Entre los días 7 y 8 de noviembre de 2025, tuve el honor de participar en la Asamblea de la Alianza Interparlamentaria sobre China (IPAC), celebrada en el edificio del Parlamento Europeo, en la ciudad de Bruselas, Bélgica. No fue un encuentro más: fue una cita donde se debatió, con argumentos y testimonios, el futuro de la libertad frente al avance de las autocracias, y donde el Paraguay —aunque representado de manera indirecta— se vio reflejado en cada exposición sobre la importancia de mantener la independencia y la dignidad nacional ante los embates del poder económico chino.
Una experiencia personal y culturalmente enriquecedora
En lo personal, esta experiencia fue profundamente edificante. Bruselas, corazón político de Europa, ofrece una atmósfera donde la historia, la cultura y la diplomacia se entrelazan en cada calle y edificio.
Tuve la oportunidad de recorrer espacios emblemáticos que hablan del legado civilizatorio europeo: el Parque Leopoldo, el Museo de la Historia Europea, el Museo de Ciencias Naturales, la Biblioteca Solvay, el Palacio Real y el Salón del Trono. Lugares que no son simples atracciones, sino testimonios de siglos de pensamiento, ciencia y arte que moldearon la identidad de Occidente.
Cada visita, en cierto modo, sirvió para contextualizar lo que luego se discutiría dentro del Parlamento Europeo: el valor de las instituciones, la defensa de la verdad, la importancia de la libertad de pensamiento y la necesidad de resistir ante quienes pretenden imponer su modelo político por medios económicos o coercitivos.
Una asamblea en defensa de los valores democráticos
La Asamblea de la IPAC reunió a legisladores de 29 delegaciones de los seis continentes, así como a periodistas, analistas y defensores de los derechos humanos. Todos compartían un propósito común: examinar el rol de la República Popular China en el mundo y las consecuencias de su creciente influencia en los países en desarrollo.
Las conclusiones fueron casi unánimes. La idea de que establecer vínculos estrechos con la China comunista representa una oportunidad económica sin riesgos fue desmentida una y otra vez. Se presentaron casos concretos donde la dependencia económica derivó en pérdida de soberanía, censura, manipulación política y degradación institucional.
Desde África hasta América Latina, pasando por Europa del Este, los testimonios coincidieron en una advertencia: China no busca socios, busca subordinados. En cambio, la República de China (Taiwán) se alza como un modelo de cooperación genuina, que promueve el desarrollo, la innovación y el respeto por la soberanía de sus aliados.
En ese sentido, resultó reconfortante confirmar que Paraguay está en el camino correcto. Mantener la relación diplomática con Taiwán —una decisión que algunos cuestionan por motivos coyunturales— se revela, a la luz de estas experiencias internacionales, como una decisión estratégica y moralmente acertada.
El discurso histórico de Bi-khim Hsiao
Uno de los momentos más significativos del encuentro fue el discurso de la vicepresidente de Taiwán, Bi-khim Hsiao, quien hizo historia al convertirse en la primera alta autoridad taiwanesa en hablar en un parlamento extranjero. Su intervención, cargada de dignidad y realismo político, fue recibida con una ovación por parte de los legisladores presentes.
Hsiao no habló desde la confrontación, sino desde la defensa serena de la democracia. Reafirmó que Taiwán no busca la guerra, sino la paz; no busca dominar, sino cooperar. Pero también advirtió que la paz no puede sostenerse si solo uno de los lados la respeta.
Su presencia provocó una fuerte reacción diplomática de la misión china en Bruselas, que emitió un comunicado de protesta en tono airado, calificando la invitación como “una afrenta a la soberanía china”. Esa reacción fue, en sí misma, una demostración de lo que Taiwán y los defensores de la libertad denunciaban: la intolerancia sistemática del régimen de Pekín hacia toda manifestación de pluralidad.
El contraste entre Taiwán y China
El contraste entre las dos “Chinas” fue uno de los ejes más repetidos a lo largo de las jornadas. Mientras China comunista utiliza la coerción económica como herramienta política, Taiwán coopera con transparencia y respeto.
Basta observar los proyectos conjuntos con Paraguay: el Sistema de Salud HIS, que moderniza la gestión hospitalaria; o las más de 800 becas universitarias otorgadas a jóvenes paraguayos en carreras de ingeniería, tecnología y ciencias aplicadas. Taiwán no impone condiciones, invierte en el talento y el desarrollo humano, demostrando que la verdadera cooperación se mide en oportunidades, no en obediencia.
Las sombras del control chino
La Asamblea también sirvió para visibilizar los abusos y atropellos del régimen chino en distintos ámbitos. Desde la represión contra minorías religiosas, hasta la censura transnacional.
Durante los días en que se desarrollaba el encuentro, el gobierno de Xi Jinping emprendió una campaña de intimidación contra cineastas y sus familias para impedir la exhibición de películas en el primer festival de cine independiente chino en Estados Unidos. Como resultado, dos tercios de las películas fueron retiradas, demostrando que el brazo de la censura china no se detiene en sus fronteras.
Particularmente conmovedores fueron los testimonios de Sébastien Lai, hijo del empresario y periodista Jimmy Lai, encarcelado desde 2020 en Hong Kong por su activismo democrático y su defensa de la libertad de prensa; y de Grace Jin Drexel, hija del pastor Ezra Jin Mingri, detenido junto a otros miembros de la Iglesia Zion, víctimas de una represión masiva contra comunidades cristianas.
Ambos casos reflejan el costo humano de un sistema que teme a las ideas libres y combate la fe y la expresión individual como si fueran amenazas existenciales.
Networking y cooperación regional
Más allá del contenido político de la Asamblea, el encuentro también fue una oportunidad excepcional para tejer redes de contacto profesional. En el marco de las actividades, tuve la posibilidad de dialogar con comunicadores y representantes de medios de Uruguay, Chile, Japón y Panamá, una experiencia que reafirmó la importancia de que los medios independientes y los comunicadores comprometidos puedan trabajar coordinadamente en la difusión de los valores de la democracia, la libertad de prensa y la soberanía informativa.
Conclusiones
Mi paso por Bruselas me permitió confirmar que la batalla por la verdad y la libertad no es retórica: es real, urgente y global. Cada intervención, cada testimonio y cada debate giraron en torno a una convicción común: el avance del autoritarismo solo puede frenarse con más democracia, más información y más coraje.
Paraguay, en este contexto, tiene una posición privilegiada y valiente. Su amistad con Taiwán no es una rareza diplomática, sino una declaración de principios. Apostar por la libertad, en tiempos de presiones y tentaciones económicas, es una forma de heroísmo político que debe ser reconocida y fortalecida.
Participar de la Asamblea de la IPAC fue, en síntesis, una experiencia transformadora, que me permitió ver de cerca la magnitud de los desafíos que enfrenta el mundo libre y la necesidad de que naciones como la nuestra mantengan su rumbo con convicción.
«En un mundo donde las autocracias empujan, las democracias tienen que empujar más fuerte».




