Durante décadas, el llamado Proyecto 981 fue un misterio reservado exclusivamente para las élites del poder en Pekín y para un puñado de investigadores occidentales dispuestos a adentrarse en los rincones más opacos de la medicina china sin controles éticos. Hoy, este programa vuelve a estar bajo los reflectores tras un incidente de micrófono abierto que expuso, sin proponérselo, las ambiciones del régimen chino: una vida de 150 años para las cúpulas del Partido Comunista Chino (PCCh).
Un proyecto secreto que sale a la luz
El Proyecto 981 está integrado por médicos estrella y por los especialistas que históricamente han atendido a los altos mandos del ejército y del Partido. Su objetivo oficial: prolongar la vida de la élite política china mediante tratamientos exclusivos, exámenes exhaustivos y—según indicios cada vez más inquietantes—trasplantes de órganos “a demanda”.
La existencia del proyecto saltó al conocimiento público tras un intercambio captado el 3 de septiembre entre Xi Jinping y Vladímir Putin durante un desfile militar en la Plaza de Tiananmen. Xi afirmó que en este siglo podría ser posible vivir hasta los 150 años, comentario que Putin vinculó con la idea de “trasplantes continuos” como clave para una juventud perpetua.
Aquellas palabras evocaron inmediatamente un anuncio estatal de 2019 del Hospital 301—el principal centro médico militar chino—que hablaba de “un proyecto de vida de 150 años para combatir la muerte”. El anuncio fue censurado a las pocas horas. Pero la semilla ya estaba plantada.
El camino conduce al Hospital 301 y a una historia más oscura
El sendero de esta promesa de longevidad lleva al Hospital General del Ejército Popular de Liberación en Pekín, institución emblemática por atender exclusivamente a las autoridades más poderosas del país. Desde allí surgió el mencionado anuncio que describía un sistema médico construido durante décadas, combinando medicina tradicional con biotecnología avanzada, y que aseguraba que los líderes chinos vivían en promedio una década más que sus pares occidentales.
Sin embargo, lo que más alarmó a expertos en ética médica fue la referencia a la “restauración de funciones de órganos”, un término ambiguo que, según denuncias antiguas y recientes, podría estar relacionado con la práctica sistemática de extracción forzada de órganos.
Órganos bajo demanda: denuncias que se acumulan
Mucho antes de que se hablara de longevidad extrema, múltiples denuncias ya apuntaban al uso de presos de conciencia —principalmente practicantes de Falun Gong— como un “banco de órganos” controlado por el Estado. En 2019, un tribunal independiente en el Reino Unido, presidido por el experto en crímenes de guerra Sir Geoffrey Nice, concluyó que China había practicado la extracción forzada de órganos “a gran escala y durante años”.
Los testimonios describían una operación perfectamente organizada: detenidos sin nombre, cirujanos militares disponibles y un sistema listo para proveer órganos frescos según la demanda de altos funcionarios.
El caso del exministro de Cultura Gao Zhanxiang, fallecido en 2023, reavivó las sospechas: su obituario mencionaba que el funcionario había reemplazado “muchos órganos”, al punto de que él mismo bromeaba diciendo que “gran parte del cuerpo ya no era suyo”.
El vínculo con el Proyecto 981
Detrás del escudo de modernidad del Proyecto 981, su fundador Zhao Wei explicó que la iniciativa se basa en “80 años de historia sanitaria conservadora”. El proyecto realiza seguimientos médicos exhaustivos a altos funcionarios y miembros de la élite económica—en algunos casos hasta 150 pruebas por persona.
Pero el detalle más inquietante es que su red de centros médicos incluye cientos de hospitales chinos señalados internacionalmente por su volumen inusualmente alto de trasplantes en tiempo récord. La lógica es clara: prevención cuando es posible, reemplazo cuando es necesario.
El exfuncionario militar Bai Shuzhong admitió en 2014, durante una llamada con investigadores encubiertos, que la extracción de órganos de practicantes de Falun Gong provenía de “órdenes desde arriba”. Años después, esas mismas instituciones otorgaron premios al Proyecto 981.
Una elite que vive más y mejor
El sistema no es nuevo. Desde la fundación del PCCh, la salud de la élite ha sido prioridad estatal. En los años 60 y 70, según el médico personal de Mao, Li Zhisui, altos funcionarios recibían transfusiones de sangre de jóvenes soldados como “tónico rejuvenecedor”. Se cultivaban alimentos exclusivos, se montaban granjas especiales y se creaban hospitales exclusivos para la cúpula del Partido.
Los resultados están a la vista: mientras los chinos vivían unos 68 años a finales de los años 70, los miembros de la élite superaban los 80. Varios dirigentes recientes han alcanzado los 100 años, una anomalía estadística que coincide con décadas de privilegios médicos.
El silencio como norma
El Proyecto 981 funciona casi sin presencia oficial en internet. No tiene sitio web propio y su archivo más reciente es de 2019. Los videos promocionales que aparecen en Douyin —la versión china de TikTok— exaltan sus supuestos logros: clientes con una media de edad de 92 años y un 38% de usuarios que supera los 100.
Aun así, cualquier referencia a “restauración de funciones de órganos” o a “vida de 150 años” ha sido cuidadosamente borrada por los censores chinos. Lo mismo ocurrió con el momento del micrófono abierto de Xi Jinping.
Para expertos como el Dr. Torsten Trey, esto no es casual: “Si fuera algo insignificante, simplemente lo dejarían estar. Pero no lo hacen. Pasan a modo sigiloso.”
Un sistema diseñado para proteger al poder
Según testimonios de médicos que trabajaron en salas VIP para funcionarios, el objetivo del sistema es claro: proteger al liderazgo. La jerarquía determina todo: acceso a exámenes, a medicamentos, y, cuando es necesario, a órganos.
Tal como resume el nefrólogo Richard Amerling: “Su red de órganos está diseñada para mantenerlos con vida. Es absolutamente diabólico.”
Luchar contra la muerte, cueste lo que cueste
Para médicos y denunciantes, la obsesión de la élite comunista por la longevidad está impulsada por un temor existencial: perderlo todo al morir.
Como concluye Trey:
“Cuando están vivos, lo tienen todo. Cuando mueren, no tienen nada. Por eso quieren pelear contra la muerte.”
Y el Proyecto 981 sería su arma secreta para lograrlo, aunque ello implique sacrificar vidas humanas en silencio.




