En los dos artículos anteriores de esta trilogía, hemos visto cómo el candidato del PLRA Eduardo Nakayama se sienta a la mesa con asesores filo-nazis del Partido Patria Querida que niegan el “Holocausto de los Judíos” en la Segunda Guerra Mundial y que también cena, con festejo y pompas incluidas, con historiadores brasileños que representan a la postura oficial de Itamaraty y que niegan el heroico “Holocausto Paraguayo” durante la Guerra de la Triple Alianza.
También mencionamos a la “yunta” de Eduardo Nakayama en la Asociación Cultural Manduarä, que él presidió años atrás. Durante su administración, casi todos ellos eran abiertamente o disimuladamente anti-paraguayos en sus posturas sobre la Guerra de la Triple Alianza. Hemos citado a los más notables, como el candidato a Concejal por el Partido Democrático Progresista (PDP) Enrique Cosp, quien llegó a escribir apologías a Domingo Faustino Sarmiento, Presidente de la República Argentina en la etapa final de la “Guerra Guasu”, el mismo que decía que era “providencial exterminar a la excrecencia humana que eran los guaraníes” (Cosp tenía un blog personal en el que hizo dichas apologías a Sarmiento, que posteriormente borró).
Si uno quiere dirigir los destinos de la patria (Asunción es parte importante de esta) debe tener, antes que ninguna otra, la virtud del patriotismo. Del mismo modo, para llamarse liberal uno debe creer en los valores de la libertad y no llamar “criminales” a quienes tienen el coraje de ejercerla.
Por esa razón, la de ser un patriota, es que en el artículo anterior criticábamos a quienes afirman que son solo “mitos del nacionalismo” reivindicar a los Héroes de la Patria, pues al decir tal cosa, necesariamente uno defiende al “otro mito”, es decir, a los “mitos del globalismo”. E ilusos son, como diría Anxo Bastos, quienes creen que existe una “historia neutral y académica” libre de “mitos”. Los historiadores y filósofos también tienen sus posturas, sus ídolos, sus prejuicios, sus sesgos. Lo único que debería importar a un avezado lector es determinar quién puede sustentar mejor aquello que afirma y que da por válido.
Pero vayamos al tema que nos ocupa, hablar de los “legionarios”. La llamada “Legión Paraguaya”, a la que Nakayama y sus amigos reivindican, fueron los paraguayos que abandonaron el país como opositores a los gobiernos de Francia y los López. Estos personajes no eran unos “románticos” como algunos quieren hacer pasar. Ellos vivieron hasta el último día de sus vidas con el resentimiento, de que “no somos Buenos Aires”. Toda su vida se lamentaron, y se siguen lamentando, de que los paraguayos hayamos decidido separarnos de Argentina, viven soñando con ser aceptados por los llamados “porteños.
He allí la causa por la cual los “legionarios” en el Paraguay son tan especialmente odiados. Pues no eran simples “disidentes políticos” sino que en verdad querían desaparecer la misma independencia y libertad de su propia Patria, todo para el beneficio de su verdadera capital, Buenos Aires. Bartolomé Mitre le escribió en una carta a Dalmacio Vélez Sarsfield: “No sé si estos legionarios son perversos o estúpidos. ¿No saben acaso que vamos a conquistar a su propia Patria?”.
Por esta razón, cualquiera que intente reivindicar a los legionarios o que busque minimizar el grandioso sacrificio por la Patria que hicieron el Mariscal López y su Ejército en esa lidia de alcance cósmico contra la “Triple Alianza”, se gana el escarnio automático del pueblo que, con noble patriotismo, resiste ante las imposturas y la falsía.
¿Y esto en qué se relaciona con Eduardo Nakayama y sus amigos?
Pues como ya hemos dicho, ellos han reivindicado abiertamente a los “legionarios” y han buscado manchar o minimizar todo aquello que enaltece y que reivindica a nuestra versión de la historia. Con anterioridad hemos señalado que todos tienen libertad de creer lo que quieran creer respecto a la Guerra de la Triple Alianza, pero lo que es preocupante, es que personajes que pugnan por cargos públicos tengan una postura tan “pro-legionarios”.
