tiene género, es cosificar a la persona. La persona es persona y no un objeto.