«Cuando en el juicio conté la historia, lo que le había pasado a mi hija, lo que hice después, varios integrantes del jurado popular se largaron a llorar. Maté al tipo que abusó de mi hija, pero lo hice sin entender qué hacía, se me nubló todo esa noche… Creo que ellos me entendieron y por eso ahora estoy libre. Yo no fui criado para matar a otra persona, pero había abusado de mi hija».
Matías Vila tiene 33 años, es de Bahía Blanca y un jurado popular lo condenó este martes a una pena menor a tres años y no irá a la cárcel, adonde de todos modos pasó los nueve meses posteriores al crimen del hombre que abusó de una de sus hijas.
Entendiendo que había actuado bajo «emoción violenta», los doce ciudadanos convocados para definir la suerte de Vila dieron ese veredicto al Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 2 de Bahía Blanca.
Cuando revive todo lo ocurrido en estos tres años, no deja de lado que el Estado nunca los ayudó, que ellos mismos tuvieron que pagar el apoyo psicológico de su hija y que la Justicia tuvo sus fallas.
«No le querían hacer la Cámara Gesell a mi hija, mi primer abogado tuvo que insistir para que se la hicieran y recién allí entendieron que la nena había sido abusada. Era tremendo, no nos creían lo de los abusos», dice.