TRAICIONARSE NO SIEMPRE ES MALO.
Todo entrenador tiene un momento en el que está a punto de traicionarse a sí mismo en sus convicciones futbolísticas más profundas. A Eduardo Berizzo la traición le corrió por las venas y asaltó su punto neurálgico, el mediocampo: Gastón Giménez fuera de la convocatoria.
El dibujo del medio compartía por primera vez la presencia de un volante central en Robert Piris Da Motta. El Toto pensó en defender con 3, el citado Piris más Gustavo Gómez y Junior Alonso en la lectura de que Bolivia no se animaría a atacar sostenidamente, y en la necesidad de iniciar limpio con los pases del de Mineiro.
La presencia del pivote potenció el desempeño de Mathías Villasanti por el interno derecho. Despliegue excepcional para apuntalar la presencia permanente de Paraguay en territorio boliviano: era el primero en saltar a la presión y a la recuperación tras pérdida. Completaba la trilogía del medio Miguel Almirón que, puesto por el medio, es otra cosa, atacando directo a los centrales, a espaldas de los volantes rivales.
Por momentos, el triángulo del medio cambiaba de orientación y se paraba en 2-1, teniendo a Almirón como un enlace o segunda punta.
Los laderos fueron elegidos por sus virtudes de pasar la línea del medio en transiciones ofensivas. Beto Espínola menos utilizado, y Santiago Arzamendia entraron con la misión de mantenerse a buena altura para sumar opciones de progresión.
Una traición importante: Paraguay de Berizzo jugó con un 9 clásico, Gabriel Ávalos fijando y fajando centrales bolivianos para que Ángel Romero por izquierda y Alejandro Kaku Romero fuesen más extremos que volantes; las funciones cambiaron.
PARA ATACAR BIEN HAY QUE DEFENDER BIEN
La lectura de Berizzo fue que una Bolivia diezmada no atacaría. Acertó: hizo el gol sin atacar, por infortunio de los nuestros; pero lo que se llaman atacar, los de Farías no lo hicieron.
Paraguay no ejerció la defensa porque no necesitó hacerlo: Gómez y Alonso ejercieron de iniciadores de ataque; se pararon en mitad de cancha durante 65´, 70´aproximadamente. Y los pases de Alonso sumaron mucho para romper con la primera línea boliviana y conectar lo más rápido posible con Almirón y Kaku.
El gol boliviano (21´) no hizo más que acelerar las piernas paraguayas: Paraguay se abotonó en las cercanías del área verde. Gabriel Ávalos, se vio muy de cara al gol y no consiguió marcar. Pero su tarea de desmarque permanente y lucha con los centrales benefició a los Romero, Ángel y Alejandro, para que empiecen a ir en el 1c1 permanentemente: el del Ciclón argentino ganaba por afuera y estiraba a Bolivia sobre la línea; Kaku proponía diagonales de derecha para adentro para soltar pases por ese callejón y buscar el pivote de Ávalos.
En segunda línea, Almirón y Villasanti apuntalaban la presencia. Varias veces, los nuestros estuvieron de cara al gol, pero no conseguíamos vulnerar la última instancia. Piris Da Motta, el equilibrio.
En los papeles, Paraguay atacaba correctamente. Pero Bolivia terminó ganando ese primer tiempo, y con un hombre menos por expulsión de Jaime Cuellar.
EL PLAN DEL SEGUNDO TIEMPO: INSISTIR, PERSISTIR, NUNCA DESISTIR
Berizzo redobló la apuesta y asedió los frontones bolivianos con el mismo plan: Ángel desbordando, Ávalos pivotando para la llegada de los demás. Sin embargo, los frontones bolivianos se iban cercando cada vez más. Desde arriba, desde la TV, se veía que era necesario o romper líneas con una conducción, con un pase, u obligar a Bolivia a salir porque pegaríamos de media distancia.
Fue justamente Kaku quién empezó a animarse a pegar a portería; Almirón también, Ángel… Empezábamos a animarnos hasta que el cambio posicional de Romero Gamarra, tirado al medio, terminó por decidir el rumbo definitivo: cazó un rebote y probando fuego clavó el zurdazo para equilibrar las cosas e indicar el camino. Bolivia ya era escombros.
El cazador olió sangre y fue por más. Berizzo reforzó el mensaje con los cambios: Carlos González por Piris Da Motta, Richard Sánchez por Villasanti. A jugar ¡con dos 9! Difícil ya sostener para Bolivia que penaba en propia área. Balón cruzado a segundo palo, fantástico desmarque de González que gana por arriba y fusila de cabeza al portero boliviano para que Angelito empuje el rebote para ya revertir definitivamente.
El tercer gol ya lo agarra a Bolivia corriendo contra su arco por primera vez, y por ende fue el de ejecución menos compleja.
Paraguay exhala.
¿CUÁL ES LA VARA?
La tarea está cumplida. Pero, ¿cuál es la vara para esta selección? ¿Cómo medimos el rendimiento? ¿Fue contra Brasil o es contra Bolivia?
¿Retornamos a lo básico como contra Uruguay?
Berizzo se ha tenido que traicionar para encontrar una solución (¿parche?) que le permita respirar de cara a todo lo que viene. La traición solo vino con nombres propios, y desde ellos, con una propuesta futbolística diferente. El volante central clásico potencia el desempeño de los demás. Almirón y Kaku atacando a los centrales genera entusiasmo. Ángel proponiendo desbordes es un show aparte.
Pero, ¿estarán todos en un big match? Se viene Argentina, y está por verse si Berrizo logra la calma mental como para no creer que la permanente traición es el camino.
De vez en cuando, traicionarse está bien. No siempre.