Buen día Señores:
Mi nombre es Gerardo Ruiz
Quiero expresarles mi preocupación, probablemente sea compartida o no, pero hay que repensar lo que estamos haciendo.
Estoy empezando a cambiar de opinión sobre el “quedate en casa”. Es claro que ha contribuido bastante en la contención del avance de la epidemia; pero ya es hora de cambiar de estrategia.
Este estado de inmovilización está asfixiando a todas las empresas, trabajadores independientes y cuentapropistas. Las medidas económicas aprobadas por el Gobierno Nacional no alcanzarán para cubrir todas las necesidades que se están empezando a generar, y que se agravarán hasta un punto sin retorno si la vida no vuelve a la normalidad.
Mi reflexión personal es que no hay forma de sostener la economía empresarial ni la personal si continuamos en casa. En promedio las empresas tienen posibilidad de mantenerse durante 2 meses en una situación crítica, y ya hemos quemado un mes. El próximo mes, si seguimos inmovilizandos, vamos a ser testigos en primera fila de la mayor hecatombe económica del Paraguay desde de la guerra de la triple alianza.
La Ley de Emergencia aprobada es tan imperfecta y populista, que lo único que va a generar es un flujo de fondos que va ser acaparado, en su mayor parte, por una corporación de políticos, burócratas y proveedores del estado, y también un selecto grupo de empleados públicos, que se volverán muy ricos.
Creo sinceramente que nos están mintiendo en todo y desde el principio; nos están haciendo creer que sólo Mazzoleni y Acevedo son los salvadores del Paraguay, y Marito el Prócer, mientras estamos quebrando nuestras empresas, y apoyando leyes para liberar 1.600 millones de dólares para ser dilapidados sin ningún control. Olvídense por favor de la trazabilidad de esos gastos, es un chiste; tengo 25 años de experiencia en control y eso es imposible y menos aun en la administración pública, en donde no tienen datos ni medios para compilar de manera ordenada y transparente; es un cuento. La velocidad con la que se va a gastar, y con la crisis que se puede precipitar en unas pocas semanas más, no va a permitir ningún control, pues todos estaremos lidiando para apagar nuestros propios incendios. No habrá nadie que levante la voz porque sabemos que los medios de prensa pertenecen precisamente a aquellos grupos que harán negocios con estas medidas y, de la que los políticos con toda su voracidad participarán muy alegremente.
Estas regulaciones que se aprobaron por el Congreso y el Ejecutivo, va a ser un verdadero caldo de cultivo para la corrupción, ¿o acaso cabe lugar a pensar que el estado será un buen administrador y celoso de los recursos?
Pienso que nos vamos a endeudar y vamos a tener que pagar las consecuencias a costa del sacrificio del sector privado. A las empresas nos piden y nos amenazan desde el Ministerio del Trabajo para mantener las fuentes de empleo, mientras nos estamos desangrando inmóviles con las medidas sanitarias.
Entonces, si no nos mata el virus, nos va a matar la gran crisis económica al cual vamos a llegar y, al cual lamentablemente estamos todos contribuyendo con nuestro manso y obediente silencio.
Es muy interesante la propuesta de las entidades financieras de postergar todos los créditos para el mes de julio, y ofertar más líneas de créditos de contingencia; pero señores, cualquier despensero de barrio sabe que endeudarse para pagar salarios significa estar en la misma puerta de la quiebra. Las deudas no se olvidarán e igual se deberán pagar y sin facturar y sin cobrar, sólo se prolongará la agonía.
Hay que abrir las empresas inmediatamente, abrir los comercios, continuar con nuestras vidas; desde luego implementando un protocolo y extremando medidas sanitarias, pero hay que abrir todo y empezar a trabajar nuevamente. Son cientos de miles de paraguayos que viven de las empresas y que, a su vez contribuyen con otros trabajadores, vendedores ambulantes, subempleados, cuentapropistas y hasta los limpiavidrios y cuidacoches, de quienes nos quejamos todos, pero viven también de esa gran cadena llamada sistema económico.
