La semana pasada existieron dos hechos muy graves en términos de soberanía, uno fue rápida y eficazmente atendido mientras que el otro, más grave en términos reales de soberanía, fue completa (y deliberadamente) ignorado.
Los militantes procedentes de Argentina miembros de La Secretaría de Trabajadores Migrantes Refugiados (lo que ello venga a significar) fueron rápidamente expulsados del país impidiéndoles cumplir sus objetivos.
Mientras, el embajador de Cuba, Francisco Fernández Peña, consciente de la “cercanía” ideológica de nuestro canciller, Euclides Acevedo, (quien hasta el momento no condenó la represión a los ciudadanos en la isla caribeña) viola de manera sistemática la Convención de Viena a la que está obligado y la soberanía paraguaya sin ningún tipo de sanción, reprimenda o llamado de atención al convocar a marchas en apoyo a la narco dictadura cubana en nuestro suelo.
Como explicara en su nota el Prof. Nahem Reyes: “Desde la perspectiva estrictamente jurídica, vale decir, que se trata de una franca y directa violación al Convenio de Viena, pues, las funciones de un Embajador debidamente acreditado se limitan a la representación e información de su Estado, en este caso, Cuba. Por tanto, la organización de cualesquier manifestación, por pacífica y el motivo que fuere, constituye un acto totalmente incompatible con sus funciones, el cual debe ser interpretado como un acto hostil e injerencista en la política interna del país sede de dicha Embajada”.
¿Paraguay se respeta? A veces… ni un poco.
