martes, 05 noviembre, 2024

Abdo al gobierno, Cartes al poder

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En los últimos días y mucho más aun después de la reunión de las bancadas coloradas en la residencia del ex presidente Horacio Cartes, escuchamos a «Grandes Analistas Políticos» argumentar que al poder se llega única y legítimamente a través del voto popular, y no a través de alianzas circunstanciales, dejando en claro que no estarían entendiendo mucho acerca de que va en eso del poder en realidad.

Si acaso el poder solo se pudiese obtener por medio de elecciones populares, podríamos afirmar, insisto, siguiendo la lógica de estos analistas, que el poder judicial es un poder sin poder y todos sabemos que pensar eso sería un error conceptual gravísimo de una magnitud similar a la de pensar que las organizaciones religiosas no tienen (y ostentan) poder; cuando desde un púlpito pueden salvarte o hundirte con solo elegir las palabras correctas.

Ingenuamente, muchos piensan que el poder es la lógica del ejercicio de las funciones públicas; cuando en realidad, es bastante más profundo, ya que del punto de vista de la filosofía política, el poder es la capacidad que tiene un individuo de modificar la conducta de otros individuos, independientemente de encontrarse o no en función de gobierno.

George Burdeau, en eminente constitucionalista francés, en su «Tratado de Ciencia Política», define al poder (real) «como una energía social, emanación de una representación social, colectiva y dominante, del orden social deseable». Es decir, el poder es antes un fenómeno social y de cohesión para, recién entonces, transformarse en un fenómeno jurídico.

De acuerdo a esta definición, en Paraguay, guste o no, quien detenta el poder político real es el ex presidente Horacio Cartes, por ser quien supo aunar esa energía social detrás de su persona, representando así, el orden social deseable; estabilidad económica, obra pública, dinero circulando en los bolsillos de la población, etc.

Además, debemos reconocer que en la actualidad el político que mejor sabe leer los momentos históricos es Horacio Cartes y, en base a eso, supo cuando hacer un renunciamiento y otorgarle una aparente victoria al adversario y, también, cuando cerrar filas con este adversario en consideración a un bien superior a esa ofensa; reafirmando de este modo su liderazgo ante propios y extraños.

A partir de ahora, solo nos resta saber si el Presidente Mario Abdo Benítez se comportará como un verdadero caballero honrando su palabra en este acuerdo; por lo demás… las cartas están echadas, solo restaría esperar el juicio de la historia.

ND

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