La victoria del conservador Nasry “Tito” Asfura en las elecciones presidenciales de Honduras abrió un nuevo interrogante en el tablero diplomático de Centroamérica: el rumbo que tomará la política exterior del país y, en particular, el futuro de su relación con China y la eventual recomposición de vínculos con Taiwán, interrumpidos en marzo de 2023 durante el gobierno de Xiomara Castro.
Con el 40,26 % de los votos obtenidos en los comicios del pasado 30 de noviembre, Asfura se impuso en una elección que no solo reconfigura el escenario político interno, sino que también introduce incertidumbre en el delicado equilibrio diplomático de la región. Tanto Pekín como Taipéi reaccionaron con cautela tras confirmarse el resultado, a la espera de señales claras por parte del presidente electo, quien durante la campaña evitó definiciones tajantes y dejó abierta la puerta a una revisión del actual alineamiento internacional de Honduras.
Desde China, el mensaje fue medido pero firme. El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Lin Jian, afirmó que Pekín “respeta la decisión del pueblo hondureño” y expresó la voluntad de “colaborar con Honduras para impulsar conjuntamente el desarrollo continuo” de las relaciones bilaterales. Sin embargo, subrayó que cualquier vínculo deberá sostenerse bajo el denominado “principio de una sola China”, una condición que el gobierno de Xi Jinping considera innegociable y que excluye cualquier reconocimiento diplomático a Taiwán.
Las declaraciones contrastan con algunos posicionamientos expresados por Asfura durante la campaña electoral. En más de una ocasión, el mandatario electo sostuvo que Honduras “estaba muy bien” cuando mantenía relaciones diplomáticas con Taiwán, destacando el apoyo económico y comercial que el país centroamericano recibía del gobierno isleño. En paralelo, cuestionó los resultados del acercamiento a China, señalando que los beneficios prometidos no habrían cumplido con las expectativas de distintos sectores productivos hondureños.
La posibilidad de que Honduras revierta su decisión y retome relaciones con Taiwán constituye un asunto particularmente sensible para Pekín. En los últimos años, China ha intensificado su ofensiva diplomática para reducir el número de países que reconocen a la isla, especialmente en América Latina y el Caribe, una región que considera estratégica en su disputa geopolítica con Estados Unidos y sus aliados.
En este contexto, la política exterior del futuro gobierno de Asfura será observada con atención tanto dentro como fuera de la región. Más allá de las afinidades ideológicas, cualquier redefinición del vínculo con China o un eventual regreso al reconocimiento de Taiwán tendrá implicancias económicas, diplomáticas y geopolíticas de largo alcance para Honduras, que deberá equilibrar intereses estratégicos, presiones externas y expectativas internas en un escenario internacional cada vez más polarizado.




