Una sociedad civilizada vive y evoluciona a través del consumo de ideas y en este aspecto, fue durante muchos años la prensa la encargada de difundirlas, de “educar” a la población acerca de los ideales por los que la comunidad debe luchar. Esto terminó cuando la prensa abandonó esa función y comenzó a responder, pura y exclusivamente, a las presiones del mercado y de los grupos de interés.
Con el “escrache” a Juan Ernesto Villamayor, la prensa prostituta (ya todos sabíamos que lo era) dejó demostrado este último punto; respondiendo a un “grupo de interés”, observamos una caterva de periodistas pagos defendiendo a quien daña al pueblo.
Muchos periodistas de renombre y otros que no suenan tanto (pero es evidente que quieren una porción de torta), salieron a defender a Villamayor y a atacar a los ciudadanos que, hastiados del robo constante y las burlas de quienes gobiernan, tomaron el toro por las astas y les hicieron saber, a toda la clase política, que no estaría dispuesta a seguir tolerando los abusos habituales. Si, hay que decir todo, esta misma prensa prostituta que hoy condena el escrache fue la que, meses atrás festejaba el escrache a una hija que llegaba del brazo de su padre el día de su boda.
No faltaron (nunca faltan) los imbéciles que intentaron demeritar el accionar de un ciudadano indignado. La periodista Ingrid Noguera afirmó que: “Tampoco para que salgan a decir que fue la consecuencia del hartazgo ciudadano. Si tenés plata o cenás en restaurantes caros, no sos ciudadano” o el hijo de Nicanor Durate Frutos (Redactor del portal de noticias “El Trueno”) que afirmó que solo se trató de un “Cheto aburrido de su esposa” (Ésta sola expresión merece más trompadas que las adquiridas involuntariamente por Villamayor), dejando demostrado que, para quienes ejercen la profesión de periodista, finalmente, por exceso o por ausencia, todo se reduce a una cuestión de dinero.
Se escudan en la violencia
Los más tímidos de estos prostitutos de la palabra, intentan articular un discurso para quedar bien con Dios y con el Diablo: “Se merecía el escrache pero no la violencia”; eso es claro, nadie quiere vivir en una sociedad violenta y anárquica, pero es claro también que en estos casos la violencia es el substrato de los sentimientos de frustración, de amargura, del pesar de saberse abusados por personajes que aun sabiéndose indecentes, tienen el descaro de salir a la calle bajo un manto de pretendida inmunidad.
El pueblo dijo basta y como no se enteren, ellos y ustedes, como no vuelvan a ser dignos de la confianza que les depositaron, esto va a seguir y va a escalar y si quieren evitarlo dejen los políticos de robar y ustedes “periodistas” de encubrir. Violencia, también, es mentir.