Me resulta cuestionable cómo los “Señores Lince”, otrora aplaudidos por la ciudadanía, se ensañan con la gente pobre que está por las calles. ¿Cómo es que podrán quedarse en casa?. Es muy fácil para los burócratas, periodistas refinados e incluso para muchos de nosotros decir “quédate en casa”, porque vivimos en residencias de 280 metros cuadrados, con patio y quincho, en donde sólo nos cruzamos con nuestros hijos en algunos de los pasillos, o directamente ni los vemos; pero estas personas que viven en asentamientos pobres y hacinados tienen chozas de 20 metros cuadrados y conviven con otras 7 u 8 personas más. Su patio es la plaza y su quincho es la canchita de piky de la esquina. Me apena ver como gente educada comparte las oprobiosas escenas de los Señores Lince maltratando a estos compatriotas por el sólo hecho de ser pobres. ¿Cómo es que podemos decir que se debe encerrar a 8 o más personas en 20 metros cuadrados?
El continuar con estas medidas restrictivas, sólo generará un caos económico, porque precipitará la caída del consumo, de las ventas, una paralización de la economía, la cual ya lo estamos viendo, pero con mayor agudeza, porque no se podrá hacer frente a los costes sin poder facturar y cobrar. Si todavía persiste el confinamiento, ese movimiento que se ve en los supermercados hoy, va caer, porque las tarjetas de créditos llegarán a los límites, los salarios estarán comprometidos en múltiples compromisos y también va caer el ingreso de trabajador, en especial aquellos cuyas actividades están paradas, albañiles, construcción de edificios, cuentapropistas, empleados de shoppings, vendedores ambulantes, limpiavidrios, cuidadores de autos, empleados de empresas que están cerradas temporalmente, empleadas domésticas, y así un sinfín de personas que están inmovilizadas y que están consumiendo mucho en estos días, pero que tendrán que dejar de consumir.
La industria de la construcción se paralizará y los precios irán a pique; adiós al negocio inmobiliario que tanto hizo crecer a la economía en estos 10 años. Muchos edificios quedarán sin poder terminarse y la gente que compró sus departamentos no podrán pagar más.
Las empresas van a tener que despedir a sus empleados y sin poder pagar sus indemnizaciones, y con justa razón generará demandas laborales que terminarán con arruinar completamente a las empresas y todos perderemos.
Pero lo más alarmante es que después del caos empresarial, vendrá el verdadero caos de la gente pobre. Sólo en el Departamento Central existen más de 90 asentamientos que congregan cera de 1.000.000 de personas en estado de necesidad y pobreza. ¿Qué garantías tenemos que, llevados por el hambre, no empecemos a ver saqueos masivos y asaltos, así como se puede ver en la Argentina?
Hay que despertar de esta romántica sensación de que, quedarnos en casa nos salvará, por que no es cierto. Gobiernos sensatos se dieron cuenta de que la pandemia económica será peor que la pandemia del coronavirus. Trump, Bolsonaro, López Obrador, tuvieron una lectura más allá de la lírica recomendación médica de aislamiento social.
Si no queremos ver al Paraguay en ruinas nuevamente; si no queremos ver nuestras empresas en ruina y hecho añicos el futuro de nuestros hijos, debemos terminar ya con esta cuarentena y volver a la vida normal, pues es sabido que todos nos contagiaremos tarde o temprano.
Olvídense del “teletrabajo” que está pregonando la Ministra de Trabajo, es pura falacia. Debemos pisar tierra; el Paraguay no termina en calle última. ¿De qué teletrabajo se puede hablar en un país de obreros, labriegos, subempleados y cuentapropiastas? No todos en Paraguay trabajan en el eje corporativo, por favor hay que dejar de escuchar estupideces. Las empresas paraguayas aún no tienen la tecnología para trabajar en casa; no vivimos el Dubai ni en Suiza. Vivimos en Paraguay, el país de los trabajadores del mercado, los vendedores ambulantes, los obreros de la construcción y nadie puede trabajar en casa. Ni yo que siendo un privilegiado por ser profesional tengo la forma de trabajar en casa. Hay que levantar inmediatamente esta medida y también hay que detener la sangría de dinero de esta Ley de Emergencia, que en su mayor parten va a ir a parar al bolsillo de unos cuantos proveedores del estado, políticos y funcionarios públicos corruptos.
Disculpen por expresar esta situación, quizá pueda estar equivocada mi visión, pero seguro contribuirá en algo para pensar en una solución ecléctica al menos, pero que impida que nos vayamos a la quiebra total, entonces habré cumplido con mi objetivo.
Que Dios nos proteja a todos.
Saludos cordiales.