China elevó este lunes el nivel de presión militar sobre Taiwán con el inicio de maniobras de gran escala que incluyen ejercicios con fuego real, en una nueva demostración de fuerza que vuelve a tensionar el equilibrio en el Indopacífico. La operación, presentada por Pekín como una advertencia directa tanto a las autoridades taiwanesas como a las potencias extranjeras, involucra a unidades conjuntas del Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y la Fuerza de Cohetes.
El despliegue, denominado ‘Misión Justicia-2025’, comenzó a las 08:00 y se extenderá hasta las 18:00 del martes, de acuerdo con el Comando del Teatro Oriental de Operaciones del Ejército Popular de Liberación (EPL). Las actividades se desarrollan en cinco zonas marítimas y aéreas que rodean la isla desde el norte, el suroeste, el sureste y el este, además del propio estrecho de Taiwán, configurando un cerco operativo desde múltiples direcciones.
En un comunicado difundido a través de WeChat y de la agencia estatal Xinhua, el mando militar chino explicó que los ejercicios se concentran en patrullas de preparación para el combate marítimo-aéreo, el control integral del espacio, el bloqueo de puertos y áreas estratégicas, y operaciones de disuasión «tridimensional». Según Pekín, el objetivo central es poner a prueba la capacidad de combate conjunto del teatro de operaciones y defender la soberanía y la integridad territorial del país.
Las autoridades chinas calificaron el ejercicio como una acción «legítima y necesaria» y emitieron advertencias a buques y aeronaves civiles para que eviten las zonas afectadas, debido al uso de munición real. Imágenes oficiales difundidas por el Comando del Teatro Oriental muestran áreas rectangulares de maniobra rodeando la isla, una disposición que, según el EPL, refleja un despliegue coordinado con aproximaciones simultáneas.
La operación se produce en un contexto de creciente fricción regional. En las últimas semanas, Estados Unidos reforzó su cooperación militar con Taipéi y avanzó en nuevos trámites para la venta de armamento a la isla, medidas a las que China respondió con sanciones contra empresas estadounidenses del sector de Defensa. Al mismo tiempo, se agravaron las tensiones con Japón, luego de que la primera ministra Sanae Takaichi advirtiera que un eventual ataque chino contra Taiwán podría constituir una «situación que amenaza la supervivencia» del país y justificar una respuesta militar. Pekín calificó esas declaraciones de «grave injerencia» y cuestionó el fortalecimiento del eje militar entre Tokio y Washington.
Desde Taiwán, las maniobras no tomaron por sorpresa a las autoridades. A comienzos de diciembre, el director de la Oficina de Seguridad Nacional, Tsai Ming-yen, había señalado que no era «improbable» que el EPL realizara ejercicios de gran alcance antes de fin de año, recordando que China suele intensificar sus entrenamientos militares en los últimos meses para evaluar su nivel de preparación.
La reacción desde Taipéi fue inmediata. La Presidencia taiwanesa condenó las maniobras y denunció una campaña de «intimidación militar» por parte de Pekín. La portavoz Karen Kuo afirmó que la paz y la estabilidad en el Estrecho de Taiwán y en el Indopacífico constituyen un «amplio consenso» internacional, y sostuvo que los ejercicios chinos «socavan de forma flagrante la seguridad regional» y desafían el derecho y el orden internacionales.
Por su parte, el Ministerio de Defensa de Taiwán calificó las maniobras de «provocaciones irracionales» y anunció la activación de un centro de respuesta, junto con el despliegue de fuerzas «adecuadas» conforme a los protocolos de seguridad. En su comunicado, subrayó que «defender la democracia y la libertad no es una provocación» y remarcó que la existencia de la República de China —nombre oficial de Taiwán— no puede utilizarse como excusa para alterar el statu quo. Las autoridades insistieron en que las Fuerzas Armadas permanecen en máxima alerta, sin subestimar al adversario ni infravalorar sus propias capacidades.
En paralelo, la Guardia Costera de Taiwán informó sobre la detección de cuatro buques de la Guardia Costera china aproximándose a las aguas del norte y del este de la isla, lo que motivó el despliegue inmediato de embarcaciones taiwanesas. Taipéi denunció que estas acciones afectan la seguridad de la navegación y vulneran los derechos de los pescadores locales.
Desde Pekín, analistas cercanos al ámbito militar reforzaron la narrativa oficial. El profesor Meng Xiangqing, de la Universidad Nacional de Defensa de China, explicó en la televisión estatal CCTV que el nombre ‘Misión Justicia’ busca subrayar la legitimidad política, estratégica y legal de los ejercicios. Según el especialista, la operación pretende castigar a las fuerzas independentistas taiwanesas y disuadir la intervención de actores externos, advirtiendo que si se «cruzan líneas rojas», la respuesta podría ser «aún más contundente».
Taiwán se gobierna de manera autónoma desde 1949, con un sistema político, económico y social propio, y es considerada una de las democracias más consolidadas de Asia. Sin embargo, la República Popular China la considera una «parte inalienable» de su territorio y no descarta el uso de la fuerza para lograr la reunificación, una posición que el Gobierno de Taipéi rechaza de plano. Las maniobras de esta semana vuelven a exponer la fragilidad del equilibrio en el Estrecho y el riesgo permanente de una escalada con consecuencias regionales e internacionales.




