Por Octavio McFarlane *
En las últimas semanas, la captación de fondos del Instituto de Previsión Social (IPS) por parte de Ueno Bank ha sido objeto de una ofensiva discursiva que combina sospechas infundadas, omisiones deliberadas y una construcción mediática que poco tiene que ver con el análisis financiero serio. Cuando se observan los datos objetivos, el relato del “riesgo” se derrumba, dejando al descubierto que lo que está en juego no es la solvencia bancaria, sino una operación política cuidadosamente amplificada.
Ueno Bank S.A. cuenta con una calificación de riesgo AA, una nota que en el mundo financiero indica una muy alta capacidad de pago y una sólida solvencia para cumplir con sus obligaciones. Dentro del sistema bancario paraguayo, esta calificación ubica a la entidad apenas un escalón por debajo del nivel máximo (AAA), compartiendo categoría con instituciones de extensa trayectoria como Sudameris Bank, el Banco Nacional de Fomento y Banco GNB. Solo dos bancos —Continental e Itaú— ostentan una calificación superior.
Desde esta perspectiva, calificar como “riesgosa” la colocación de fondos del IPS en una entidad con nota AA no solo es técnicamente incorrecto, sino intelectualmente deshonesto. Se trata de una categoría de grado de inversión alto, plenamente aceptada por inversores institucionales, fondos previsionales y organismos públicos en cualquier mercado serio.
Es cierto que el monto captado por Ueno Bank lo posiciona como el segundo mayor receptor de fondos del IPS, solo por detrás de Sudameris Bank. Este dato puede habilitar un debate legítimo sobre la concentración de inversiones, un aspecto habitual en la gestión de riesgos, pero de ningún modo cuestiona la solvencia de la entidad. Resulta, además, llamativo que bancos con mejor calificación crediticia, como Continental o Itaú (AAA), tengan montos sensiblemente menores sin que ello genere el mismo nivel de alarma mediática o política.
Más aún, quienes impulsan este relato evitan mencionar un punto clave: existen bancos con calificación inferior (“A”) que también concentran sumas relevantes de fondos del IPS. Zeta Banco, con una nota A, capta más de 210.000 millones de guaraníes, superando incluso a entidades con mejor calificación. Interfisa y Solar Banco, igualmente calificados en A, también reciben inversiones significativas. Desde un punto de vista estrictamente técnico, estas entidades presentan un perfil de riesgo mayor que un banco calificado como AA, como Ueno Bank.
El análisis comparativo demuestra que el debate no gira en torno a criterios financieros objetivos, sino a una selección interesada del blanco. Señalar de forma exclusiva a un banco con alta solvencia, mientras se silencian exposiciones mayores en entidades de menor calificación, distorsiona la discusión y revela una clara intencionalidad política.
En ese intento de instalar un relato artificial, los promotores de la campaña cuentan con la colaboración de cortesanos genuflexos, voluntariosos meretrices mediáticos y lisonjeros interesados, que actúan como operadores y perifoneros antes que como analistas. Gente que abusa de los fueros que le otorga la Constitución para ejercer de voceros de intereses corporativos de grupos económicos investigados, imputados y procesados por lavado de dinero, mientras pretenden convencer al resto de que creamos una ficción que los números desmienten sin esfuerzo.
A este panorama se suma un dato que suele ser omitido de manera sistemática: Ueno Bank es el único banco paraguayo con doble calificación internacional, otorgada por Standard & Poor’s y Fitch Ratings, ambas con nota BB y perspectiva Estable. Este doble aval somete a la entidad a estándares de control, transparencia y evaluación muy superiores a los del mercado local, con un escrutinio permanente por parte de dos de las agencias más influyentes del sistema financiero global.
En definitiva, los cuestionamientos contra Ueno Bank por la captación de fondos del IPS no resisten el menor análisis técnico. La entidad exhibe una calificación sólida, se encuentra entre los bancos de menor riesgo relativo del sistema y cuenta, además, con un respaldo internacional que pocos competidores pueden mostrar. Persistir en instalar sospechas sin sustento no solo confunde a la opinión pública, sino que erosiona deliberadamente la confianza en los criterios que regulan el sistema financiero paraguayo, en beneficio de intereses que nada tienen que ver con la transparencia ni con la protección de los recursos previsionales.
* colaborador independiente en temas judiciales y económicos.




