El gaslighting, una suerte de abuso psicológico que procura que las personas distorsionen su percepción de la realidad o lo que equivale decir, una estrategia comunicacional que consiste sistemáticamente en negar la realidad, el cual se popularizó en 1938 con el estreno de la obra de teatro del dramaturgo británico Patrick Hamilton. Hoy en día, la versión del gaslighting es un término empleado para referirse al esfuerzo masivo de gobiernos y corporaciones por manipular la realidad.
Ahora bien, Ud. me dirá ¿dónde está ese gaslingting y que es lo que intenta ocultar o manipular? Muy simple, mientras por todos los medios a escala mundial, fuimos víctimas del bombardeo constante sobre “la gran noticia de la semana”: el lanzamiento de la nueva canción de Shakira dedicada a su ex esposo Gerard Piqué, con millones de visualizaciones en apenas un día, todo un verdadero fenómeno musical.
El impacto de la nueva canción de Shakira llegó a tal extremo, que hasta el New York Time le dedicó un artículo. Además los noticieros (locales e internacionales) y los espacios propios de farándula, chisme o cotilleo (como dicen en España) se ocuparon del tema, como era de rigor, y ni hablar las redes sociales que explotaron con la discusión entre el Rolex y el Casio. En fin, para seguir la nube de gas, nos informan como otra “gran primicia” que Miley Cyrus con su hit “Flowers”, desbancó a la colombiana.
Pero, realmente ¿qué era lo que estaba ocurriendo en el mundo y cómo ello impacta nuestras vidas?, nada más y nada menos que la reunión anual del Foro Económico Mundial, cita que tiene lugar en la ciudad de Davos en Suiza. Por si no está familiarizado, quienes se encuentran en ese cónclave exclusivo, además de su noble y filantrópico fundador Klaus Schwab, multimillonarios, Presidentes, Primeros Ministros, Directores Ejecutivos de entes multilaterales, grandes corporaciones trasnacionales como ONG internacionales. En crudo, se trata del encuentro de la gran elite del mundo, todos ellos muy preocupados por “construir un mundo mejor para todos” y que claro está, implica enfrentar la supuesta “crisis climática”.
Este año, más allá del show comunicacional protagonizado por la esposa del mandatario de Ucrania, Oleana Zelenska en la sesión inaugural de la cita, inmediatamente fue seguida por la oradora central de la jornada, me refiero nada más y nada menos que la veterana progresista alemana Ursula Von der Leyen, actual Presidente de la Comisión Europea, quien más allá de referirse a la crisis generada por la invasión rusa a Ucrania, con todas las consecuencias en materia económica que ha generado más el anuncio de la asistencia de la UE por 18 mil millones de dólares para Ucrania, el eje central de su discurso fue lo referido a la transición energética entendida como la política de la neutralidad del carbono.
En ese sentido, señaló que la transición a una energía limpia, al cero neto implicará una «transformación geopolítica, económica e industrial que afectará la naturaleza del esquema del trabajo y la configuración de nuestras industrias (…) En menos de 3 décadas tenemos que llegar al cero neto”. Demás está decir, que ello impactará todos los ámbitos de la vida como la conocemos hoy, cambiando el transporte, los proceso de fabricación y la energía, por ello aseguro “es la mayor transformación de nuestro tiempo y quizás de toda nuestra historia”.
Agregó que según sus estimaciones sobre las llamadas energías limpias, generarán inversiones de 650 mil millones por año y que sólo los esfuerzos de Estados Unidos junto con la Unión Europea implicarán una inversión de 1 billón de dólares, sólo para acelerar la economía energética.
Adicionalmente, aprovechó de señalar que esta transición energética debe ser realizada sin crear nuevas dependencias, por tanto, es allí donde presenta mayores desafíos dada la deshonesta e desleal actuación de China, nación asiática a la que acusó de distorsionar la economía europea y el mercado en general de las energías limpias luego de su masiva implementación de política de subvención a empresas extranjeras junto a las restricciones de su mercado frente a las empresas y productos europeos.
También China hoy monopoliza la producción de vehículos eléctricos como paneles solares, por tanto, la Unión Europea debe centrarse en “la reducción del riesgo y no en la disociación. Esto significa que tenemos que utilizar todas nuestras herramientas para enfrentar prácticas desleales”, es decir, continuar la comercialización con China a la par de procurar condiciones más justas y equitativas, normalizando el mercado.
En fin, toda esta mega-transformación de un mundo movido por los combustibles fósiles hacia uno dominado por las llamadas energías limpias o de la híper-utilización de la energía eléctrica, sin duda, se trata de un enormemente lucrativo negocio para un puñado de empresarios que tendrá acceso a tales proyectos que generará un cambio total no sólo en la manera de producir energía o la forma como se alimentan nuestros aparatos, sino será un cambio de profundas implicaciones sociales y humanas, que por cierto, doña Ursula jamás mencionó en su discurso.