Por ejemplo, respecto a la famosa “Batalla de Piribebuy”, el mismo Eduardo Nakayama junto a sus amigos de la “Asociación Cultural Manduarä” han llegado a afirmar, en discursos públicos, que fueron “los mismos soldados paraguayos” los que prendieron fuego al “Hospital de Sangre” en donde habrían muerto unas 500 personas. Incluso llegaron a decir que el Conde D’Eu, Comandante de las Fuerzas Aliadas en esa batalla, fue hasta el lugar para “auxiliar a los paraguayos” que escapaban y huían de ser quemados “por sus propios compatriotas”. Esto ocurrió ante la presencia de cientos de testigos de la ciudad de Piribebuy, que atónitos veían cómo Nakayama y sus amigos hacían este “revisionismo histórico” acompañados de importantes oficiales del Ejército Brasileño.
Los “manduareños”, encabezados por Eduardo Nakayama y Renato Angulo, estuvieron por ser linchados por el público y debieron intervenir los Concejales de Piribebuy para aclarar que la versión relatada por la Asociación Cultural Manduarä era la “versión brasileña” de la historia y se pusieron a contar la “versión paraguaya” para que se sepa la verdad que la Triple Alianza y “sus lacayos” siempre quiere ocultar y pidiendo que “se respete a la memoria de los mártires paraguayos” porque un acto semejante era hasta una “profanación en la misma Ciudad Heroica”.
¿Se exagera en estas líneas? Veamos… Nakayama y sus amigos, años atrás, no ocultaban en sus redes sociales su abierta animadversión a todo escritor paraguayo que quisiera reivindicar la versión de nuestro país sobre la Guerra de la Triple Alianza.
Así por ejemplo, Don Juan E. O’Leary, historiador y gran apologista del Paraguay, fue blanco de las invectivas vulgares y soeces de los “manduareños” presididos entonces por Nakayama. Carlos José Fuentes Armadans, un “historiador académico” (para los que creen en esa fantochada), abiertamente trataba de desprestigiar a O’Leary, tildándolo de ser un simple “esbirro del General Stroessner”. Ya sabe Ud.: la misma tesis de Itamaraty, “ser reivindicador de los Héroes del Paraguay es caer en el Mito Stronista”.
¿Hay más? Siempre hay más. Fuentes Armadans, autor de la obra apologética a la Legión Paraguaya “La Maldición del Legionario”, hizo tiempo atrás este posteo, intentando desprestigiar a Don Juan E. O’Leary de la ANR por haber hecho un discurso favorable al General Alfredo Stroessner de la ANR.
Observen cómo se refieren a Juan E. O’Leary los “manduareños” y sus acólitos. Un poco más y sería pornográfico. Pero estos son “historiadores académicos”. Las imágenes hablan por sí solas.
Si Eduardo Nakayama ganara la intendencia de Asunción, ¿Sería muy arriesgado pensar que propondría derribar estatuas al mejor estilo “Black Lives Matter” y erigir en su lugar una a Bartolomé Mitre?
¿Si un personaje como Enrique Cosp alcanza la Concejalía, cuánto tiempo tardaría la Ciudad de Asunción para que la Avenida Mariscal López se llame Avenida Domingo Faustino Sarmiento, el que hablaba de “exterminar paraguayos en el vientre de sus madres”? Sabemos que Enrique Cosp está a favor del aborto, como buen admirador de todo lo que venga de Buenos Aires, así que no debería extrañarnos.
No son tiempos de dejarnos llevar por “lobos vestidos de cordero”. Al fin y al cabo, lo más importante para nuestro país es defender los intereses de la Patria que nos une a todos. Y utilizando una frase del Presidente de EEUU, Franklin Delano Roosevelt, sobre nuestros héroes como el Mariscal López diré simplemente: “Habrán sido hijos de puta, pero son NUESTROS hijos de puta”.
Revindiquemos a nuestros héroes para que los enemigos de afuera, con la excusa de “combatir mitos nacionalistas”, no vengan a imponernos sus propios “mitos globalistas”.