lunes, 23 diciembre, 2024

Cuties: una aberración creada para estimular sexualmente al espectador

La directora y su equipo deben responder por poner a menores a realizar una actuación destinada y diseñada para provocar una respuesta sexual en el espectador.

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«Son muy calientes, puedes decir lo que sea acerca de mí, pero no es mi culpa, yo no las hice hacer eso. Mientras ves la película estás sentado lidiando con estos dos pensamientos en tu cabeza; por un lado, estas son niñas, por otro lado, son calientes. Y descubres que eres capaz de sentir eso».

Este es un fragmento de un vídeo en el que un youtuber cuenta su experiencia al ver Cuties, la película de Netflix que causa revuelo e indignación por estos días.

No haré referencia en este análisis a las intenciones de los creadores de la película, no quiero especular sobre la bondad o maldad de gente a la que no conozco. Lo que nos importa, y de lo que sí podemos hablar con claridad, es de las consecuencias y el efecto de esta película.

La creadora de Cuties asegura que intenta con la película poner sobre la mesa la hipersexualización en niñas. El asunto principal es que lo hace hipersexualizando niñas, generando un contenido que vuelve al espectador cómplice y dando mensajes ambiguos que llevan a muchos a pensar que tal vez lo que consideramos inaceptable debe ser replanteado. De repente tenemos a gente que siente que unas niñas de 11 años pueden ser «calientes» y empieza a pensar «estoy descubriendo que hay niñas que me ponen caliente».

«No he visto porno infantil nunca», fue otra de las frases que leí en varios foros donde se comenta la película. Hombres asegurando que nunca entrarían a ver pornografía infantil, pero que vieron la película por el ruido que causaba, y de repente están confesando que estas niñas les parecieron «calientes».

Evidentemente hay algo mal en estos hombres, la reacción normal es sentir repulsión por el film y la forma en la que se expone a unas menores. Y desde luego la estrategia de quienes apoyan la pedofilia es exculparlos argumentando que no pueden controlar lo que sienten. Que quede claro: cada persona es culpable de lo que siente y de lo que hace.

Pero sí que es cierto que disfrazar de película normal un material que puede ser catalogado como pornografía infantil y en el que se usan trucos audiovisuales, como el enfoque y los planos, para estimular al espectador -en este caso al ver niñas de 11 años-, es una forma de mover la ventana de Overton; de hacer aceptable algo que es rechazado por el común de la sociedad.

Alguien que nunca se atrevería a ver pornografía infantil, se sienta a ver una película que catalogan como un análisis de una problemática de preadolescentes y que se supone que está bien ver porque es Netflix, y empieza a creer que es «normal» sentirse caliente viendo niñas y que en todo caso la culpa de lo que siente es de los creadores de la película. Se abre así la puerta para que se considere normal ver material explícitamente sexual de niñas de 11 años bajo la excusa de que es un asunto del que «hay que hablar».

En Cuties presentan unas niñas (en especial la protagonista) con deseo sexual y ganas de realizar actos sexuales. Niñas que «descubren» que moverse y exponerse de cierta forma hace que llamen la «atención» de hombres y eso les gusta.

Recordemos que el cine ha sido fundamental para normalizar comportamientos y poner de moda ciertas actuaciones. El cine, por ejemplo, volvió sexy fumar. El cine volvió común y socialmente aceptadas las relaciones sexuales casuales y con extraños. Más allá de lo que uno crea sobre esos asuntos, no involucraban menores de edad, y el punto que quiero señalar es que el cine influye profundamente en la sociedad.

¿Cuántas personas después de ver Cuties cambiarán su opinión? Algunas frases y preguntas que se hacen en foros nos alertan no solo de lo inmoral que es utilizar a menores en un film de ese tipo, sino de lo peligroso que es abordar el tema de esa forma en cine.

No hablamos de un libro donde se explica un problema, planteado como tal, y se analiza cómo manejarlo entendiendo que la hipersexualización no es una situación normal ni mucho menos sana o deseable para una niña.

Hablamos de una película en la que se pone a niñas a hacer movimientos y posiciones sexuales, bailes eróticos y provocaciones a hombres. El film constituye abuso infantil y lleva a muchos a ver material de pornografía infantil y preguntarse si tal vez es normal sentirse estimulado con los movimientos y los ángulos que se usan -a propósito-.

Cuántas niñas verán esta película y querrán ser como la protagonista que llega incluso a publicar una foto de sus partes íntimas en redes. Cuántas madres si su hija tiene un comportamiento parecido evitarán frenarla creyendo que es algo normal para ciertas chicas. ¿Cuántos usarán el film para poner en una zona gris cuestiones inaceptables como una relación sexual con una menor? Dirán: hay niñas demasiado calientes, quieren sexo y logran excitar a los hombres.

La directora de Cuties debe responder por una película en la que la cámara enfoca el área genital de las niñas, con planos y movimientos que comúnmente se utilizan para estimular al espectador, un film con escenas que son sexualmente sugestivas, y no se trata solamente de insinuación, en los bailes hacen poses directamente asociadas a actividad sexual, hablamos de poses y comportamientos anormales y antinaturales para niñas de esa edad, las han hipersexualizado para hacer las escenas.

La niña protagonista además muestra voluntad de participar en actos sexuales, cuando le baila a unos vigilantes para que la dejen salir de un lugar sin pagar y cuando se baja los pantalones para que un hombre le dé su celular.

En resumen, la directora y su equipo deben responder por poner a menores a realizar una actuación destinada y diseñada para provocar una respuesta sexual en el espectador. Esta no es una película que  toca temas sexuales que involucran a menores es una película llena de escenas para estimular. Incluso actrices como Evan Rachel Wood, pro Biden, pro Black Lives Matter, están de acuerdo en que esto se trata de abuso infantil y que hay un objetivo claro de estimular sexualmente al espectador.

Debemos ser claros y condenar cualquier intento de normalización de la pedofilia. No es normal la atracción hacia menores. Tampoco es normal que una niña de 11 años se comporte como las chicas de la película, una chica con esos comportamientos necesita terapia. Y, sin importar lo que diga Netflix o supuestos expertos, nunca estará bien que una niña de 11 años tenga relaciones sexuales.

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