Japón dio un nuevo paso en el fortalecimiento de su política de seguridad al aprobar un presupuesto de Defensa sin precedentes, en un contexto marcado por el aumento de las tensiones regionales y la creciente presión estratégica de China en Asia-Pacífico. El gabinete japonés autorizó este viernes un gasto superior a los nueve billones de yenes, equivalentes a unos 58.000 millones de dólares, destinados al año fiscal 2026.
El presupuesto récord tiene como objetivo central reforzar la capacidad de ataque a larga distancia y la defensa costera del archipiélago, con especial énfasis en el desarrollo y despliegue de misiles de crucero y sistemas no tripulados. Estas capacidades buscan mejorar la disuasión y la respuesta ante eventuales amenazas, en un escenario regional cada vez más volátil.
La decisión se inscribe en el cuarto año del programa quinquenal impulsado por Tokio para duplicar el gasto anual en defensa y llevarlo al 2% del producto interno bruto. Este objetivo, originalmente previsto para más adelante, fue adelantado a marzo, dos años antes de lo planificado, de acuerdo con la hoja de ruta definida bajo la presión de Estados Unidos, principal aliado estratégico de Japón.
El aumento del gasto responde, en gran medida, a la intensificación de la actividad militar china en las inmediaciones del archipiélago japonés, particularmente en el mar de China Oriental y en torno a Taiwán. Washington ha instado reiteradamente a Tokio a asumir un rol más activo en su propia defensa y en la estabilidad regional, en el marco de la alianza bilateral.
Este viraje se sustenta en la estrategia de seguridad nacional adoptada por Japón en 2022, que identifica a China como el principal desafío estratégico del país. La nueva doctrina supone un cambio significativo respecto de la postura histórica japonesa, que durante décadas limitó el uso de la fuerza a la estricta autodefensa, y marca una redefinición del rol militar de Japón en el escenario internacional.




