Interrumpo por hoy la secuencia de artículos que vengo publicando, para hacer un pequeño homenaje a un verdadero Pastor de la Iglesia Católica, el Monseñor Edmundo Valenzuela.
No soy una católica practicante, en general soy muy crítica con la Iglesia y de joven incluso llegue a poner en duda mi fe. Hago esta aclaración para que quede claro que este homenaje a Monseñor Valenzuela es objetivo, estrictamente ceñido a la honestidad intelectual y a la gratitud debida a las personas de bien comprometidas con la vida y la familia.
Conocí este año al Monseñor Edmundo Valenzuela y me encontré con un hombre atento a los problemas de sus feligreses, que no sólo es capaz de escuchar los problemas de la comunidad si no, que también proponer acciones y ejecutar soluciones.
A pesar de mis recelos iniciales, por mi actitud siempre critica a la Iglesia, me he encontrado con un Pastor valiente, en su homilía del 25 de setiembre de este año ha denunciado fuertemente a las Agendas foráneas que se nos han impuesto desde las más altas esferas internacionales, Agendas que nada tienen que ver con los intereses ni las necesidades de los paraguayos, que lejos de beneficiarnos, terminara perjudicándonos enormemente, como ya lo hace en otros países donde están más avanzadas.
El Monseñor Valenzuela no queda sólo en palabras y actúa con obras en favor de la vida y la familia, es así como impulsó un trabajo excepcional en beneficio de nuestros niños y las familias del Paraguay, llegando a publicar una propuesta de educación afectiva sexual para la comunidad educativa de la mano de un equipo técnico de primer nivel. Esta propuesta llamada ¿Se puede educar el corazón?, está basada en ciencias y en valores no en ideologías, con un enfoque personalista, pone en el centro a la persona y es una alternativa a la educación con perspectiva o ideología de género que nos quieren imponer.
Ante los últimos sucesos de la inminente elección del Senador Ríos como Ministro de la Corte Suprema de Justicia, una vez más el Monseñor Valenzuela, valientemente, se hizo eco de las inquietudes y preocupaciones de sus fieles, ya que los más variados sectores de la sociedad paraguaya manifestaron su preocupación ante la posibilidad de que un Senador activo, ocupe el cargo de Ministro de la Corte, atentando de esta forma contra la independencia de los poderes. El Monseñor Valenzuela acompaño tales manifestaciones convocando a los laicos a manifestarse pacíficamente frente al Parlamento en defensa de la independencia de los poderes del Estado.
Por tanto, solo hay palabras de agradecimiento al Monseñor Valenzuela, por ser un Pastor que dice la verdad contracorriente, que escucha, ampara y no abandona los reclamos de sus fieles, que representa y se juega por su rebaño. Es una desgracia que nuestros representantes en el parlamento prefieran mantenerse fieles a un pacto político que no solo da la espalda a las manifestaciones de la gran mayoría de la sociedad paraguaya, sino que también da la espalda a la racionalidad y a las formas democráticas y transparentes con las que se debe manejar la designación de las personas a la más alta instancia de la Justicia en la República.
Nobleza obliga a ser agradecido, no se abandona a un compañero en el campo de batalla, se lo defiende de los ataques inmerecidos y se insta a seguir defendiendo a los líderes que nos representen y velen por el bien de la República y no por sus propios y mezquinos intereses.